Novelas
Publicadas
Archivo de la etiqueta: feelgood
Tres veranos, de Margarita Liberaki
María, Infanta y Caterina son tres hermanas que viven con su abuelo, su madre y su tía en una enorme casa en el campo, a las afueras de Atenas, a media hora a pie de Kifisiá. María es sensual, seductora, y está un poco aburrida; su huerto es ordenado y pulcro y da los mejores guisantes del lugar. Infanta es la protegida de su tía soltera y se dedica al arte y a montar a caballo; al abuelo le pidió diez almendros porque apenas necesitan atención para crecer y dar fruto. Caterina es una fuerza de la naturaleza, su jardín es una explosión de flores, de colores, de aromas, asilvestrado y lleno de color; se parece mucho a la abuela polaca, aquella que se fugó con un músico dejando atrás a sus dos hijas y a un marido desolado. Tres mujeres que crecen, maduran, descubren y deciden durante los tres veranos más decisivos de sus respectivas vidas. Juntas, distintas, extraordinarias cada una a su manera, miran a su alrededor preparadas para comprenderse a sí mismas y descubrir cuál es su lugar en ese pequeño y salvaje mundo en la campiña de Kifisiá.
«Qué pena, madre… Te contaría muchas cosas sobre el país de los caballos habladores, y sobre la tumba de Mavrucos, y sobre lo que veo subida al nogal. «Rodià —llama—, una limonada para Caterina». Echa un vistazo a la mesa. Corrige la posición de un cuchillo que queda un poco más lejos del plato que los demás. Un profundo suspiro se escapa de su pecho. Mira que tener hijos y no saber qué guardan en su interior…«
Margarita Liberaki (Atenas, 1919 – 2001) fue una novelista, dramaturga, guionista y traductora griega, aunque estudió Derecho en su Atenas natal. Se crio con sus abuelos, libreros, editores e intelectuales de la época, y se fue a vivir a París tras divorciarse del padre de su hija tras apenas un año de matrimonio. Fue en la capital francesa donde la autora se cambió su apellido (Lymberaki) por Liberaki (libertad) y escribió Tres veranos (1946), una novela luminosa ambientada en el campo ateniense donde el paisaje y la naturaleza son refugio y consuelo para las protagonistas (quizás también lo fue para su autora en esos momentos de exilio y soledad).
«El sol ha desaparecido de los libros de hoy. Por eso hacen daño en lugar de ayudar a vivir. Usted está entre quienes irradian ese sol«. Albert Camus a Margarita Liberaki.
Tras leer Tres veranos, no se puede estar más de acuerdo con Camus: este libro es tan luminoso y bello como un verano suave y templado en plena naturaleza. Es una historia llena de luz y de esperanza, una historia sobre el paso a la madurez de tres mujeres, pero también la historia de su familia y de ese paisaje de Kifisiá que las acuna, con su flora y su fauna, con sus días de calor y sus lluvias, con sus nieblas y sus promesas. No solamente seduce por sus personajes y la atmósfera tan agradable, evocadora de nuestros veranos de infancia, sino también por la envolvente prosa de Margarita Liberaki que con sus frases cortas crea, a pequeñas pinceladas, un lugar maravilloso transitado por unas mujeres de distintos anhelos. Parte de la belleza en la escritura de autora reside en su ritmo sostenido y alegre, en el continuo cambio de foco de una narradora —Caterina— que es casi omnisciente y que, pese a ese traslado de intimidad de una hermana a otra, sabe mantener una voz única, muy personal y fresca, característica del estilo de Liberaki.
Lector, no te la pierdas.
También te gustará: Canción del ocaso; Verano en English Creek; El món, la meva selva
Las confesiones del señor Harrison, de Elizabeth Gaskell
Todo está tranquilo en el pequeño pueblo de Duncombe y, mientras la noche cae fuera, los hermanos Harrison charlan animadamente junto a la chimenea. Charles le pregunta a Frank cómo conoció a su encantadora esposa y el joven doctor de Duncombe se embarca en una divertidísima narración, llena de equívocos y desastres, sobre su llegada al pueblo y sus aventuras amorosas. En un lugar en donde cuatro de cada cinco habitantes son mujeres, las opciones del doctor Harrison son, quizás, abrumadoras.
«La peça del fons era la meva sala de consultes («la biblioteca», em va aconsellar que l’anomenés), i va donar-me una calavera per posar al capdamunt de la llibreria, on els meus llibres de medicina ocuparien els llocs més visibles, i els de la senyoreta Austen, Dickens i Thackeray, els va col.locar el senyor Morgan, personalment, una mica desordenats, de cap per avall o amb el llom de cara a la paret.«
Elizabeth Gaskell (1810-1865) escribió y publicó Las confesiones del señor Harrison en 1851, una novela corta que, junto con Cranford y La señora Ludlow, forma parte de las llamadas Crónicas de Cranford. Ambientada en la imaginaria localidad de Duncombe, que los estudiosos de la vida de la autora consideran una entrañable referencia al Knutsford de su infancia, es una historia costumbrista con mucho encanto, en la que la trama del interés amoroso y el sentido del humor cobran más protagonismo que en Cranford; aunque también trate sobre los lazos y las anécdotas de convivencia de una pequeña comunidad en la Inglaterra rural victoriana.
Las confesiones del señor Harrison es una historia divertida que he disfrutado muchísimo por su sentido del humor, sus equívocos sobre el interés amoroso del joven doctor protagonista y por reencontrarme con algunos de los personajes que tanto me encandilaron en Cranford. Es ese tipo de historias sobre las que D. E. Stevenson nos decía que a menudo era importante poner el telescopio al revés porque lo interesante resultaba ser lo más pequeño: en una comunidad reducida, lejos del mundanal ruido, parece que no ocurra nada, pero los dimes y diretes, los malentendidos, las envidias, la solidaridad, el amor, la amistad o la conciencia de clase cobran un protagonismo brillante gracias a la habilidad narrativa de Elizabeth Gaskell. La autora, no solo conocía bien esas comunidades porque se había criado en una, sino que además tiene el don de aderezar su simpatiquísima trama con un sinfín de personajes tan humanos como exasperantes. Y atención porque su amor por Dickens, Austen o Thackeray sigue tan presente en sus ficciones como en su vida.
Lector, no importa si la lees antes o después de Cranford porque te va a encantar de todas formas.
También te gustará: Cranford; Villa Vitoria; Fresas silvestres; Trilogía de Candleford; Heatherly
Publicado en Blog
Etiquetado Clásico, feelgood, Literatura británica, Novelas adorables
7 comentarios
Cranford, de Elizabeth Gaskell
De vez en cuando, la joven Mary Smith vuelve al pequeño pueblo de Cranford, en la plácida campiña inglesa, para visitar a la señorita Matty Jenkyns. Pocas cosas han cambiado en la querida villa, donde apenas vive algún caballero y las señoras jamás hablan de su pobreza y todavía observan un rígido protocolo de lo más esnob a la hora de invitarse a merendar. El recuerdo de Deborah Jenkyns y su desacuerdo sobre Dickens con el capitán Brown el dolor por la ausencia de Peter, un viejo amor que nunca termina de olvidarse, las aburridísimas invitaciones de la señora Jamieson y su repelente Carlo, el maldito mayordormo Mulliner acaparador del diario o la novedosa aparición de Lady Glenmire, entre otras muchas anécdotas, componen el minúsculo universo encantador, amable y solidario de las damas de Cranford.
«En primer lugar, Cranford pertenece a las amazonas; todos los residentes de casas por encima de cierta renta son mujeres. Si un matrimonio llega al pueblo para instalarse, el caballero desaparece por alguna razón; bien porque le aterra el hecho de ser el único hombre en las veladas de Cranford, bien porque su regimiento o barco lo reclaman, o porque se pasa toda la semana dedicado al trabajo en la vecina localidad de Drumble, a tan solo veinte millas en ferrocarril. Es decir, por una razón u otra, en Cranford no hay caballeros. ¿Qué harían allí si los hubiera? El doctor tiene una ronda de treinta millas y duerme en Cranford; pero no todos los hombres pueden ser médicos.«
Esta ha sido mi segunda lectura de Cranford, de Elizabeth Gaskell, posiblemente la obra breve más famosa de la autora y, hasta la fecha, mi preferida. Aunque se editó por primera vez en un solo volumen, en 1853, con anterioridad a Norte y sur (1855), Gaskell la escribió y publicó por entregas entre los años 1851 y 1852 en la revista Household Words, dirigida por su colega Charles Dickens. Mi relectura ha sido un poco accidentada, por circunstancias personales, pero el buen recuerdo que tenía de esta encantadora e ingeniosa historia ha crecido, excepto por el detalle de que prefiero la traducción de María Faidella (Alba Editorial, 2012).
Además de disfrutar con este compendio de anécdotas, cuyo hilo conductor es la pequeña comunidad de Cranford, y apreciar el sentido del humor, la ironía de Elizabeth Gaskell y el encanto de sus personajes tan bien perfilados, esta vez me ha llamado la atención la habilidad de la autora para dejar entrever cuestiones de la realidad histórica de mediados del siglo XIX pese al tono idílico de su comunidad. En este sentido, por ejemplo, encontramos algunas consecuencias de las guerras napoleónicas de las primeras décadas del XIX, se cuelan de refilón los primeros síntomas de la Revolución Industrial pese a hallarnos en la campiña —cuestión que Gaskell trataría con más profundidad en Norte y sur— y entrevemos una quiebra bancaria y el gran problema de las damas europeas de la época: ¿cómo podían ganarse la vida si no tenían acceso a la educación y la sociedad y la moral religiosa censuraban con tanto ahínco que se ganaran el pan con el sudor de su frente? Como sucede en las mejores novelas, tras su aparente encanto y sencillez, Cranford es un sutil reflejo de su tiempo además de una obra literaria que sigue robándonos el corazón.
Lector, vuelve a Cranford siempre que lo necesites, te espera, inmutable.
También te gustará: La hija de Robert Post; Villa Vitoria; Trilogía de Candleford; Heatherley
Publicado en Blog
Etiquetado Clásico, Cozy, feelgood, Literatura británica, Novelas adorables
9 comentarios
Mariana, de Monica Dickens
Durante la Segunda Guerra Mundial, Mary y su perro Bingo pasan unos días en la aislada campiña de Little Creek End en busca de paz y sosiego. Pero cuando la radio comunica la terrible noticia del hundimiento del destructor de la Maria Real Inglesa Phantom por una mina submarina, el mundo se detiene para Mary; su marido era uno de los oficiales de ese barco. Presa de la más terrible desesperación, se va a la cama a la espera de que amanezca y pueda acercarse al pueblo para comunicarse con Londres y pedir noticias sobre los supervivientes. Sabe que tiene por delante una terrible noche en blanco, quizás por eso el único consuelo que le queda es recordar cómo ha llegado hasta allí. Sus vacaciones infantiles en Charbury, el primer amor, la vida en casa de su encantadora madre, con su tío actor y su mundo bohemio y desordenado, sus desengaños profesionales y personales, el día en el que supo que amaba a su futuro marido,… Todo lo que la ha llevado a ese preciso instante y la ha convertido en la persona que es ahora es lo único que la mantiene cuerda durante su espantosa espesa.
«¡Por Dios, no te tomes la vida tan en serio, pase lo que pase! Tienes que sacarle el jugo a cada minuto; lo comprenderás cuando seas tan vieja que ya no puedas disfrutarla como ahora.«
Monica Dickens, bisnieta del gran Charles Dickens, sirvió como enfermera durante la Segunda Guerra Mundial, una experiencia que marcó su vida y que tuvo su reflejo literario en One Pair of Feet (adaptada al cine con el título de The Lamp Still Burns). Las novelas de la autora, que señalaban con socarrón tino las absurdidades e hipocresías de la sociedad de su época, tuvieron muy buena acogida entre la crítica y los lectores británicos de los años 40 y 50, pero su fama fue declinando hacia finales del siglo XX y tras su muerte, en 1992, casi cayó en el olvido, hasta que Persephone Books reeditó, en 1999, Mariana.
En 2022, Editorial Trotalibros ha editado en castellano Mariana, una novela de aprendizaje, con pinceladas autobiográficas, el humor que caracteriza a la autora y toneladas de encanto en la Inglaterra de entreguerras. Su título hace referencia al poema homónimo, de 1830, de Alfred Tennyson, que toma la idea de la Mariana de Medida por Medida de William Shakespeare («Mariana in the Moated Grange«), la mujer que es abandonada por el hombre al que ama. El poema de Tennyson trata sobre la soledad y el aislamiento —temas recurrentes en su obra— y termina con la duda de si el amante de Mariana volverá o no y de cómo esa espera tan terrible la hace desear la muerte. El personaje de Tennyson sirvió de inspiración a una pintura de John Everett Millais y a la novela Ruth, de Elizabeth Gaskell, además de al título de Monica Dickens. Pero aunque la Mary de Dickens también espera el incierto regreso de su amante y a lo largo de su experiencia vital a menudo siente que no encaja en su sociedad, queda lejos del desgarrador dramatismo del poema de Tennyson (atención al guiño de la autora al respecto cuando a Mary le toca recitar un fragmento de Mariana, de Tennyson, en una de las escenas de su época teatral).
«Pero Mariana se equivocaba. Uno no podía morirse. Había que seguir adelante. Al nacer se nos confía una individualidad que estamos obligados a conservar. Es un gran tesoro. Las cosas que nos suceden en la vida, por mucho que tengan que ver con otras personas, desarrollan y refuerzan esa individualidad y nos convierten en personas.
Nada de lo que suceda en la vida puede borrar el hecho de que yo soy yo. Tengo que seguir siendo yo.«
Aunque el título de Monica Dickens se refiera a un personaje trágico y el arranque de la novela sea de un dramatismo terrible, no tema el lector; Mariana es una novela optimista que narra con mucho encanto y cierto sentido del humor la historia de su protagonista, una chica que se equivoca y se pierde a menudo entre personas y lugares que no van con ella, pero que finalmente encuentra la pieza que dota de sentido a su existencia sin renunciar a su individualidad. Con una prosa ágil y un registro amable y sencillo, Monica Dickens caracteriza con mucha gracia un buen elenco de personajes peculiares que entran, salen o permanecen en la vida de Mary para hacerle la existencia imposible, romperle el corazón o acompañarla con cariño. Una historia y una protagonista que reflejan muy bien el sentido de la búsqueda, el sentimiento de no encajar, lo absurdas que resultan a veces las convenciones sociales y la capacidad de mantener la esperanza incluso en los momentos más oscuros de la Historia. El magnífico final borda el espíritu de Mariana.
Lector, cambiar para encajar es rendirse.
También te gustará: Cluny Brown; El árbol de la nuez moscada; El fantasma y la señora Muir; Fresas silvestres; Villa Vitoria; Adiós, señor Chips
Publicado en Blog
Etiquetado Clásico, feelgood, Literatura británica, Novelas adorables
18 comentarios
El bazar de la cebra con lunares, de Raphaëlle Giordano
Basile Vega, un inventor optimista y siempre rebosante de ideas, pone en marcha una pequeña tienda conceptual en la pequeña ciudad de Mount-Venus. Su intención es abrir la mente de sus clientes, ayudarles a estimular el lado derecho del cerebro, el que se encarga de la emoción, la intuición y la creatividad y, de paso, contrarrestar el gran mal de nuestro tiempo: el tener, el consumismo extremo. Al poco de abrir su tienda, El Bazar de la Cebra con Lunares, conoce a Arthur, un adolescente perseguido por el fracaso escolar y con un don excepcional para el arte pictórico. Aunque Basile todavía no lo sabe, en cuanto le tiende una mano al joven, se estará salvando a sí mismo de los fantasmas del pasado porque si Arthur tiene miedo a ser abandonado, él tiene el mismo miedo de echar raíces. El problema es que la facción más conservadora de Mount-Venus no está dispuesta a tolerar comercios que estimulen la creatividad y el pensamiento crítico de la población; ¿desde cuándo el pueblo piensa por sí mismo? Es peligroso.
«Giulia no estaba a la altura de lo que se supone que hay que hacer para encajar en los criterios actuales que cumplen las personas felices y equilibradas. ¿Cómo reconocer en voz alta, por ejemplo, que nunca había conseguido hacer yoga porque era incapaz de permanecer quieta? ¿O confesar que no le gustaba ni la quinoa ni el bulgur y que los encontraba insípidos, pese a sus virtudes para la salud?«
Grijalbo Ediciones
304 páginas
Fecha de publicación: 2 de junio de 2022
ISBN: 9788425360961
Raphaëlle Giordano es una escritora y pintora parisina especialista en creatividad y en gestión del estrés a través del cambio de pensamiento. Es autora de Tu segunda vida empieza cuando descubres que solo tienes una, El día en que los leones comerán ensalada verde, Cupido tiene las alas de cartón y El bazar de la cebra con lunares, todas ellas historias originales e ingeniosas que ofrecen, a través de una trama agradable y personajes singulares, una perspectiva distinta e innovadora sobre algún aspecto importante de nuestras vidas ajetreadas de ciudadanos del siglo XXI.
El bazar de la cebra con lunares es una historia sobre vencer los miedos y sobre cambiar de rumbo cuando nuestra vida no nos aporta satisfacción ni felicidad. Con una prosa sencilla y un ritmo gramatical de frases concisas y contundentes, Giordano nos plantea con claridad abrumadora la necesidad de cambiar de paradigma cuando el dolor, el estrés, la pena o la soledad nos come. No se trata de una novela de autoayuda sino de un ejemplo optimista y muy ingenioso de la necesidad de estimular nuestro pensamiento más creativo, emotivo e intuitivo, como bien señala Basile Vega. Los capítulos son cortos y van al grano, no sobra ni una sola página, el planteamiento es muy realista y el estilo de la autora es agradable y luminoso. Aunque es una historia en la que las emociones tienen protagonismo, la autora huye de expresiones sentimentaloides o cursis (nada de clichés motivacionales) y ofrece al lector, en un estilo fresco y muy personal, un cúmulo de ideas curiosas que invitan a seguir trabajando en ellas.
Me ha gustado muchísimo la relación de Giulia y Arthur, madre e hijo adolescente, por su realismo cotidiano. La autora se pone en la piel de una madre divorciada atrapada en un trabajo estresante en el que se desaprovechan sus talentos, pero también, en la de un hijo atrapado entre la rabia de su fracaso escolar, las ganas de expresarse y la tristeza de sentir que decepciona a su madre. Su relación, además de realista, resulta conmovedora y muy emotiva, y evoluciona y se resuelve de manera coherente y sin finales de cuentos de hadas. Todos los protagonistas están muy bien construidos y siguen una evolución interesante y bien sustentada, como el personaje de Basile, detonante de los cambios que van a suceder a los habitantes de Mount-Venus y superdotado de manual, o Louise Morteuil, con ese discurso tan inflexible que conocemos bien porque lo escuchamos a diario en el altavoz de algunos políticos.
Lector, una ficción de aplicaciones realistas, encantadora, original e inspiradora.
También te gustará: El resto de sus vidas; La mujer de la libreta roja; El devorador de libros