Nick Jans vivía a las afueras de Juneau, capital de Alaska, cuando el objetivo de su cámara captó algo extraordinario: un joven y enorme lobo negro salvaje se había acercado hasta la civilización y lo contemplaba impertérrito desde el otro lado del lago helado. Durante siete años, el mismo lobo volvió a Juneau para pasar los meses de invierno en las inmediaciones. Tenía un territorio de caza excelente, pues ningún otro depredador osaba acercarse tanto a la civilización, y demostraba un persistente interés en socializar con todos los perros de los alrededores. Jans llegó a fotografiarlo en multitud de ocasiones, todo lo cerca que quiso, feliz de hallarse tan próximo a esa belleza salvaje y a la vez temeroso de que la curiosidad del lobo lo llevase a su muerte; pues solo el hombre es la bestia más feroz y asesina de toda la naturaleza.
«(…) quedar atrapado en la mirada imperturbable de un lobo es como cruzarse en la trayectoria de un láser. Esa intensidad sobrecogedora te atraviesa, parece calar todo tu ser. Los iris ámbar y profundos de aquel lobo contenían toda esa fuerza, pero de él emanaba también algo que nunca había sentido en un lobo salvaje: una aceptación tranquila de mi presencia.«
Nick Jans es un reconocido aventurero, escritor y fotógrafo que ha aprendido a amar la vida salvaje por experiencia. De joven estuvo viviendo algunos años con los iñupiaq (inuit del Norte y Noroeste de Alaska) donde cazaba para comer, hasta que un día, asqueado de matar aquello que amaba, cambió su rifle por una cámara fotográfica. Desde entonces ha vivido siempre en Alaska, cerca de la naturaleza menos civilizada, defendiendo el derecho a la vida en libertad de lobos, osos y otros animales que el hombre sigue empeñado en aniquilar.
La lectura de Lobo negro. Historia de una amistad salvaje se disfruta por la excelente narración de Jans, que no solo resulta de una belleza notable sino que además es amena cuando debe serlo y contundentemente aleccionadora y terrible (como la vida misma). La historia de Romeo, el lobo que convivió con los habitantes y los perros de Juneau, es extraordinaria en sí misma por su excepcionalidad y el romanticismo de una naturaleza salvaje con la que apenas tenemos ya contacto; pero también lo es porque Nick Jans sabe leer entre líneas y ofrecer al lector un hermoso relato que recuerda al espíritu de Jack London (que también fue un gran fotógrafo) o al mismísimo Thoreau.
Es imposible terminar esta lectura sin emocionarse, sin quedar totalmente rendido a su salvaje hechizo, pero también a su amargo desenlace. Nick Jans explica, aportando datos contrastados, que no existe ningún ataque documentado de lobos a personas en toda la historia contemporánea y que, en los raros casos en los que se ha registrado algún incidente relacionado, siempre se ha debido a una confusión o a una investigación más que dudosa en aras de intereses políticos. Los ecosistemas salvajes de Alaska necesitan a los lobos, sin estos superdepredadores el resto de animales sufre anomalías poblacionales que acaban con la extinción de muchos de ellos; pero los cazadores y los políticos pro-caza siguen empeñados en aniquilarlos a todos puesto que los consideran rivales en su deporte de asesinar ciervos y caribúes. Por eso, a lo largo de estas páginas, el miedo de Jans siempre es por la seguridad de Romeo, no por la de sus conciudadanos.
La edición de errata naturae es magnífica y reproduce algunas de las fotografías que Jans tuvo ocasión de hacerle a Romeo. Ni que decir tiene que son imágenes hermosísimas y que complementan con gran acierto la hipnótica narración del autor. Sin duda, es un libro que me ha impresionado muchísimo por su belleza, por la tristeza de la pérdida a la que estamos abocando la vida salvaje y por el profundo romanticismo de esta lectura incomparable. Conmovida hasta las lágrimas, presa de una sensación de pérdida, añoranza e injusticia, incluso días después de haber terminado su lectura, ni siquiera me queda el consuelo de la esperanza… excepto por la que pudiese sentir al saber que muchas otras personas leerán Lobo negro y moveremos el culo de una vez para terminar con tanta barbarie antes de que sea demasiado tarde (si no lo es ya). Gracias, señor Jans por asomarme a la increíble serenidad e inteligencia de la mirada de un lobo.
Lector, la buena literatura nos salva de nosotros mismos.
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Lobo negro. Historia de una amistad salvaje
Mira que no es lo que suelo leer, pero tal y como lo has contado, es imposible dejarlo pasar.
Besotes!!!
Es conmovedor, aunque debes encontrar el momento adecuado. Es ensayo, es una experiencia preciosa y terrible, a mí me ha impresionado. Besos.
Pues sí, así me viene mejor. Me gustan estos libros en los que se refleja la vida salvaje y en su hábitat natural. Me he acordado de Colmillo Blanco, ese es de Conrad, no? Y sé de alguien que se volvería loco con este libro aunque es muy probable que ya lo tenga.
Besos
Sí, pero no es ficción, ¿eh? (aviso por si acaso). Esta colección de «libros salvajes» de Errata Naturae me trae loca. Ya tengo en casa «Un año en los bosques», «Una temporada en Tinker Creek» y ahora esta del lobo que os explico. Y ya tengo anotados un par de títulos más que me apetecen mucho: «Indian Creek», de un biólogo que se va a vivir a los bosques, y «Desde esta colina», que es otro libro de la autora de «Un año en los bosques», que me chifló.
Me gustan porque trasmiten paz y una reflexión profunda y clara sobre la extención de la naturaleza. Son libros que todos deberíamos leer para entender que o cambiamos ya o nos quedamos sin naturaleza y sin vida salvaje. «Lobo negro» es impactante, bella y conmovedora y las fotografías del autor son bellísimas. Ya me contarás. Besos.
De Conrad no, de London iba a decir. Se me derriten las neuronas.
Te ha salido Conrad por lo de salvaje, seguro XD
Son libros al estilo Thoreau.
Este libro no lo veo para mi, pero me alegro que tu si lo hayas disfrutado
Besos
Como decía Norah un poco más arriba, también es perfecto para regalar a quiénes sabes que disfrutan con esa mirada tan bella a la poca vida salvaje del planeta que todavía conservamos. Besos.
Me ha recordado mucho a «Leyendas de pasión», ese ir y volver del oso… pero no hay amistad que valga, claro.
Me parece super interesante, porque resulta algo atípico, y sin embargo, no me atrae lo suficiente. LA verdad que para ser pingüi soy bastante rancia con el resto de animales.. jejeje.
Besos.
¡Jajajajaja! A pesar de ser pingüi… :-)))
Este es ensayo, Nick Jans narra, con mucha gracia y un montón de anécdotas estupendas sobre la vida salvaje, los inviernos en los que tuvo el privilegio de recibir la visita de un lobo casi a la puerta de su casa. Un libro que te acerca el lado más impresionante y salvaje de la naturaleza. Para concienciar. Besos.
Estos libros me gustan muchísimo, pero al mismo tiempo lo paso muy mal cuando la cosa no acaba bien, y leyéndote doy por hecho que es el caso. Mira que a mí me cuesta llorar con un libro, pero precisamente son estos libros de amistad, belleza, naturaleza salvaje y cariño entre un ser humano y un animal los que suelen llegarme más a la patata y sacarme la lágrima. Así que lo apunto pero le busco el momento.
¡Besote!
Pues has dado en el clavo, amiga mía, no quiero hacer spoiler pero si has leído la sinopsis de la editorial ya puedes imaginarte que esto no acaba bien para el pobre lobo. Es que los humanos somos lo peor que le ha pasado a este planeta y lo más peligroso que puede pasarle a cualquier animal salvaje. Un panzón de llorar, qué disgusto :-((( Eso sí, un libro precioso y muy ameno porque Jans sabe contar con mucha gracia y despertar el interés del lector. Quizás, mejor leer «Un año en los bosques», que es más optimista y feelgood. Besos.
Hola guapa, leí tu reseña el otro día pero no me dejó poner comentario, no sé por qué. Te decía que según te leía daba la sensación de que el final no era muy feliz para el lobo. Y la verdad es que no me gusta leer novelas en las que los animalillos lo pasan mal. Lo dejo pasar.
Un besazo
Sí, como le comentaba a Inquilinas de Netherfield, ese es el puntazo negativo de este libro: que te pegas un panzón a llorar que no veas. Pero ojalá lo leyesen todos los políticos del mundo y entendiesen de una vez que o se cambian las leyes sobre la caza o nos quedamos sin vida salvaje y sin ecosistemas naturales :-((( Besotes.