En 1930, la Sociedad para la Exploración de Egipto consiguió permiso para excavar los restos de la antigua capital del faraón Akenatón y Nefertiti en Tell el-Amarna. Bajo la dirección del arqueólogo John Pendlebury, el equipo de jóvenes expertos incorporó, por primera vez en una excavación inglesa, a una secretaria para que se ocupase, sobre el terreno, de todas las labores administrativas. La escogida es una joven escultora, Mary Chubb, que solo está trabajando en la Sociedad por motivos pecuniarios y que no siente el menor interés por la egiptología. Sin embargo, Mary es muy consciente del desastre que suele llegar a Londres de las expediciones —objetos mal etiquetados, fotografías incomprensibles, informes ilegibles, hallazgos desordenados, etc.— y se marcha con el equipo de arqueólogos dispuesta a facilitarles la organización. Lo que jamás imaginó es que, una vez en Tell el-Amarna iría enamorándose del lugar, de sus gentes, de la cultura e historia egipcias y de la arqueología.
«—Solo se me ocurrió pensar que… supongo yo… alguien… que fuera con la expedición a Tell el-Amarna; esa persona… podría proporcionarnos todos los detalles que necesitamos aquí en la oficina: informes, cuentas, archivo fotográfico, ficheros de objetos… todo, ya ordenado, y aún mejor, conociendo la excavación de primera mano. Se ahorraría un montón de tiempo allí y un montón de tiempo también aquí. Todo el mundo saldría ganando.»
Mary Chubb (1903-2003) estudiaba Arte para perfeccionar sus dotes como escultora cuando aceptó un empleo de ayudante de secretaria de la Sociedad londinense para la Exploración de Egipto. Su viaje con la expedición de Tell el-Amarna cambió el rumbo de su vida profesional y, posteriormente, trabajaría en yacimientos de Grecia y del Próximo Oriente. Cuando durante la Segunda Guerra Mundial sufrió un accidente grave y volvió a Inglaterra, decidió escribir sus experiencias arqueológicas y fue entonces cuando publicó un artículos, crónicas y los ensayos Aquí vivió Nefertiti (1954) y City in the Sand (1957).
Aquí vivió Nefertiti es un libro encantador y nostálgico, una postal de Tell el-Amarna a principios de la década de los años 30 del siglo pasado, del Museo de Antigüedades de El Cairo y sus relaciones internacionales con Europa, de la excavación de la capital de Akenatón y la vida cotidiana del equipo inglés asignado a la excavación, pero también de los egipcios que vivían y trabajaban para ellos, de sus costumbres y cultura. La autora narra, en primera persona, con estilo, un buen sentido del ritmo narrativo y cierto optimismo, cómo se enamoró de la arqueología y del trabajo de campaña tan lejos de las comodidades de Londres. Habla con infinito cariño de sus compañeros de excavación y del magnífico director que fue John Pendlebury, narra anécdotas y hallazgos, explica métodos de trabajo y cuenta, con una belleza y sencillez que desarman, cómo la hechizó la historia y los grandes reyes y reinas del Antiguo Egipto casi sin darse cuenta de lo que estaba ocurriendo. La traducción y las notas de José C. Vales (atención al contexto histórico y al descarte de teorías desfasadas sobre la genealogía de las dinastías del Antiguo Egipto y demás) son magníficas y contribuyen al pleno disfrute de este libro.
Lector, un viaje en el tiempo y una egiptóloga accidental.
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