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Bienvenidos a High Rising, de Angela Thirkell
Laura Morland es una joven viuda que mantiene a su familia publicando lo que ella misma define como «buenos malos libros» de intriga. Siempre que llegan las vacaciones escolares, se traslada con su adorable hijo Tony (una cotorra sin remedio que amenaza con enloquecerla con sus interminables charlas sobre trenes) a su casa en el campo, en la agradable y tranquila localidad de High Rising. Sin embargo, las vacaciones no están resultando tan apacibles como ella quisiera debido a las visitas de su encantador editor londinense y de su amiga Amy, la preocupación de su secretaria por salvar a su vecino escritor de las garras de una chiflada, las tramas de cotilleos de Stoker y los desvelos del doctor Ford que, después de todo, parece encandilado con Anne Todd. Con tanta gente entrando y saliendo de su casa y haciéndola partícipe de sus temores, la pobre Laura solo tiene ganas de quedarse en la cama leyendo cozy mystery.
«—Pero igual no es de su agrado —repuso Laura con su voz grave—. No es para intelectuales. Tengo que ganarme el pan, nada más. Mire, mi marido solo fue un gasto para mí mientras vivió y, naturalmente, tampoco me ayuda ahora que está muerto, aunque, eso sí, me sale menos caro. El caso es que se me ocurrió que podría escribir unos buenos libros mediocres para ayudar con la educación de los chicos.
—¿Buenos libros mediocres?
—Sí. No libros brillantes, ya me entiende, sino buenos libros de segunda. Es todo lo que podría hacer —dijo con seriedad.«
Bienvenidos a High Rising (1933) es la segunda novela que leo de la novelista británica Angela Thirkell (Londres, 1890-Bramley, 1961) y me ha gustado tanto como la divertidísima Fresas silvestres (1934), que editó Gatopardo con anterioridad (y ya van por la cuarta reimpresión). Angela Thirkell era nieta de Edward Burne-Jones, pariente de Rudyard Kipling, Stanley Baldwin y J. M. Barrie, sin embargo, como su encantadora protagonista Laura Morland, ella siguió su propio camino literario para sacar adelante a sus hijos. Bienvenidos a High Rising es la primera novela de la saga ambientada en el condado ficticio de Barsetshire (inventado por Anthony Trollope) que esperamos seguir disfrutando por muchos años pues la bibliografía de la autora todavía nos traerá muchas alegrías y encanto desde la campiña inglesa.
Algo más sobria y con diálogos más reposados que Fresas silvestres (quizás por la experiencia de la autora), Bienvenidos a High Rising es una comedia de enredos y equívocos con un trasfondo muy literario y unos personajes femeninos que se llevan de calle todo el protagonismo por méritos propios. Divertida y con mucho encanto, es perfecta para desconectar y pasar un buen rato conociendo a los peculiares habitantes de Rising, de quienes sabremos más en la próximas entregas de la saga (atención a Stoker, que promete dar mucho juego). Detalles como Laura leyendo cozy mystery para desconectar, el encanto infantil de Tony y su obsesión por los trenes, las escenas escolares o el pequeño romance con manuscrito inédito de por medio son algunos de los puntos que salpimentan esta agradable lectura y que nos dejan un poso de nostalgia cuando nos despedimos de sus personajes al terminar la novela.
Lector, unas vacaciones maravillosas en la campiña inglesa.
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Etiquetado Clásico, feelgood, humor literario, Literatura británica, Novelas adorables
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El señor Wilder y yo, de Jonathan Coe
Calista Frangopoulou es una compositora de bandas sonoras cinematográficas que vive en Londres, junto con su marido y sus hijas gemelas. Al final de la cincuentena, se encuentra en un bloqueo creativo y con la terrible sensación de que sus hijas ya no la necesitan: Ariane se va a estudiar a Australia y Fran, que irá a Oxford el próximo otoño, se encuentra en una encrucijada vital que se empeña en resolver sola. Un poco triste y angustiada, Calista recurre a un buen brie, aunque nunca ningún queso ni ningún vino se acercarán siquiera a la felicidad de la cata de aquel día en el que ella y Billy Wilder llegaron tremendamente tarde al rodaje de Fedora. Ya han pasado muchos años desde que Calista conoció al señor Wilder y a Iz Diamond, en Los Ángeles, pero se acuerda a la perfección, como si aquel tiempo, aquellos grandes genios del cine, pudiesen ser fáciles de olvidar.
«Y me di cuenta de que, para un hombre como él, un hombre esencialmente melancólico, un hombre para el que este mundo cruel solo podía ser una fuente de amargura y desilusión, el sentido del humor no era solo algo bonito sino algo necesario, que contar un buen chiste podía aportar un momento, fugaz pero maravilloso, en el que la vida tenía un extraño sentido y ya no parecía ni azarosa ni caótica ni inescrutable. Me alegró pensar que en medio de todos los problemas espinosos del mundo seguía conservando aquella fuente de consuelo.«
Jonathan Coe es un novelista inglés que empezó su carrera literaria a finales del siglo pasado y que se caracteriza por su mirada divertida y crítica sobre la Inglaterra de su época. El señor Wilder y yo es la primera novela que leo del autor y, aunque se aleja un poco de esa crítica agridulce sobre su país y compatriotas, me ha parecido una puerta de entrada maravillosa para asomarme a su narrativa.
El señor Wilder y yo es una historia nostálgica y evocadora, un homenaje precioso a Billy Wilder y a Iz Diamond, pero también a su concepción del cine, a sus sentido del humor y al ocaso de un mundo terriblemente marcado por los horrores de la Segunda Guerra Mundial (atención al extraordinario testimonio de una generación de cineastas que tuvieron que huir de Alemania para sobrevivir y al espantoso pasaje sobre el metraje de película rodado en los campos de concentración nazis). El estilo de Jonathan Coe me ha parecido directo e inteligente, que se vuelve evocador cuando la historia lo requiere, pero también conciso y brillante. Me ha encantado Calista, su protagonista, y lo vívidas que resultan las anécdotas alrededor de Wilder, Diamond y el rodaje de Fedora, una película que sobre todo va de «un viejo productor de cine que intenta hacer una película nada acorde con los tiempos«. Jonathan Coe tiene un talento especial para recrear los diálogos de dos personajes reales tan peculiares y volverlos creíbles para el lector a la vez que les rinde un sentido homenaje —a ellos, a sus películas y al cine de su época— con un sentido del humor muy acorde al del mismo Wilder. El espíritu del libro, el ritmo, el sentido del humor, la nostalgia, la historia, los personajes, las notas biográficas, las anécdotas reales… todo converge en una novela agridulce, llena de encanto y excelentemente bien escrita.
Lector, si lees esta novela te entrarán muchas ganas de ver las películas de Billy Wilder, pero también El bazar de las sorpresas de Ernst Lubitsch.
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La excavación, de John Preston
En el verano de 1939, en vísperas del estallido de la Segunda Guerra Mundial, Edith Pretty, propietaria de Sutton Hoo, en Suffolk, decide excavar los túmulos de sus tierras con la esperanza de hallar algún tesoro perdido. La señora Pretty, viuda y a cargo de su hijo pequeño Robert, siente que se le acaba el tiempo para llevar a cabo un proyecto con el que ya soñaba cuando su marido estaba vivo por lo que, convencida de que será ágil, pide ayuda a Basil Brown, un arqueólogo autodidacta e independiente de la zona. Las probabilidades de encontrar algo en esos viejos túmulos es muy pequeña pues, desde la Edad Moderna, los saqueadores han pasado por allí. Contra todo pronóstico, Brown encuentra lo que parece un barco funerario y, de repente, el yacimiento de Sutton Hoo salta a los medios de comunicación: en las tierras de Edith Pretty descansa uno de los mayores tesoros arqueológicos encontrados en suelo británico. La llegada de los expertos del British Museum cambiará para siempre la vida tranquila de los Pretty.
«Durante todo ese tiempo había estado dando por sentado que el barco de Sutton Hoo era vikingo. Ni siquiera me había permitido retroceder más. Pero ¿y si era anglosajón? ¿Y no solo anglosajón, sino anglosajón temprano? Evidentemente, eso dio alas a mis ideas. Y de qué manera. Aparte de todo lo demás, esa hipótesis hacía que el barco fuese mucho más antiguo de lo que yo pensaba. Hasta trescientos años de antigüedad: anglosajón temprano abarcaba los siglos V y VI, lo que situaría la nave en la Alta Edad Media.«
John Preston es un periodista, editor y novelista británico que, en 2007, publicó La excavación, un libro alrededor del descubrimiento del tesoro de Sutton Hoo que entrelaza con habilidad ficción con acontecimientos históricos durante el verano de 1939. Preston es sobrino de Peggy Piggott, una de las arqueólogas que trabajaron en el yacimiento antes de que tuviese que cerrarse y protegerse de los bombardeos nazis y que en la novela tiene un papel protagonista de tintes románticos. Llegué a este libro por su adaptación cinematográfica del mismo título, que puede verse en Netflix protagonizada por Carey Mulligan, Ralph Fiennes y Lily James. Novela y película son muy similares y ambas me han parecido delicadas, bellas y conmovedoras.
John Preston noveliza el descubrimiento del barco funerario de 24 metros de eslora en Sutton Hoo durante los meses del verano de 1939 a través de la ficticia narración en primera persona de sus tres personajes protagonistas: Edith Pretty, Basil Brown y Peggy Piggott. La narración fluye con rapidez y emoción en la voz del enérgico señor Brown, sosegada y melancólica cuando se trata de Pretty, y apasionada a cargo de la joven y perdida Peggy. Esta narración a tres voces, con el breve colofón final de un Robert Pretty adulto contándole al lector cuál fue el destino del tesoro años después de su descubrimiento, dota a la novela de ritmo, calidez y una profunda y conmovedora visión sobre el miedo, la soledad y el olvido que acompaña a los seres humanos en distintos momentos de su vida. La prosa de Preston es correcta, precisa y elegante, y sabe equilibrar con delicadeza y mucho acierto la ficción y los hechos reales de la historia que narra para que transcienda más allá de la crónica de uno de los hallazgos arqueológicos más importantes del siglo XX en Europa.
Lector, no importa si lees antes el libro y ves después la película o al revés, las dos son bellísimas.
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Los vecinos de Lady Chester, de Emily Eden
La joven Lady Chester pasa los últimos meses de su embarazo en la apacible villa de Pleasence, una casa adosada a orillas del río, a las afueras de Londres, mientras su marido cumple una misión en Berlín. Muy pronto, los temores de la bella y encantadora Lady Chester sobre las molestias de sus vecinas se verán superados cuando conozca a la educada y simpática familia Hopkinson, que la acompañarán en sus agradables conspiraciones para favorecer los noviazgos más prometedores, velar por la prosperidad del vicario o esquivar a la baronesa Sampson, la más insoportable y esnob de todos los londinenses.
«—Bien, tía —dijo Blanche—, si usted admite con sinceridad que la señora Hopkinson sí está gorda, sí lleva mitones y sí que sabe lo que ocurre en mi cocina, con gusto yo le concederé que es una vecina muy hospitalaria y que su salón seco resulta muy cómodo tras haber estado en nuestra pérgola mojada.
—Deberías añadir, querida, que una casa adosada tiene sus ventajas: si una mitad arde, puedes refugiarte en la otra.«
Emily Eden (1797-1869) fue una poeta y novelista británica cuya holgada situación financiera como séptima hija del barón de Auckland le permitió no contraer matrimonio y dedicarse a la literatura por vocación y no como medio de sustento. Las novelas más célebres de Eden fueron The Semi-Attached Couple (Una pareja casi perfecta) y The Semi-Detached House (Los vecinos de Lady Chester) que fueron publicadas por primera vez en Inglaterra en 1860 y en 1859, respectivamente. Aunque Los vecinos de Lady Chester fue publicada meses después de su escritura, no ocurre lo mismo con Una pareja casi perfecta, que fue escrita en 1829, todavía en época de Regencia, por lo que al comparar ambas novelas no solo se nota la evolución narrativa de su autora sino también el cambio socio-cultural de la época. Y aunque en ambas historias puede encontrarse el encanto, el sentido del humor y la admiración que Emily Eden sentía por Jane Austen, Los vecinos de Lady Chester es una obra más madura y mejor ejecutada.
Los vecinos de Lady Chester es una novela divertida y con mucha chispa, perfecta para acompañar nuestras tardes de verano. Destaca por lo ingenioso de la narración, por el sentido del humor y por unos personajes de mucho carácter muy bien construidos. La influencia austenita es innegable y el talento de Emily Eden consigue analizar con precisión y brillantez las relaciones humanas, bien enmarcadas en su contexto histórico, de un grupo de personas de diferente clase social a las afueras de Londres. Entre líneas, la autora señala cómo la verdadera elegancia reside en la educación, la amabilidad y la empatía y cómo esta huye del esnobismo y la vulgaridad (en este caso, los elegantes encarnados en una aristocracia de viejo abolengo y, los vulgares, en unos nuevos ricos especuladores). Me ha gustado incluso más que Una pareja casi perfecta, por la maestría de la autora en la narración y los diálogos y por la inteligencia y la sutilidad de sus capítulos. Es genial que las editoriales recuperen en castellano estas pequeñas joyas literarias con tanto encanto, son un regalo y un remanso de paz. La pena es que la traducción no ha seguido el juego de los títulos originales de Emily Eden (como las novelas son «mellizas» hubiese estado bien que ambas las hubiese publicado la misma editorial y que se hubiese mantenido ese juego) y que el diseño de cubierta, en mi opinión, resulta poco favorecedor.
Lector, para irse de vacaciones a Pleasance.
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Un crimen con clase, de Julia Seales
La joven Beatrice es la mayor de las tres hermanas Steele y su vida en la campiña cenagosa de Swampshire, junto a las ranitas fosforescentes, empieza a quedársele pequeña. Beatrice sueña con ser una gran detective y resolver los más truculentos asesinatos, como su ídolo londinense, el inspector sir Lawrence Huxley. Pero en Swampshire nunca pasa nada interesante, excepto, quizás, el baile de los Ashbrook, un acontecimiento que su madre y su hermana Louisa esperan con ansiedad pues, este año, acudirá uno de los solteros más codiciados del condado. Pero lejos de resultar un pasatiempo de sociedad en el que pescar un buen marido, el baile de los Ashbrook se convertirá en escenario de una noche de pesadilla en donde asesinos, ladrones, fantasmas, damas rebeldes y donjuanes de dudosa reputación protagonizarán los sucesos más terribles que se recuerdan en la localidad. A Beatrice no solo se le presentará la oportunidad de investigar la horrible tragedia junto al enigmático detective Vivek Drake, socio de sir Huxley, sino también descubrirá que el camino que siempre ha deseado seguir no está tan fuera de su alcance como había temido… siempre y cuando sobreviva a la noche más alocada de su vida.
«En la campiña inglesa había un pequeño municipio llamado Swampshire (Condado del pantano), que comprendía varias mansiones preciosas y un pantano repugnante. Era el hogar (una de las mansiones, no el pantano) de Beatrice Steele. En la ciénaga vivía una superpoblación de ranas fluorescentes. El efecto visual por la noche era magnífico, aunque el incesante croar desanimaba a algunos de los que, de otro modo, quizás hubieran elegido habitar en esa encantadora aldea.«
Un crimen con clase es la primera novela de Julia Seales, una guionista norteamericana que estudió filología inglesa en la Universidad de Vandervilt y que en la actualidad reside en Los Ángeles. Enamorada de Inglaterra y admiradora de la obra de Jane Austen y de las novelas clásicas de misterio, Seales auna sus pasiones en esta alocada historia ambientada en un lugar ficticio de la campiña inglesa, a principios del siglo XIX.
Divertida, simpática y con el buen ritmo de las comedias clásicas de Hollywood, Un crimen con clase es un cozy mystery cuyas páginas vuelan entre nuestros dedos para alegrarnos las tardes de verano. Desde un punto de vista y un sentido del humor muy norteamericanos, Seales utiliza los tópicos de las novelas góticas, románticas y costumbristas ambientadas en época de regencia inglesa a favor de una trama con tintes de misterio clásico que resulta divertidísima por la galería de enloquecidos personajes que desfilan por sus páginas. De diálogos ágiles, protagonistas excéntricos, descripciones breves y ritmo sostenido, Un crimen con clase es una parodia fresca y sin complejos (atención al guiño a Orgullo y prejuicio o a Jane Eyre, entre otros clásicos literarios del XIX), de lo más entretenida, que invita al lector a disfrutar de unas horas de evasión con este whodunit desternillante.
Lector, descansa y sonríe, que viene Beatrice Steele.
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