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El rithmatista, de Brandon Sanderson
Joel Saxon estudia en la prestigiosa academia Armedius con la beca que se le concedió por ser hijo del difunto maestro Trent, artesano de tizas. Y es que la tiza es una cuestión de vida o muerte para los rithmatistas, aunque Joel no haya conseguido serlo. Inteligente y apasionado, ha estudiado todas las líneas rithmáticas, los duelos históricos, las estrategias, las melés, el estilo de cada profesor y cada héroe que lo dio todo en la defensa de Nebrask, la frontera que los tizones salvajes pugnan por rebasar para destruir a los humanos. Sin embargo, ese verano en la academia todo está a punto de cambiar: varios estudiantes han sido secuestrados en sus dormitorios y la policía no tiene ninguna pista que seguir. Joel, junto con el profesor Fitch y Melody Mun, una alumna rithmatista con dificultades para dibujar sus líneas, iniciarán una investigación contrarreloj para descubrir quién está detrás de las desapariciones y por qué es tan importante entender las líneas de ataque del misterioso secuestrador.
«Muchacho, ya sé que la vida de los rithmatistas parece llena de emoción y peligro, pero incluso lo que el profesor Nalizar cuenta sobre Nebrask es mucho más espectacular que la realidad. El grueso del estudio rithmático consiste en líneas, ángulos y números. La guerra contra la Torre es librada por un puñado de hombres y mujeres ateridos de frío y calados hasta los huesos que no hacen más que dibujar líneas en el suelo.«
El Rithmatista es una novela autoconclusiva de Brandon Sanderson que transcurre en un mundo en el que la dinastía china Joseon conquistó toda Europa y, el Nuevo Mundo, con el que siempre ha estado en paz, está formado por islas independientes unidas por la defensa común contra los tizoides salvajes de Nebrask. En esta geografía e historia fantásticas, la base tecnológica y científica radica en los mecanismos de relojería (a los que hay que darles cuerda), y la magia reside en el poder de las líneas rithmáticas, dibujadas con tiza. Lo cierto es que aunque el planteamiento parezca un poco frágil, la habilidad de Sanderson para recrear universos y sistemas de magia hacen que El rithmatista sea un thriller de misterio muy entretenido, en donde la estrategia (y no la fuerza) tiene una importancia vital.
Entretenida, con un planteamiento clásico de investigación y sospechosos muy cercano al whodunit, apenas necesita cuatro pinceladas para que el lector se sienta cómodo con el wordbuilding y entienda el sistema de magia y el mundo fantástico en el que sucede. Eso sí, la ambientación es casi inexistente, con una academia de magia sin ningún protagonismo ni descripción (además, ocurre en verano, cuando las clases han terminado) porque lo que importa en El rithmatista es la acción, el suspense y el dilema del héroe protagonista vs el villano. De Sanderson, solo he leído Elantris, que me encantó, pero escogí seguir con El rithmatista porque me apetecía una historia autoconclusiva que no perteneciese al Cosmere. Y me ha gustado, sobre todo el emocionante final y por la democracia y la flexibilidad de las normas, aunque aviso al lector que el autor se guarda en la manga la posibilidad de escribir una continuación.
Lector, ¿por qué tengo la sensación de que esta historia solo podría haberle funcionado a Sanderson?
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La dama del Nilo, de Pauline Gedge
El faraón Tutmosis I y la gran esposa real Amhose han tenido dos hijas muy diferentes: la plácida Neferura y la indomable Hatshepsut. El faraón sabe que para asegurar su sucesión en el trono de Egipto debe casar al joven Tutmosis, un niño perezoso e indolente, hijo de una de sus concubinas, con Neferura. Pero cada vez que el monarca mira a su pequeña Hatshepsut reconoce en ella toda la grandeza de sus antepasados, el fuego, la pasión, la inteligencia y la fuerza que poseen los grandes faraones de Egipto. Cuando Neferura muere y el joven Tutmosis sigue sin dar ninguna muestra de convertirse en un líder aceptable, Tutmosis I toma una decisión que cambiará para siempre la historia de su amada tierra: Hatshepsut, hija de Amón, flor de Egipto, será príncipe heredero y futuro faraón.
«—Pero, madre; si nosotras…, si las mujeres somos las que llevamos el linaje real, y los hombres tienen que casarse con nosotras para poder gobernar, ¿por qué no prescindir directamente de ellos? ¿Por qué no podemos ser faraones?
Su madre se echó a reír al ver ese pequeño rostro pensativo.
—Porque también eso es Maat. Solo los hombres pueden gobernar. Ninguna mujer podrá ser jamás faraón.
—Yo sí lo seré.»
Pauline Gedge es una autora superventas neozelandesa que en la actualidad reside en Canadá. Es una afamada escritora de novela histórica y de ciencia ficción (he sido incapaz de encontrar si la película Stargate (1994) está basada en la novela que Pauline Gedge publicó en 1982 con ese mismo título) y ha recibido numerosos premios literarios y de la crítica, como el Jean Boujassy de la Société des Gens des Lettres o el premio a la mejor novela del año de Writers Guild of Alberta. La dama del Nilo, publicada en 1977, fue su primera novela y con ella se alzó ganadora del galardón de Mejor Novelista de Alberta de ese año.
Esta novela fue un regalo de mi amiga Mrs Hurst, de Las Inquilinas de Netherfield, a quien le encanta cómo escribe Pauline Gedge y el Antiguo Egipto (de ahí su #RetoEgipcio de este año) pero que me advirtió de que La dama del Nilo había sido escrita y publicada en 1977 y que podía haberse quedado algo desfasada. Es una ficción histórica que noveliza la vida de Hatshepsut (1513 aC – 1490 aC), la única mujer faraón del Antiguo Egipto, y Gedge la escribe con la información que tiene a su alcance en 1977. Aunque el hallazgo de la tumba y del sarcófago de la faraón tuvo lugar en 1903, en el Valle de los Reyes, no fue hasta 2007 cuando el Consejo Supremo de Antigüedades de Egipto anunció que había identificado, gracias a la tecnología actual, la momia de Hatshepsut. El principal problema a la hora de estudiar el reinado esta faraón, además de la identificación de su cuerpo, fue la damnatio memoriae a la que Tutmosis III, su sucesor, sometió el legado de Hatshepsut, por lo que la recuperación de las inscripciones y obras de la hija de Tutmosis I ha llevado su tiempo. De todas formas, si bien es cierto que la información con la que trabaja Pauline Gedge está desfasada (sobre todo se nota en la genealogía de los tutmésidas y en el final del reinado de la faraón y su camarilla), La dama del Nilo sigue siendo hoy en día una lectura fabulosa.
Avances históricos y arqueológicos aparte, aunque Pauline Gedge hubiese tenido toda la información sobre Hatshepsut y su reinado actualizada, no solo seguirían quedando grandes huecos que todavía no somos capaces de rellenar —porque no tenemos una máquina del tiempo— sino que además no debemos olvidar que La dama del Nilo es una ficción histórica y, como tal, recrea una fantasía. La prosa de Gedge es bella, fluida, rica y magnífica para describir e imaginar con mucho encanto las maravillas del Antiguo Egipto en el palacio de la Dinastía XVIII, de Tebas en el segundo milenio aC, de un viaje por el Nilo, o de Nubia y el país de Punt. Su narración es evocadora y nos traslada sin dificultad al pasado con una ambientación extraordinaria. Gedge construye unos personajes poderosos, carismáticos y bien matizados, con sus luces y sus sombras, y recrea con claridad y plausibilidad la figura de Hatshepsut, educada y formada para ser faraón, inteligente, ambiciosa, fuerte, y que supo administrar Egipto y rodearse de personas tan capaces como ella para hacerlo con éxito.
Lector, mi lectura preferida del Reto Egipcio.
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Todos en mi familia han matado a alguien, de Benjamin Stevenson
Los Cunningham no tienen, precisamente, una buena relación con la policía: Robert murió en un atraco tras dispararle a un agente, Audrey estuvo involucrada en un feo caso de negligencia homicida y Michael está en la cárcel acusado por su propio hermano. Las reuniones familiares nunca son fáciles, pero en el caso de los Cunningham son peligrosas. Cuando la tía Katherine los reúne a todos en un complejo hotelero en la montaña y aparece un cadáver con signos de haber sido asesinado, a Ernest Cunningham no le queda más remedio que ejercer de detective aficionado si quiere salir de allí más o menos de una pieza. Una tormenta de nieve, un policía torpe, la carga misteriosa de un camión y un montón de trapos sucios le complicarán la investigación al único de los Cunningham que todavía no ha matado a nadie.
«Todos en mi familia han matado a alguien. Algunos, los más activos, más de una vez. No pretendo ser dramático, pero es la verdad y, cuando me senté a escribir esto, con la dificultad hacerlo con una sola mano, me di cuenta de que la única manera posible era diciendo la verdad. Parece una obviedad, pero las novelas de misterio modernas a veces se olvidan.«
He leído la edición en catalán de Columna Ediciones. La traducción en castellano la tenéis en Editorial Planeta
Benjamin Stevenson es un guionista, humorista y escritor de novela negra australiano que optó al premio Ned Kelly First Fiction con su primer libro de ficción, Greenlight. Todos en mi familia han matado a alguien es su tercera novela de misterio y ha sido traducida a varios idiomas. Leí la reseña que Mientrasleo escribió sobre este título cuando salió a librerías y me la apunté como lectura veraniega porque me dio la impresión de que sería divertido, porque leo poco de género negro y porque cuando el autor es guionista una tiene la sensación de que su obra será ingeniosa. No me ha defraudado en absoluto: es divertida, original, inquietante y me encanta que el narrador rompa la tercera pared continuamente.
Todos en mi familia han matado a alguien es una novela de misterio con un planteamiento clásico de whodunit en un hotel casi aislado en las montañas durante una tormenta de nieve. Pero también es un ejercicio narrativo muy simpático de un autor que, al principio de su novela, nos planta el juramento de los miembros del Detection Club (un club secreto fundado en 1930 por escritores de misterio como Agatha Christie, Dorothy L. Sayers y G. K. Chesterton, entre otros) y el decálogo de Los diez mandamientos de la ficción detectivesca de Ronald Knox (1929) y desafía a los lectores a que lo pillemos rompiendo o tergiversando alguno de esos principios en algún momento de su historia. El resultado es una novela negra, con un planteamiento de tintes clásicos, que también es una historia sobre los secretos, mentiras y crímenes de una familia con una escala de valores —y ahí está la gracia— tan equilibrada como cualquier otra. Y es que los Cunningham, pese al título del libro y a sus peculiares circunstancias, no es ni de lejos la peor familia que te vas a encontrar entre estas páginas.
Lector, original y divertida como una novela del Detection Club.
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Bienvenidos a High Rising, de Angela Thirkell
Laura Morland es una joven viuda que mantiene a su familia publicando lo que ella misma define como «buenos malos libros» de intriga. Siempre que llegan las vacaciones escolares, se traslada con su adorable hijo Tony (una cotorra sin remedio que amenaza con enloquecerla con sus interminables charlas sobre trenes) a su casa en el campo, en la agradable y tranquila localidad de High Rising. Sin embargo, las vacaciones no están resultando tan apacibles como ella quisiera debido a las visitas de su encantador editor londinense y de su amiga Amy, la preocupación de su secretaria por salvar a su vecino escritor de las garras de una chiflada, las tramas de cotilleos de Stoker y los desvelos del doctor Ford que, después de todo, parece encandilado con Anne Todd. Con tanta gente entrando y saliendo de su casa y haciéndola partícipe de sus temores, la pobre Laura solo tiene ganas de quedarse en la cama leyendo cozy mystery.
«—Pero igual no es de su agrado —repuso Laura con su voz grave—. No es para intelectuales. Tengo que ganarme el pan, nada más. Mire, mi marido solo fue un gasto para mí mientras vivió y, naturalmente, tampoco me ayuda ahora que está muerto, aunque, eso sí, me sale menos caro. El caso es que se me ocurrió que podría escribir unos buenos libros mediocres para ayudar con la educación de los chicos.
—¿Buenos libros mediocres?
—Sí. No libros brillantes, ya me entiende, sino buenos libros de segunda. Es todo lo que podría hacer —dijo con seriedad.«
Bienvenidos a High Rising (1933) es la segunda novela que leo de la novelista británica Angela Thirkell (Londres, 1890-Bramley, 1961) y me ha gustado tanto como la divertidísima Fresas silvestres (1934), que editó Gatopardo con anterioridad (y ya van por la cuarta reimpresión). Angela Thirkell era nieta de Edward Burne-Jones, pariente de Rudyard Kipling, Stanley Baldwin y J. M. Barrie, sin embargo, como su encantadora protagonista Laura Morland, ella siguió su propio camino literario para sacar adelante a sus hijos. Bienvenidos a High Rising es la primera novela de la saga ambientada en el condado ficticio de Barsetshire (inventado por Anthony Trollope) que esperamos seguir disfrutando por muchos años pues la bibliografía de la autora todavía nos traerá muchas alegrías y encanto desde la campiña inglesa.
Algo más sobria y con diálogos más reposados que Fresas silvestres (quizás por la experiencia de la autora), Bienvenidos a High Rising es una comedia de enredos y equívocos con un trasfondo muy literario y unos personajes femeninos que se llevan de calle todo el protagonismo por méritos propios. Divertida y con mucho encanto, es perfecta para desconectar y pasar un buen rato conociendo a los peculiares habitantes de Rising, de quienes sabremos más en la próximas entregas de la saga (atención a Stoker, que promete dar mucho juego). Detalles como Laura leyendo cozy mystery para desconectar, el encanto infantil de Tony y su obsesión por los trenes, las escenas escolares o el pequeño romance con manuscrito inédito de por medio son algunos de los puntos que salpimentan esta agradable lectura y que nos dejan un poso de nostalgia cuando nos despedimos de sus personajes al terminar la novela.
Lector, unas vacaciones maravillosas en la campiña inglesa.
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Etiquetado Clásico, feelgood, humor literario, Literatura británica, Novelas adorables
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