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El actor británico Cary Elwes tenía 23 años y estaba rodando una película independiente en Berlín cuando Rob Reiner (director) y Andy Scheinman (productor y ayudante de dirección) le propusieron el papel de Westley en la adaptación cinematográfica de La princesa prometida. Tras meditarlo mucho, Elwes acababa de rechazar un año de residente en la Royal Shakespeare Company y rodar en Berlín no parecía buena idea en pleno incidente de Chernóbil. Varias productoras norteamericanas habían rechazado durante años el genial guion de William Goldman, autor de la novela, porque a Hollywood le gustan las películas que se etiquetan con facilidad y La princesa prometida no cumplía ese requisito: aventuras, amor, humor, fantasía, para niños y adultos,… Era todas esas cosas y muchas más. Reiner y Scheinman, con el modesto presupuesto de una producción independiente y toda la ilusión del mundo, se plantaron en Berlín en busca de su Westley y, el resto, es una maravillosa historia que Cary Elwes nos cuenta con mucho encanto y complicidad en Como desees.
«Era alta y esbelta, con el pelo rubio y largo y unos enormes y expresivos ojos azules. En dos palabras: era hermosa. También era muy joven, como pronto descubriría, apenas tenía veinte años, y sentí una ligera sensación de alivio al no ser la persona más joven de la película (sin contar a Fred Savage).
Nunca olvidaré el momento en el que Rob nos presentó.
—Cary —dijo—. Esta es Robin. ¡Interpreta a Buttercup! La chica de la que te vas a enamorar.«
Ático de los libros
Páginas: 264
ISBN: 978-84-17743-17-8
Fecha de publicación: 27 de noviembre de 2019
Como desees es el libro que escribió Cary Elwes sobre las anécdotas del rodaje de La princesa prometida (Rob Reiner, 1987) y las impresiones de muchos de los que participaron. Y eso es lo que vais a encontrar en esta preciosa lectura, un montón de recuerdos extraordinarios sobre la filmación, los actores, el director, los nervios enfermizos de William Goldman y las locuras de Billy Cristal. Elwes relata con mucho carisma, encanto y sentido del humor, cómo empezó todo, desde el fabuloso guion adaptado de Goldman hasta la tibia acogida por parte del público en su estreno, pasando por el casting de los actores, el vestuario, el entrenamiento con espadas, etc.
Con una prosa ágil y muchísimo sentido del humor, Elwes tiene el acierto de trasmitir la calidez y el ambiente tan mágico que reinaba en los sets de grabación como un reflejo de la magia que desprendía la novela. Cuando Reiner y Scheinman buscaban a Westley, tenían en mente a un joven Douglas Fairbanks, a un Errol Flynn, pero con la suficiente sensibilidad cómica como para dotar de fina ironía y sutil humor un papel serio de héroe clásico. Ese carisma de Elwes, esa inteligencia con su puntito de humor british, presente también en su manera de contar y recordar, convierte Como desees en una lectura tan divertida y agradable que te da mucha pena cuando se termina (como les sucedió a los actores y al resto del equipo cuando finalizó el rodaje).
Me ha gustado curiosear sobre qué actores se habían barajado inicialmente para algunos personajes (Colin Firth para Westley o Arnold Schwarzenegger para Fezzik), la escena en la que Cary y Robin se conocen y él se queda atontado y no da pie con bola, deslumbrado por la belleza y naturalidad de ella, o cómo Goldman se cargó varias tomas por culpa de los nervios. Como soy una loca de la adaptación cinematográfica de Peter Jackson de El señor de los anillos, conocía a Bob Anderson como el campeón olímpico de esgrima y maestro espadero que entrenó a Aragorn, pero no sabía que él había sido uno de los artífices de «El mayor duelo de espadas de la era moderna» en La princesa prometida. He disfrutado especialmente de los capítulos dedicados al entrenamiento y estudio con la espada para que Mandy Patinkin, como Íñigo Montoya, y Cary, como Westley, ejecutaran sin necesidad de dobles una de las escenas de esgrima más espectaculares de todos los tiempos. Creo que os gustará.
Lector, la novela tenía magia, la película tenía magia y este libro de memorias sobre ambos es puro amor… y magia. No te lo pierdas.
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Constance Fuller trabaja como conservadora y experta en la prestigiosa librería Darrow, en la Cuarta Avenida de Manhattan. Demasiado inteligente y con los malos modales que atribuyen el paso por la universidad a las señoritas jóvenes y solteras de los años veinte del siglo pasado, Constance tiene la confianza de sus jefes, y sus compañeros más avezados saben que pueden contar con ella para solucionar algún que otro entuerto. Quizás por eso, cuando Peter vuelve de comprar un antiguo libro de medicina con un curioso exlibris, primero pasa por la mesa de Constance: ha gastado más de lo que debería en la puja por el volumen porque una bella dama le pidió su ayuda. Una extraña muerte y varios intentos de robo convencen a la señorita Fuller de que ese exlibris oculta un misterio de vital importancia, un valor oculto que va más allá de la torpe caballerosidad de Peter.
«—(…) Usted sabe que los ingleses que los ingleses piensan que el fin del mundo se acerca si no tienen su té; y si lo tienen, entonces les da igual lo que pase.
—Creo que ha hecho usted bien —admitió el señor Roberts, refunfuñando, mientras el señor Case sonreía amablemente y observaba que Darrow era diferente—. Hacer té es una estupidez, desde luego; pero no la retrasará más de unos minutos. Y el día es desagradable, frío y húmedo.»
Esta es la única novela para adultos de Agnes Miller, una norteamericana de la que apenas se sabe mucho más aparte de que publicó una saga juvenil de misterio a principios de los años treinta del siglo pasado. Miller publicó El exlibris de Colfax en 1926 y es, hasta la fecha, la única novela del llamado bibliomystery con exlibris. Acertáis si sospecháis que este misterioso libro y su misteriosa autora son rarezas encantadoras.
De entrada, es fácil que El exlibris de Colfax nos enamore: un montón de libreros excéntricos corriendo de un lado para otro de una preciosa librería porque un exlibris los trae de cabeza, un misterioso asesinato, una protagonista experta en libros, inteligente e independiente, Nueva York en 1926… Un tesoro literario que he disfrutado muchísimo por los personajes, por la originalidad del planteamiento de la trama, por un montón de escenas pintorescas y alocadas, y por Constance Fuller, una mujer extraordinaria en su época y posición que jamás pierde su sentido del humor. Y como la novela está narrada en primera persona por la protagonista, se beneficia enormemente del punto de vista perspicaz, ligeramente irónico y siempre brillante de la querida Constance.
La trama transcurre ágil, el misterio es curioso, la intriga y la tensión se mantienen de principio a fin, el investigador da manga ancha a nuestra Constance y la novela es tan encantadora y divertida que bien podría haber sido adaptada a la gran pantalla por Lubitsch o Edwards con sus inconfundibles estilos. El señor Colfax, un artista inglés del siglo XIX, era totalmente contrario a la revolución de las colonias, por eso jamás aceptó ningún encargo de exlibris de un norteamericano, de ahí el extraño ejemplar objeto del deseo de un montón de personajes y el título del libro. Esa tensión cultural entre ingleses y norteamericanos está presente en toda la novela, siempre en un tono jocoso y a menudo escenificada por Constance (neoyorkina) y el capitán Ashland (londinense), con sus tira y afloja por el té y la literatura de sus dos países.
La pena es que estos ingeniosos y divertidísimos diálogos quedan terriblemente deslucidos por la lamentable traducción (recuerdo en especial un juego de palabras sobre el Tea Party y el hecho de que Ashland quisiera tomar té que se pierde totalmente) que desluce toda la novela en general y le resta gran parte de su comicidad. Una traducción y/o edición de frases sin sentido, traducción literal del inglés sin adaptar siquiera juegos de palabras o bromas por lo que se convierten en frases absurdas, construcciones extrañas en español, orden gramatical americano, adverbios acabados en mente hasta la saciedad, siempre-siempre el sujeto pronominal presente en cada una de las frases sin elidir jamás, etc. Una lástima no haberle sacado más partido a esta pequeña maravilla de los bibliomystery, se merecía un trato mejor.
Lector, una rareza con mucho encanto.
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El exlibris de Colfax