Cuando tropecé en Twitter con el proyecto de Carla Bataller Estruch, Adopta una autora, no dudé ni un solo segundo en el nombre de la autora que me apetecía adoptar. Tenía que ser D. E. Stevenson porque ella es uno de los principales pilares de la literatura feelgood de mediados del siglo pasado y, para mí, un referente que siempre tengo sobre la mesa y en el corazón cuando estoy escribiendo novela.

Dorothy Emily Stevenson nació en Edimburgo, en noviembre de 1892, y se dedicó a escribir durante toda su vida, pese a que su padre —primo de Robert Louis Stevenson— no veía con buenos ojos que una mujer tuviese estudios universitarios o se dedicase a una profesión tan liberal. Uno de los rasgos más interesantes de su bibliografía es el intenso marco histórico que varía dramáticamente a lo largo de su carrera como escritora; porque si bien sus primeros libros son publicados en la década de los veinte y los treinta del siglo XX, es a mediados de siglo cuando aparecen sus mejores obras. Y es entonces cuando se destila la esencia del verdadero feelgood, en esa Gran Bretaña de la Segunda Guerra Mundial y de los posteriores años cincuenta.
La literatura feelgood tiene su época de esplendor en esa Gran Bretaña de la Segunda Guerra Mundial con autores como P. G. Wodehouse, Stella Gibbons, Dorothy L. Sayers, A. G. Macdonell, James Herriot, Frank Baker, E. M. Delafield, etc. y, por supuesto, con la decisiva aportación de D. E. Stevenson. Una tradición de género literario que hundía sus raíces en los inicios de ese mismo siglo y a finales del XIX, con autores que se desmarcaron de la literatura de Virginia Wolfe, D. H. Lawrence o James Joyce, por ejemplo, para seguir senderos más ligeros y algo raros para la época, como E. F. Benson, Earl Derr Biggers, George Barr MacCutcheon, Winifred Watson, o Arnold Bennett, entre otros.
Pese al contexto de guerra, o quizás precisamente por él, los lectores disfrutaban con unas historias en las que apenas sucedía gran cosa, pero en las que brillaba el sentido del humor, el optimismo y la esperanza. En un país castigado por los bombardeos de la Luftwaffe, sometido al bloqueo marítimo, con fuertes restricciones energéticas, de productos de primera necesidad, y cartilla de racionamiento, los británicos necesitaban llegar a casa y relajarse, olvidarse de la dura realidad que les rodeaba. No solo pasaban penurias y peligros, vivían entre ruinas o se dejaban la piel en el esfuerzo bélico, sino que además habían sufrido la pérdida de familiares y amigos y tenían a sus seres queridos en el frente.
En esas coordenadas históricas, las novelas de D. E. Stevenson ofrecían distracción, simpatía y, por qué no, esperanza de recuperar algún día los agradables detalles de la vida cotidiana. A menudo ambientadas en la campiña inglesa, transportaban al lector a la paz y el bienestar de un placentero paseo por el campo, una buena taza de té junto a la chimenea y la mejor de las compañías. Stevenson bien puede compararse con otras escritoras británicas que publicaron en el mismo período y con similar maestría, como Barbara Pym, Penelope Fitzgerald o Muriel Spark, por ejemplo. Con las tres tiene en común una prosa inteligente y aguda, el genial sentido del humor —más amable, menos sarcástico o ácido, en el caso de D. E. Stevenson— y unas protagonistas femeninas atípicas por su independencia y su resolución. Personajes como la señorita Barbara Buncle o las cuatro hermanas Grace permanecen por siempre en la memoria de los lectores, se las recuerda con una sonrisa y con la nostalgia que dejan en nosotros las buenas lecturas.
Este artículo forma parte de la iniciativa Adopta una autora.

Para más referencias:
He leído algunos de estos autores me encantan. Además como dices hicieron una labor importante en la sociedad.
Mónica, que buenísima introducción a D.E Stevenson has hecho. Ojalá este iniciativa consiga acercarla a muchos nuevos lectores. ¡Un beso!
El género me encanta, cada vez más. Tendré que pasearme por las obras de esta autora, las disfrutaré seguro, aún más si cabe al conocer el contexto en el que se desarrollaron.
Un besin
¡Muchas gracias por presentarnos a esta autora! La tendré en cuenta.
Un beso.
Ya me parecía a mí que no vendrías con Camilla Lacberg o algo así. He leído de esta mujer La señorit Buncle y empecé el matrimonio pero no lo pude terminar. Es normal que en ciertas épocas difíciles uno no quiera ponerse a leer dramas oscuros que le recuerden más su situación y de ahí vendrá supongo el éxito en tiempos de guerra y post.
Veremos qué más nos depara esta adopción aunque no sé si te quedará algo de ella por leer.
Besos
Algunas han pasado por mis manos, aunque la que tú has adoptado no la conocía… Sin duda abrieron muchas puertas. Qué bonita iniciativa. Besos
P. G. Wodehouse me encanta. Me hace reír y eso no pasa con muchos libros. Tendré en cuenta a la autora que nos presentas; no la conocía.
Besos!
Pues no conocía a la autora que nos presentas, así que me apunto bien su nombre.
Besotes!!!
Una gran presentación y la verdad no conocía a la autora pero me la anotó para buscar algo de su obra y conocerla más afondo. ¡Saludos!
¡Gracias por presentarnos a esta autora!
Besotes
No conocía a esta autora y la verdad es que no conozco a la mayoría que citas, habrá que remediarlo
Besos
Yo creo que lo antinatural en esta iniciativa hubiese sido que escogieses a otra autora… jajaja. Menuda madrina más estupenda se ha buscado la buena de Dorothy. A la espera quedo de lo que vayas hablando y colgando sobre ella, que además me dan ganas de hacer relectura de lo que ya he leído y tirarme de cabeza a lo que tengo todavía pendiente.
Una presentación estupenda, a la altura de la autora.
¡Besote!
Muy buena iniciativa y muy interesante tu entrada, así como tu elección, que conocía, pero confieso no haber leído ninguno de sus títulos, espero ponerle remedio. Un besote!