La sonrisa etrusca es una historia llena de brío, de amor y de ternura. Con un personaje totalmente optimista, lleno de fuerza y buen humor, Sampedro consigue contagiar al lector con una oda a la madurez y un elogio a las generaciones más mayores. La mirada de Salvatore, nueva e irónica ante la vida a veces incompresible de la ciudad, se llena de ternura para su nieto y descubre toda una paleta de matices para el gris en el que pensaba que se había convertido su rutina. Su reflexión ante la pietà rondanini de Miguel Angel, que le recuerda a un partisano ayudando a un compañero herido, se convierte en una de las piedras angulares de esta hermosa historia. Sampedro, como siempre, ofrece una escritura cuidada y plástica, llena de color y de textura, que convierte las palabras en terciopelo y las frases en calidez ambarina.
Lector, aquí tienes una historia de amor entre un hombre y su vida, porque nunca es tarde para dejarse llenar de humor, ternura y belleza.