Archivo de la etiqueta: feelgood

Los vecinos de Lady Chester, de Emily Eden

La joven Lady Chester pasa los últimos meses de su embarazo en la apacible villa de Pleasence, una casa adosada a orillas del río, a las afueras de Londres, mientras su marido cumple una misión en Berlín. Muy pronto, los temores de la bella y encantadora Lady Chester sobre las molestias de sus vecinas se verán superados cuando conozca a la educada y simpática familia Hopkinson, que la acompañarán en sus agradables conspiraciones para favorecer los noviazgos más prometedores, velar por la prosperidad del vicario o esquivar a la baronesa Sampson, la más insoportable y esnob de todos los londinenses.

«—Bien, tía —dijo Blanche—, si usted admite con sinceridad que la señora Hopkinson sí está gorda, sí lleva mitones y sí que sabe lo que ocurre en mi cocina, con gusto yo le concederé que es una vecina muy hospitalaria y que su salón seco resulta muy cómodo tras haber estado en nuestra pérgola mojada.
—Deberías añadir, querida, que una casa adosada tiene sus ventajas: si una mitad arde, puedes refugiarte en la otra.«

Emily Eden (1797-1869) fue una poeta y novelista británica cuya holgada situación financiera como séptima hija del barón de Auckland le permitió no contraer matrimonio y dedicarse a la literatura por vocación y no como medio de sustento. Las novelas más célebres de Eden fueron The Semi-Attached Couple (Una pareja casi perfecta) y The Semi-Detached House (Los vecinos de Lady Chester) que fueron publicadas por primera vez en Inglaterra en 1860 y en 1859, respectivamente. Aunque Los vecinos de Lady Chester fue publicada meses después de su escritura, no ocurre lo mismo con Una pareja casi perfecta, que fue escrita en 1829, todavía en época de Regencia, por lo que al comparar ambas novelas no solo se nota la evolución narrativa de su autora sino también el cambio socio-cultural de la época. Y aunque en ambas historias puede encontrarse el encanto, el sentido del humor y la admiración que Emily Eden sentía por Jane Austen, Los vecinos de Lady Chester es una obra más madura y mejor ejecutada.

Los vecinos de Lady Chester es una novela divertida y con mucha chispa, perfecta para acompañar nuestras tardes de verano. Destaca por lo ingenioso de la narración, por el sentido del humor y por unos personajes de mucho carácter muy bien construidos. La influencia austenita es innegable y el talento de Emily Eden consigue analizar con precisión y brillantez las relaciones humanas, bien enmarcadas en su contexto histórico, de un grupo de personas de diferente clase social a las afueras de Londres. Entre líneas, la autora señala cómo la verdadera elegancia reside en la educación, la amabilidad y la empatía y cómo esta huye del esnobismo y la vulgaridad (en este caso, los elegantes encarnados en una aristocracia de viejo abolengo y, los vulgares, en unos nuevos ricos especuladores). Me ha gustado incluso más que Una pareja casi perfecta, por la maestría de la autora en la narración y los diálogos y por la inteligencia y la sutilidad de sus capítulos. Es genial que las editoriales recuperen en castellano estas pequeñas joyas literarias con tanto encanto, son un regalo y un remanso de paz. La pena es que la traducción no ha seguido el juego de los títulos originales de Emily Eden (como las novelas son «mellizas» hubiese estado bien que ambas las hubiese publicado la misma editorial y que se hubiese mantenido ese juego) y que el diseño de cubierta, en mi opinión, resulta poco favorecedor.

Lector, para irse de vacaciones a Pleasance.

También te gustará: Una pareja casi perfecta; Orgullo y prejuicio; Evelina; Reencuentro; Preciosa Polly Pemberton; Cortejo en la catedral

Publicado en Blog | Etiquetado , , , , , | 18 comentarios

Un crimen con clase, de Julia Seales

La joven Beatrice es la mayor de las tres hermanas Steele y su vida en la campiña cenagosa de Swampshire, junto a las ranitas fosforescentes, empieza a quedársele pequeña. Beatrice sueña con ser una gran detective y resolver los más truculentos asesinatos, como su ídolo londinense, el inspector sir Lawrence Huxley. Pero en Swampshire nunca pasa nada interesante, excepto, quizás, el baile de los Ashbrook, un acontecimiento que su madre y su hermana Louisa esperan con ansiedad pues, este año, acudirá uno de los solteros más codiciados del condado. Pero lejos de resultar un pasatiempo de sociedad en el que pescar un buen marido, el baile de los Ashbrook se convertirá en escenario de una noche de pesadilla en donde asesinos, ladrones, fantasmas, damas rebeldes y donjuanes de dudosa reputación protagonizarán los sucesos más terribles que se recuerdan en la localidad. A Beatrice no solo se le presentará la oportunidad de investigar la horrible tragedia junto al enigmático detective Vivek Drake, socio de sir Huxley, sino también descubrirá que el camino que siempre ha deseado seguir  no está tan fuera de su alcance como había temido… siempre y cuando sobreviva a la noche más alocada de su vida.

«En la campiña inglesa había un pequeño municipio llamado Swampshire (Condado del pantano), que comprendía varias mansiones preciosas y un pantano repugnante. Era el hogar (una de las mansiones, no el pantano) de Beatrice Steele. En la ciénaga vivía una superpoblación de ranas fluorescentes. El efecto visual por la noche era magnífico, aunque el incesante croar desanimaba a algunos de los que, de otro modo, quizás hubieran elegido habitar en esa encantadora aldea.«

Un crimen con clase es la primera novela de Julia Seales, una guionista norteamericana que estudió filología inglesa en la Universidad de Vandervilt y que en la actualidad reside en Los Ángeles. Enamorada de Inglaterra y admiradora de la obra de Jane Austen y de las novelas clásicas de misterio, Seales auna sus pasiones en esta alocada historia ambientada en un lugar ficticio de la campiña inglesa, a principios del siglo XIX.

Divertida, simpática y con el buen ritmo de las comedias clásicas de Hollywood, Un crimen con clase es un cozy mystery cuyas páginas vuelan entre nuestros dedos para alegrarnos las tardes de verano. Desde un punto de vista y un sentido del humor muy norteamericanos, Seales utiliza los tópicos de las novelas góticas, románticas y costumbristas ambientadas en época de regencia inglesa a favor de una trama con tintes de misterio clásico que resulta divertidísima por la galería de enloquecidos personajes que desfilan por sus páginas. De diálogos ágiles, protagonistas excéntricos, descripciones breves y ritmo sostenido, Un crimen con clase es una parodia fresca y sin complejos (atención al guiño a Orgullo y prejuicio o a Jane Eyre, entre otros clásicos literarios del XIX), de lo más entretenida, que invita al lector a disfrutar de unas horas de evasión con este whodunit desternillante.

Lector, descansa y sonríe, que viene Beatrice Steele.

También te gustará: Penélope, una alocada novela de Regencia; El dandi; Aquí hay veneno; Colección de misterios de Regencia con humor

Publicado en Blog | Etiquetado , , | 12 comentarios

El arte de la domesticación de los frutales, de Bernd Brunner

Es imposible acercarse a la domesticación de los frutales y a la evolución de los huertos desde una perspectiva aislada, pues la forma que adoptan estos cultivos refleja las condiciones de la época en la que fueron creados y trabajados. La historia de frutales y humanos corre de la mano desde la prehistoria y, quizás, desde los primeros homínidos, pues se sabe que los frutales influyeron en la evolución: los primates que comen frutos poseen, al menos, un 25% más de capacidad cerebral que los que solo comen hojas pues deben buscar, observar el punto de maduración, abrir, extraer (herramientas), etc. Bernd Brunner nos traza un camino, agradable y aromático, bajo la sombra de palmeras y manzanos, a través de la historia de los árboles frutales y su domesticación; desde los sistemas de riego de Mesopotamia y Egipto, pasando por la investigación y primeros injertos de griegos y romanos, hasta los jardines de Versalles o las manzanas de Thomas Jefferson en Monticello, hasta el presente, en el que la innovación tecnológica más avanzada recurre a los métodos tradicionales (ovejas contra las malas hierbas, arañas como control de plagas, etc.) para cultivos más sostenibles y apetitosos. Un ensayo bellísimo sobre la historia, el arte, la naturaleza, la biología y la fruta.

«¿Quién no querría pasar una cálida tarde de verano a la sombra de unos viejos frutales, con un libro, por ejemplo?, (¿incluso con este, tal vez?). Para mucha gente, el huerto evoca recuerdos de los días sin preocupaciones de la infancia. Se ven jugando a la sombra de un manzano, apenas capaces de esperar a que el fruto madure. Siempre había alguien que caía en la tentación y mordía una manzana todavía verde y ácida. A medida que el verano se acercaba a su fin, el aroma a fruta madura iba invadiendo el ambiente.«

Editorial Libros del Jata
Fecha de publicación: abril de 2023
286 páginas
ISBN: 9788416443192

Bernd Brunner (Berlín, 1964) es un investigador, articulista y ensayista, autor del genial Cuando los inviernos eran inviernos, Ornitomanía o El llibre de la magrana, entre otros títulos y artículos de reconocido prestigio por el público y la crítica. La magia de los libros de Brunner reside en que aborda la cuestión de su interés desde puntos de vista históricos, antropológicos, geográficos, científicos, culturales, artísticos e incluso literarios, ofreciendo a los lectores un caleidoscopio maravilloso alrededor de un tema concreto. En El arte de la domesticación de los frutales. Una historia cultural de los huertos vuelve a deslumbrarnos con su enfoque multidisciplinar ofreciéndonos un viaje a través de la historia de los frutales, pero también tocado por la magia de Renoir, de Arcimboldo, del origen del Ashmolean, de las jaquecas de Nietzsche, de Goethe y sus limoneros, del Versalles de La Quintinie o del palacio de Kensington de William Forsyth.

«Para impresionistas como Camille Pissarro o Joaquín Sorolla, los huertos y las plantaciones estaban inundadas de luz estival y la fragancia de las flores ofrecía un agradable contraste con las exigencias de la modernidad: eran refugios, lugares para la reflexión y ensoñaciones llenas de impresiones sensoriales.«

El arte de la domesticación de los frutales es un ensayo que se lee con placer y curiosidad, por la cantidad de anécdotas y datos extraordinarios alrededor de los árboles frutales y su cultivo a lo largo de la historia, pero también por la agradable prosa y la gracia narrativa de su autor, así como por su precisa y diversa documentación. He disfrutado en especial del descubrimiento de una ley del siglo XVI que obligaba a las parejas a plantar seis árboles frutales y cuidar de ellos como paso previo a obtener la licencia de matrimonio (fruta para combatir las hambrunas); del repaso a algunas de las festividades ancestrales, como Yule, Beltane o Sakura y su relación con los frutales; o el estudio alrededor de los oasis y de otros lugares en donde el cultivo de frutales podría parecer dificultoso. También son interesantes las reflexiones finales del autor sobre las modas que obligan a los productores actuales a ajustarse a la tiranía del mercado (de las 17.000 variedades de manzanas que se conocían, en la actualidad han desaparecido 13.000, y de las variedades restantes solo 15 copan el 90% del consumo, siendo la Red delicious la más vendida) y a la preocupación sobre el futuro de los cultivos.

Sin embargo, El arte de la domesticación de los frutales tiene un final esperanzador. Si, como observaba Bernd Brunner al principio de su libro, «la forma que adopta un cultivo de frutales refleja las condiciones de la época en la que se creó», entonces es que hemos aprendido algo sobre nuestra relación con la naturaleza, pues, cada vez más, se prescinde de la química contaminante (pesticidas, abonos) y se busca una manera más sostenible y respetuosa con el medio ambiente para cultivar un alimento tan importante para nuestra dieta como es la fruta. Tampoco quiero dejarme en el tintero el breve apunte del huerto de la infancia de Bernd Brunner: evocador, bello y perfecto para entender el encanto con el que el autor habla de los árboles frutales.

Lector, perfecto para disfrutar en vacaciones, bajo la sombra de una fragante higuera.

Nota: Atención a la cuidada edición de Libros del Jata, con ilustraciones a color, la excelente traducción de Ana González Hortelano y una corrección paciente y esmerada que no solo demuestra pasión y cariño por el trabajo editorial sino también un gran respeto por los lectores.

También te gustará: Cuando los inviernos eran inviernos; El país donde florece el limonero; Cuatro setos; Un año en los bosques

Publicado en Blog | Etiquetado , | 2 comentarios

Aquí vivió Nefertiti, de Mary Chubb

En 1930, la Sociedad para la Exploración de Egipto consiguió permiso para excavar los restos de la antigua capital del faraón Akenatón y Nefertiti en Tell el-Amarna. Bajo la dirección del arqueólogo John Pendlebury, el equipo de jóvenes expertos incorporó, por primera vez en una excavación inglesa, a una secretaria para que se ocupase, sobre el terreno, de todas las labores administrativas. La escogida es una joven escultora, Mary Chubb, que solo está trabajando en la Sociedad por motivos pecuniarios y que no siente el menor interés por la egiptología. Sin embargo, Mary es muy consciente del desastre que suele llegar a Londres de las expediciones —objetos mal etiquetados, fotografías incomprensibles, informes ilegibles, hallazgos desordenados, etc.— y se marcha con el equipo de arqueólogos dispuesta a facilitarles la organización. Lo que jamás imaginó es que, una vez en Tell el-Amarna iría enamorándose del lugar, de sus gentes, de la cultura e historia egipcias y de la arqueología.

«—Solo se me ocurrió pensar que… supongo yo… alguien… que fuera con la expedición a Tell el-Amarna; esa persona… podría proporcionarnos todos los detalles que necesitamos aquí en la oficina: informes, cuentas, archivo fotográfico, ficheros de objetos… todo, ya ordenado, y aún mejor, conociendo la excavación de primera mano. Se ahorraría un montón de tiempo allí y un montón de tiempo también aquí. Todo el mundo saldría ganando.»

Mary Chubb (1903-2003) estudiaba Arte para perfeccionar sus dotes como escultora cuando aceptó un empleo de ayudante de secretaria de la Sociedad londinense para la Exploración de Egipto. Su viaje con la expedición de Tell el-Amarna cambió el rumbo de su vida profesional y, posteriormente, trabajaría en yacimientos de Grecia y del Próximo Oriente. Cuando durante la Segunda Guerra Mundial sufrió un accidente grave y volvió a Inglaterra, decidió escribir sus experiencias arqueológicas y fue entonces cuando publicó un artículos, crónicas y los ensayos Aquí vivió Nefertiti (1954) y City in the Sand (1957).

Aquí vivió Nefertiti es un libro encantador y nostálgico, una postal de Tell el-Amarna a principios de la década de los años 30 del siglo pasado, del Museo de Antigüedades de El Cairo y sus relaciones internacionales con Europa, de la excavación de la capital de Akenatón y la vida cotidiana del equipo inglés asignado a la excavación, pero también de los egipcios que vivían y trabajaban para ellos, de sus costumbres y cultura. La autora narra, en primera persona, con estilo, un buen sentido del ritmo narrativo y cierto optimismo, cómo se enamoró de la arqueología y del trabajo de campaña tan lejos de las comodidades de Londres. Habla con infinito cariño de sus compañeros de excavación y del magnífico director que fue John Pendlebury, narra anécdotas y hallazgos, explica métodos de trabajo y cuenta, con una belleza y sencillez que desarman, cómo la hechizó la historia y los grandes reyes y reinas del Antiguo Egipto casi sin darse cuenta de lo que estaba ocurriendo. La traducción y las notas de José C. Vales (atención al contexto histórico y al descarte de teorías desfasadas sobre la genealogía de las dinastías del Antiguo Egipto y demás) son magníficas y contribuyen al pleno disfrute de este libro.

Lector, un viaje en el tiempo y una egiptóloga accidental.

También te gustará: Howard Carter. Una vida; La tumba de Tutankhamón; Ven y dime cómo vives; Viajes con Heródoto

Publicado en Blog | Etiquetado , , , | 11 comentarios

Tres veranos, de Margarita Liberaki

María, Infanta y Caterina son tres hermanas que viven con su abuelo, su madre y su tía en una enorme casa en el campo, a las afueras de Atenas, a media hora a pie de Kifisiá. María es sensual, seductora, y está un poco aburrida; su huerto es ordenado y pulcro y da los mejores guisantes del lugar. Infanta es la protegida de su tía soltera y se dedica al arte y a montar a caballo; al abuelo le pidió diez almendros porque apenas necesitan atención para crecer y dar fruto. Caterina es una fuerza de la naturaleza, su jardín es una explosión de flores, de colores, de aromas, asilvestrado y lleno de color; se parece mucho a la abuela polaca, aquella que se fugó con un músico dejando atrás a sus dos hijas y a un marido desolado. Tres mujeres que crecen, maduran, descubren y deciden durante los tres veranos más decisivos de sus respectivas vidas. Juntas, distintas, extraordinarias cada una a su manera, miran a su alrededor preparadas para comprenderse a sí mismas y descubrir cuál es su lugar en ese pequeño y salvaje mundo en la campiña de Kifisiá.

«Qué pena, madre… Te contaría muchas cosas sobre el país de los caballos habladores, y sobre la tumba de Mavrucos, y sobre lo que veo subida al nogal. «Rodià —llama—, una limonada para Caterina». Echa un vistazo a la mesa. Corrige la posición de un cuchillo que queda un poco más lejos del plato que los demás. Un profundo suspiro se escapa de su pecho. Mira que tener hijos y no saber qué guardan en su interior…«

Margarita Liberaki (Atenas, 1919 – 2001) fue una novelista, dramaturga, guionista y traductora griega, aunque estudió Derecho en su Atenas natal. Se crio con sus abuelos, libreros, editores e intelectuales de la época, y se fue a vivir a París tras divorciarse del padre de su hija tras apenas un año de matrimonio. Fue en la capital francesa donde la autora se cambió su apellido (Lymberaki) por Liberaki (libertad) y escribió Tres veranos (1946), una novela luminosa ambientada en el campo ateniense donde el paisaje y la naturaleza son refugio y consuelo para las protagonistas (quizás también lo fue para su autora en esos momentos de exilio y soledad).

«El sol ha desaparecido de los libros de hoy. Por eso hacen daño en lugar de ayudar a vivir. Usted está entre quienes irradian ese sol«. Albert Camus a Margarita Liberaki.

Tras leer Tres veranos, no se puede estar más de acuerdo con Camus: este libro es tan luminoso y bello como un verano suave y templado en plena naturaleza. Es una historia llena de luz y de esperanza, una historia sobre el paso a la madurez de tres mujeres, pero también la historia de su familia y de ese paisaje de Kifisiá que las acuna, con su flora y su fauna, con sus días de calor y sus lluvias, con sus nieblas y sus promesas. No solamente seduce por sus personajes y la atmósfera tan agradable, evocadora de nuestros veranos de infancia, sino también por la envolvente prosa de Margarita Liberaki que con sus frases cortas crea, a pequeñas pinceladas, un lugar maravilloso transitado por unas mujeres de distintos anhelos. Parte de la belleza en la escritura de autora reside en su ritmo sostenido y alegre, en el continuo cambio de foco de una narradora —Caterina— que es casi omnisciente y que, pese a ese traslado de intimidad de una hermana a otra, sabe mantener una voz única, muy personal y fresca, característica del estilo de Liberaki.

Lector, no te la pierdas.

También te gustará: Canción del ocaso; Verano en English Creek; El món, la meva selva

Publicado en Blog | Etiquetado , , | 6 comentarios