Al fin de la Segunda Guerra Mundial, Helen, que se ha quedado viuda en su agradable casa junto al mar en Colliure, decide enviar a su hija Barbery y a su hijastro Raoul a Londres para que vuelvan a la normalidad, estudien y recuperen su tranquila vida de clase media interrumpida por los años de la invasión nazi. Pero los chicos han pasado la adolescencia corriendo libres y salvajes entre los maquis y la Résistance, saqueando huevos de gallinas ajenas, pescando para la cena, entregando mensajes y saboteando a la Gestapo. Barbery, muy unida a su madre desde siempre, vive como un trauma la separación forzosa, que se agrava en la casa de un padre distante y una madrastra que siente rechazo por el animalito silvestre en el que se ha convertido la joven. Salvaje e ignorante, desea seguir en la Résistance, pero la guerra ha terminado, el enemigo ya no está y solo quedan las ruinas. Exiliada en Londres, no tarda en quedarse atrapada por la trágica belleza de los barrios destrozados por los bombardeos, todo un mundo abandonado, hecho pedazos, donde los fantasmas de los comerciantes y de la vida anterior a la guerra se deshilacha entre una vegetación tan salvaje e indómita como la propia Barbery.
«Van contemplar les despulles obertes, les torres altes, els finestrals trencats per on creixia la vegetació, la bellesa embruixada i trencadissa, tan abandonada i perduda enmig de la clandestinitat salvatge i oblidada d’aquella bosquina densa: aquesta era la seva llar espiritual.«
La preciosa edición de Trotalibros es en catalán. Editorial Minúscula, que ya ha publicado en castellano otros títulos de la autora, traerá en breve esta novela en castellano.
Trotalibros Editorial
Colección: Colom (idioma catalán)
Fecha de publicación: marzo 2023
280 páginas
Traductora: Mar Vidal
ISBN: 978-99920-76-42-2
Rose Macaulay (Inglaterra, 1881 – 1958) fue una escritora inglesa de fama reconocida, sobre todo, por su última novela, Las torres de Trebisonda (1956). Aunque en su juventud fue una declarada pacifista, durante la Segunda Guerra Mundial trabajó en el departamento de propaganda británico, en el War Office y como enfermera. Pese a su afiliación anglocatólica, solía escribir con cierta socarronería sobre el cristianismo, tanto en sus ensayos como en las obras de ficción. Ambas cuestiones, la guerra y la religión, están muy presentes en El món, la meva selva, una novela que publicó por vez primera en 1950, tras un largo período de diez años en los que solo escribió ensayo, biografías y artículos de opinión. Tal vez no fuese una coincidencia que ese silencio novelístico coincidiese con la Segunda Guerra Mundial y sus secuelas, con la pérdida de su casa y de todos sus libros en el Blitz, con la muerte del hombre que amaba, con el fin de un mundo que ella tan bien conocía y que tanto en El món la meva selva como en Las torres de Trebisonda refleja como la pérdida de la civilización.
El món, la meva selva es una novela que enamora por la prosa de la autora: directa, prístina, envolvente; pero también por la construcción de sus personajes femeninos —de caracteres indómitos y poco convencionales— y por esos paisajes asilvestrados: los de una Escocia hermosa y agreste y los de un Londres destrozado por el Blitz, con una naturaleza que amenaza con recuperar lo que una vez fue suyo. Macaulay contrapone civilización y barbarie jugando con una selva desatada que devora las ruinas de la metrópolis europea por excelencia, pero también por la pérdida de valores cristianos en aras del infierno de las trincheras; nos cuenta la historia de los supervivientes, de los inadaptados en tiempos de paz. Sus personajes más jóvenes han crecido durante los años del conflicto, pero este no los ha marcado por igual: Barbery (la elección de su nombre no es casual) sigue enamorada de lo salvaje, de la anarquía, de una libertad sin límites ni moral, mientras que su hermano Richie, que ha estado en el frente, vuelve asqueado por el salvajismo repugnante de la guerra, de la barbarie, y desea con toda su alma recuperar la civilización, la incorruptible rectitud moral que se le supone a la clase media inglesa y que tan bien representa su padre, el juez Deniston. Barbery no encaja en el Londres civilizado, solo en sus ruinas invadidas por la selva, porque su rebeldía es la de la resistente vegetación que trepa con fuerza por entre los escombros de la guerra.
Señala Penelope Fitzgerald —que al igual que Barbara Pym o Muriel Sparks supo mostrar tan bien (y con tanto ingenio y sutilidad) las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial para las mujeres inglesas—, en el posfacio de esta edición, que El món, la meva selva no es un libro pesimista sino sincero, protagonizado por unos personajes imperfectos que aman tanto que son incapaces de perdonarse. Quizás Fitzgerald, con estas palabras, salvaba a Rose Macaulay de la corriente cultural e intelectual arrastrada por el desencanto posbélico, aunque no le faltaba razón al tachar esta novela de luminosa y distinta. También es una historia sobre el perdón y la familia, pero para mí es, por encima de todo, una ficción que refleja, mejor que la propia realidad, la fragilidad del equilibrio entre la bondad humana y el instinto de supervivencia, y la capacidad de adaptación de quienes vivieron el terrible triunfo de los totalitarismos europeos. Pues, al fin y al cabo, como bien apunta Helen, cuando se está ante tiranos hay que adaptarse para sobrevivir. Civilización o barbarie. En todo caso, mi eterna gratitud de historiadora a Rose Macaulay, por mostrarnos a través de una ficción tan terrible realidad sin rendirse a lo evidente, con puntería, originalidad y, por qué no, con cierto sentido del humor.
Lector, lo último que se pierde no es la esperanza; es la capacidad de reírnos de nosotros mismos.
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Civilización o barbarie… No me imaginaba, después de todo lo que has contado, que también el humor estuviera presente. Tiene buena pinta.
Besotes!!!
A mí me ha gustado mucho y me parece buen libro para empezar con la autora, que es peculiar. Ya me contarás si te animas. Besos.
¡Hola, Mónica! Ya sabes mi historia con esta autora, así que no me repito (el lunes mismo saldrá mi reseña de «Y todo eso»). Este que traes lo compraré cuando lo saque Minúscula, a ver qué tal :)
¡Besote!
Con Rose Macaulay vamos un poco al revés: a mí me gustó más «Las torres de Trebisonda» y a ti «Y todo eso», jajajaja. Deseando leer tu reseña, a ver qué cuentas. Creo que este título será el que decante la balanza ;-) Besotes.