El emperador Nerón fue el último de la dinastía Julio Claudia, una figura controvertida por sus excesos y sus caprichos que investigaciones históricas posteriores han ido matizando. Su inteligencia, su educación y su estrategia económica y política eran indiscutibles. Pero fue sobre todo su misteriosa muerte y la reincidente aparición de «falsos Nerones» en provincias, reclamando el poder, lo que mantiene viva la duda de los historiadores. David Barbaree contempla, en esta apasionante novela, la opción de que el último emperador de los Julio Claudios sobreviviese hasta la época de los Antoninos y tuviese la capacidad de mover los hilos para decidir el futuro del imperio romano y asegurar su estabilidad.
No me gusta la novela histórica, me pone nerviosa si es inexacta, me cabrea si está mal documentada o me aburre. Pese a maravillosas excepciones (¡que soy humana!), como Posteguillo o McCullough, por ejemplo, está visto que no es mi género, qué le vamos a hacer. Soy historiadora y prefiero leer ensayo histórico, a historiadores sin ficción. Me encantan Heródoto, Tucídides, Plinio, Eneas, Suetonio con sus chismes de vieja del visillo, y otros historiadores de la antigüedad, y me lo paso en grande con Mary Beard, qué le vamos a hacer. Pero vi en el catálogo de Roca Editorial que David Barbaree había investigado sobre la posibilidad de que Nerón no fuese el monstruo que tocaba la lira mientras incendiaba Roma y me quedé prendada de la hipótesis que planteaba sin saber que el autor había novelizado su teoría. Empecé a leer y me encontré una ficción histórica apasionante, brillante y perfectamente enmarcada en la Roma del siglo I de nuestra era. ¡Me lo he pasado en grande con una novela histórica! (¿será otra señal apocalíptica?).
El emperador destronado es una novelización de una teoría histórica, con más o menos imaginación pero con una documentación impecable y una ambientación muy lograda. El ritmo de la trama es excelente y los dos hilos narrativos temporales se suceden con interés y naturalidad. La recreación de los personajes históricos es sofisticada y compleja —atención a las figuras de Tito o de su hermana Domitila, por ejemplo, la reconstrucción es muy notable— y, aunque no me convence nada la teoría sobre los orígenes de Marco Ulpio Trajano, lo cierto es que la historia que se inventa Barbaree me resulta hasta simpática. La prosa del autor es notable, es claro y conciso cuando explica hechos históricos y sus diálogos son casi cinematográficos. Sin duda, una de las mejores recreaciones de la antigua Roma que ha escrito hasta la fecha y, además, entretenidísima.
Lector, una narración apasionante que te atrapará seas o no adicto a la novela histórica, palabrita.
También te gustará: Africanus, el hijo del cónsul; Vida de los doce césares; La hija del tiempo
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El emperador destronado
Hola guapa, a mí me pasa como a ti. No me gusta que se comentan errores en las novelas históricas y me cuesta ponerme con ellas… Pero igual te hago caso y me quedo con esta.
Un besazo.
P.D Acabo de empezar la Librería del señor Livingston, de una tal Mónica Gutiérrez, que me ha enganchado con los dos primeros capítulos, este librero tan encantador y refunfuñón, y la arqueóloga que ha ido a Oxirrinco con Padró (¡y ha dejado Egipto! ¡que loca hace eso! jeje, yo daría lo que fuera por haber estado en su lugar :))
Pues sí, y otra de las cosas que me causa tristeza es que los lectores te cuenten la Historia según la novela de ficción que están leyendo y cuando les dices que no fue exactamente así, que eso no deja de ser una ficción novelada, te miran como si fueras rarita XD
¡Qué alegría que estés con el señor Livingstone! Bueno, ya sabes que son malos tiempos para las arqueólogas ;-)))
Yo ya vengo avisando que el Apocalipsis is coming… jajaja.
Como soy una profana en el tema por mucho que me guste, si el libro me entretiene hago la vista gorda a rabiar… jajaja. ¿Sabes dónde me revienta más lo de los errores históricos? En las series y películas. Me puse a ver «The Borgias» y menudo batiburrillo de personajes y hechos históricos que hacían.
De todos modos hace unos años leía mucha histórica, pero la dejé muy aparcada. Sin hacerlo a propósito, simplemente sucedió. Me encanta que te encante McCullough y la salves de la quema porque es de mis imprescindibles de histórica (su serie de Masters of Rome es simplemente magnífica. Luego otro día te contaré la que lié leyendo un libro suyo… jajaja). Junto a Lindsey Davis y su maravilloso Didio Falco (e hija), es de lo poco que he ido leyendo con regularidad del género en los últimos años, y ya sabes que los libros de Davis son lo que son (pero a mí me chiflan).
Bueno, que me enrollo. Que a mí me dan un libro sobre la Antigua Roma y caigo de todas-todas. Así que apuntada queda esta reinterpretación de la figura de Nerón, que tiene pintaza.
¡Besote!
Pues me pasa lo mismo que a ti con las series, ya ves. Me sale la vena historiadora y me pongo más apocalíptica que tú XD Pero sí, McCullough es de las imprescindibles (totalmente de acuerdo contigo con Master of Rome, precisa y clara su visión de cómo cayó la república y nació el imperio) ¡y me había dejado a Lindsey con su Marco Didio!
Pues no es por hacerme la interesante (bueno, un poco sí) pero cuando acabé la licenciatura en Historia, me especialicé en Roma (República e Imperio) ;-))) Y sí, después de lo que me has comentado, sí que te recomiendo esta de Nerón. Es una teoría posible, tiene mucho de ficción, pero recoge muy bien el espíritu y la política de la época. Besos
A mí lo que no me gusta es que la información histórica aparezca como un pegote en la narración. Para mí, todo lo que tiene que ver con la Historia tiene que estar bien amasado con esa otra historia que el autor nos quiere contar. Y la Historia tiene que ser como pepitas de chocolate en una galleta, trocitos pequeñitos que no abrumen.
Hay una novela que fue bestseller con la que yo no pude. Me dio la sensación todo el rato que esto que digo no se conseguía y, además, encontré otro de los elementos que no me parece que funcionen, y es que daba TODA la información que había encontrado sobre el tema. Como autor lo tienes que saber todo, pero tienes que seleccionar y, la mayoría de lo que sabes, se queda ahí, como tu investigación particular.
Por cierto, me has matado con lo de la novela histórica. Llevo tres años intentando escribir una. ¿La leerás si logro terminarla? Jajaja.
Un beso
Pues sí, ahora que lo comentas, es difícil llegar a un equilibrio entre investigación, documentación y narración literaria. Ni ponerlo todo, ni ponerlo a pegotes ni dar pinceladas, la gracia es integrar bien la receta. En este caso, el autor lo ha conseguido, pero sobre todo porque es una ficción sobre una teoría que sostienen algunos historiadores. Esta sí que te la recomiendo, además es muy cinematográfica.
Yo me leo todo lo escribes, hasta la histórica XD Un besote.
Coincido contigo en casi todo; yo sí que estoy enganchada a la novela histórica. Y mira que me cabreo con algunas, más que por las inexactitudes (puedo entenderlas) por las invenciones a sabiendas, no sé si con el fin de cambiar el presente. Pero, bueno, yo insisto.
Nada que añadir sobre Posteguillo, es increíble, y anoto con ganas a este autor que no conocía, ya que tú le has dado el visto bueno, ;D. Abrazos.
Uy, pues entonces te va a encantar, Marisa. Es novela histórica de la buena, bien documentada y con la voluntad de novelar una teoría que los historiadores consideran posible. Los personajes están bien construido, como la ambientación, te lo vas a pasar en grande, como si vieses una peli de romanos de las buenas. Fíjate que la veo como posible serie televisiva. Un beso.
Pues no me suele pasar lo que a ti por ser bastante profana en la materia. Y, en esta ocasión, no tomo nota, este no me atrae. Un besote!
Sí, me imagino que gran parte de mis manías históricas es por (de)formación profesional, qué le vamos a hacer, los historiadores somos quisquillosos. Un beso.
Con esto no me pillas, a mí me entra el sueño leyendo esto por bien contado que esté. Que lo de los nerones es como lo de la descendencia de Jesús, supongo.
Lo has hecho bien pero a veces soy muy tozuda.
Besos