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Oveja mansa, de Connie Willis
Sandra Foster trabaja en el departamento de estadística de HiTek intentando determinar cómo se origina una moda a partir de los parámetros del pelo corto femenino. Sin embargo, cuánto más profundiza en la cuestión, más segura se encuentra de que el origen de las modas y la teoría del caos tienen más en común de lo que nadie se imagina. Su investigación pronto topa con la locura de Dirección, que no cesa de inventarse formularios y técnicas para conseguir la misteriosa beca Niebnitz, y con el Mal Interdepartamental, un antiángel llamado Flip que solo siembra confusión y destrucción allá por donde pasa. Desanimada porque todo lo maravilloso —como el té helado o la tarta de chocolate y queso— pasa de moda y solo permanecen Barbie y la intolerancia, Sandra acaba en el departamento de biología y tropieza con el doctor Bennett, un colega de HiTek inmune a cualquier moda y con nostalgia por seguir investigando la teoría del caos.
«Ya que me paso los días de trabajo estudiando modas, muchas de las cuales son completamente repulsivas, considero que es mi deber animar después del trabajo las modas que me gustaría que cundieran, como poner el intermitente cuando se cambia de carril, y la tarta de queso y chocolate. Y la lectura. Además, las bibliotecas son lugares magníficos para observar las modas en bestsellers y en gestión. Y en el vestir de las bibliotecarias.«

Sin duda, para mí, este ha sido un año afortunado en lo que a lecturas se refiere, sobre todo por la reedición de las obras de Connie Willis, una de mis autoras preferidas de todos los tiempos. He perdido la cuenta de las veces que he leído Por no mencionar al perro, mi novela favorita de la saga Los historiadores de Oxford, pero nunca había leído Oveja mansa. Connie Willis es una escritora norteamericana de literatura fantástica y ciencia ficción con un estilo que enamora, carretadas de sentido del humor, un montón de premios en su haber y tanto amor por los clásicos literarios, la Historia y las bibliotecas que no puede disimularlo ni en un solo capítulo de cualquiera de sus novelas. Supongo que no será ninguna sorpresa si digo que Oveja mansa se va directa a las mejores lecturas de este año.
Esta novela, además de una historia divertidísima sobre el condicionamiento del azar y el caos en los descubrimientos científicos, con un toque romántico y romanticista, es una crítica social; una sátira, aguda e inteligente, sobre el comportamiento social y empresarial más intolerante y delirante de finales del siglo XX y sobre la mediocridad y la estupidez que parecen marcar tendencia de manera atemporal. Connie Willis no solo señala y se mofa de las modas más estúpidas de su tiempo sino que también invita al lector a reflexionar sobre el sinsentido de seguir al rebaño sin pararnos a pensar por qué lo hacemos. Los comportamientos gregarios y la teoría del caos, se entrelazan en esta genial historia, narrada con el estilo impecable y socarrón de Connie Willis, para conmovernos, invitarnos a pensar y sorprendernos con un montón de anécdotas científicas e históricas de lo más excepcionales. Te adoro, Connie Willis, eres una diosa.
Lector, imprescindible si todavía te queda algo de sentido del humor a estas alturas del año; y, si no te queda nada, todavía más imprescindible, para reconfortarte.
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Etiquetado humor literario, Libros excéntricos, Novelas adorables
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Tutankhamon, Howard y yo, de Tito Vivas
El 4 de noviembre de 1922, Howard Carter hallaba los escalones que conducían a la tumba del faraón Tutankhamón. De inmediato, corrió a telegrafiar a su amigo, compañero de aventura y mecenas, Lord Carnarvon: Finalmente he hecho descubrimiento maravilloso en Valle, una tumba magnífica con sellos intactos; recubierto hasta su llegada; felicidades. Pese a que sus detractores se empeñaban en lo contrario, Carter ya era un arqueólogo excepcional, con una larga carrera a sus espaldas, pero fue el descubrimiento de la única tumba intacta de la antigüedad lo que le supuso reconocimiento. A punto de cumplirse cien años del hallazgo arqueológico más mediático de la Historia, el egiptólogo Tito Vivas emprende un viaje tras los pasos de Howard Carter, visitando minuciosamente los lugares que lo vieron nacer, aprender, forjarse una carrera, brillar, alcanzar la gloria y, finalmente, morir casi olvidado. Desde su Londres natal al pueblo familiar de Swaffham, desde Bab el Hossan al Valle de los Reyes, Vivas observa, rememora, charla con los escasos descendientes de aquellos que conocieron al peculiar arqueólogo para tratar de comprenderlo un poco mejor.
«Diez años habían trascurrido desde que Howard había dado por finalizado el trabajo de excavación y documentación del monumento tebano. Sus pocas publicaciones y sus muchas conferencias lo habían convertido en un hombre rico. Pero debajo de esa capa de nuevo adinerado subyacía el atormentado personaje que fue siempre, tratando de encajar en una sociedad que no lo aceptaba ni con todo el dinero del mundo.«

Tito Vivas es un historiador, arqueólogo y egiptólogo (por la Universidad de Pisa, porque en España seguimos sin cátedra de Egiptología) que admira profundamente a Howard Carter. Con varios libros de viajes y de arqueología publicados, Vivas es un excelente comunicador que sabe contar anécdotas y encandilar a sus lectores con un enfoque personal, pero siempre riguroso, de una profesión que ama con sinceridad. El año pasado, con motivo de la conmemoración del centenario del descubrimiento de la tumba de Tutankhamón, publicó este libro de viajes ilustrado de la mano de Ediciones del Viento para rendir homenaje al gran Howard Carter.
Vivas reconoce que es complicado dar una nueva perspectiva a la biografía de un personaje sobre el que ya se han escrito ríos de tinta, que siempre fue muy reservado en lo que respecta a su vida privada, y del que ya no tenemos ningún testimonio vivo que hablase alguna vez con él. De todas formas, Tutankhamón, Howard y yo es un libro emocionante y conmovedor, no desprovisto de humor, que destila una admiración y un respeto enormes por la figura de un egiptólogo que nunca parece haber obtenido el reconocimiento que se merecía (quizás por el mundo elitista que no le perdonaba la ausencia de apellido ilustre o titulación académica, quizás por su torpeza social o su desarrollado sentido de la justicia, quizás por las envidias y celos profesionales, quizás porque no supo o no quiso darse la publicidad que tan bien suelen manejar a su favor quienes necesitan suplir la falta de talento y profesionalidad). Tito Vivas escribe fenomenal, con soltura, con encanto y con mucha gracia para contarnos las anécdotas de su viaje, bien complementadas con deslumbrantes fotografías.
Este es un viaje que, pese a la ligereza de su narración, lleva la emoción a flor de piel y se lee con respeto, con solemne sobrecogimiento en alguno de sus pasajes. La perspectiva de Vivas a menudo es conmovedora, señalando el abandono del recuerdo de uno de los grandes científicos de todos los tiempos, apenas sin reconocimiento. Y los capítulos finales, en Highclere Castle, en Beacon Hill o en el cementerio de Putney Vale me han hecho saltar las lágrimas. Solamente me ha molestado el empeño del autor en insistir sobre el autismo de Howard Carter sin tener consigo todas las evidencias y sin pararse a pensar que el famoso egiptólogo encajaba mucho mejor en los parámetros de la superdotación, por ejemplo. De todas formas, no es algo que importe, y este libro es una maravilla para quienes siempre han sentido una profunda veneración por la figura del descubridor de la tumba de Tutankhamón.
Lector, un viaje emotivo y maravilloso tras los pasos de Howard Carter.
También te gustará: Howard Carter: La tumba de Tutankhamón; Howard Carter. Una vida; Tutankhamón: Howard Carter en España
Calendario de Adviento Serendipia 2023
Ladies and gentlemen:
Por quinto año consecutivo, me complace invitaros a participar en nuestro Calendario de Adviento Serendipia.
Ya sabéis que jugamos en Instagram y que subimos una fotografía de un libro cada día desde el 1 de diciembre hasta el 24, ambos incluidos. Jugamos con el hashtag #CalendarioAdvientoSerendipia.
Os dejo aquí las premisas por si no se ven del todo bien en la imagen:
1. Mayor sorpresa del año. Para bien o para mal.
2. Libro polvorón. Se te hizo bola.
3. Un libro para viajar.
4. Te gustó menos que la película.
5. Uno de sus personajes se parece a ti.
6. El libro que siempre pospones aunque tengas muchas ganas de leerlo.
7. Te lo llevaste de la librería por el título y/o por el diseño de cubierta.
8. Libro a juego con tu taza de té/café/chocolate/infusión.
9. Te hizo reír.
10. El libro más bonito de tu estantería por dentro y/o por fuera.
11. Libro con banda sonora propia o la que tú crees que le pega bien.
12. Refugio literario. Puede ser libro, lugar o persona, lo que prefieras.
13. Aquí hay dragones.
14. Libro que merece ser más conocido.
15. Libro corto e intenso, como el buen café.
16. Libro navideño o que a ti te parezca navideño.
17. Un libro que te llevó a otro. Foto de los dos.
18. No se lo prestarías ni a tu mejor amiga porque no piensas arriesgarte a perderlo.
19. Libro extraño y maravilloso.
20. Te gustaría verlo adaptado en película o en serie.
21. Libro Ebenezer Scrooge: empieza cascarrabias, pero termina genial.
22. Libro que te abre el apetito.
23. Autor/a favorito/a descubierto/a este año.
24. El libro o libros que estás leyendo ahora mismo con tu decoración navideña de fondo.
Gracias por salir a jugar.
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Los diarios de Adán y Eva, de Mark Twain
Adán vive tranquilo y feliz en el Edén, sin más preocupación que comprobar la madurez de las frutas antes de comérselas o contemplar a los peces y demás seres que comparten su hábitat. Hasta que aparece ella. Una ella que lo sigue allá donde va, que no deja de hablar, de inventar nuevas palabras para señalar esto o lo otro, que se salta a la torera cualquier método científico porque es pura emoción. Ella, que habla hasta con las serpientes y que cree que es buena idea comer manzanas para conseguir una extensa educación.
«Dondequiera que ella estuviese, allí estaba el Edén.«

Mark Twain (1835-1910), escritor, periodista y conferenciante, publicó Los diarios de Adán y Eva entre 1904 y 1906, un cuento fantástico en forma de testimonio ficticio de las primeras experiencias de los primeros humanos que, según la Biblia, poblaron el Edén que era el mundo. Con el sentido del humor habitual de Twain, su fina ironía y una enorme ternura, el autor nos presenta la historia de una pareja que se conoce y se enamora cuando el mundo y las palabras todavía están por estrenar.
Algunos críticos literarios señalan que en los dos personajes de Los diarios de Adán y Eva se reconocen los caracteres de Mark Twain y su esposa Olivia Langdon, y que el escritor le rinde cariñoso homenaje, no solo a su convivencia matrimonial, sino también a su esposa fallecida. Pero entre humor, descubrimientos y convivencia, estos dos personajes ficticios reflexionan sobre cuestiones diversas entre las que destaca, como curiosidad, el lenguaje: Eva nombra, razona, explica, habla sin cesar, mientras que Adán es más científico, experimenta, escucha, calla. Eva es una mujer con poder, se queja de que Adán no hace nada, ella es motor, es cambio, es aprendizaje, es emoción, una vorágine. Es en esta relación de iguales tan distintos, en la que los dos personajes se complementan, en el que la mujer es tan poderosa o más que el hombre, que los críticos señalan la influencia del marco histórico en el que escribe el autor. Mark Twain siempre fue un convencido abolicionista y un partidario de la lucha por los derechos de los trabajadores, por lo que no cuesta imaginarlo a favor de los movimientos sufragistas femeninos, ya visibles en los Estados Unidos de principios del siglo XX.
Lector, divertida, ingeniosa, fantástica y con brontosaurios.
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Mil millas Nilo arriba, de Amelia B. Edwards
Amelia B. Edwards, acompañada por su amiga Lucy Renshaw, llega a El Cairo en noviembre de 1873. Londinense, rica, instruida y viajada, Amelia improvisa ese desembarco en Egipto cansada de la lluvia incesante de su ruta por tierras francesas con el objetivo de pintar paisajes. Sin carabina y sin miedo, alquila una enorme dahabiya dispuesta a recorrer el Nilo a su aire, sin prisa y sin los condicionamientos de un viaje organizado. Embarcada en la Philae, remonta el Nilo hasta los confines de Nubia y visita los grandes lugares de la Antigüedad egipcia: Abu Simbel, Denderah, Karnak, Kom Ombo, Medinat Habu, Luxor, Tell el Amarna, El Valle de los Reyes, Giza,… Pero lo que empieza siendo un viaje de placer para alejarse del mal tiempo y dibujar nuevos horizontes, acaba atrapando la curiosidad y la sed de conocimientos de Amelia B. Edwards, que no duda en estudiar egiptología sobre el terreno. Inesperadamente, ese contacto con los restos de la primera civilización humana de la Historia se convierte en la mayor aventura de su vida, pero también cambiará para siempre su mirada de artista y su concepción de Egipto.
«En cada columna, en cada acto de devoción representado en las paredes, incluso en el santuario, encontramos los nombres de Ramsés y Nefertari «como pareja inseparable». En esta doble dedicatoria, y en la insólita ternura del estilo, uno parece detectar indicios de algún hecho, quizás algún aniversario, cuyos detalles se han perdido para siempre (…) vemos que Ramsés y Nefertari deseaban dejar tras ellos una muestra imperecedera del afecto que los unía en la tierra (…). Vemos que la reina era hermosa, que Ramsés estaba en pleno esplendor. Adivinamos el resto, y la poesía del lugar es nuestra en todo caso. Incluso en esta árida soledad, parecen percibirse los efluvios de antiguos romances. Sentimos que el Amor pasó por aquí, y que el suelo quedó santificado allá donde pisó.»

Amelia B. Edwards (1831 – 1892) fue una novelista, periodista, viajera y artista y egiptóloga aficionada. Publicó Mil millas Nilo arriba en 1877, un libro de viajes bellamente ilustrado por la misma autora en donde narra su fascinante visita a Egipto. Aventurera, curiosa y con sed de conocimientos, Edwards aprovecha las horas de navegación por el Nilo para leer los trabajos de historiadores, arqueólogos y egiptólogos convencida de que si no se conoce la Historia que hay detrás de cada templo, de cada tumba, de cada monumento o mural pictórico, no se verá más que belleza vacía. Mil millas Nilo arriba es un relato de aventuras, de egiptología y de arte, donde el principal atractivo es seguir a su protagonista entre las ruinas de los grandes monumentos egipcios y contemplar sus impresionantes grabados. Edwards escribe y describe tan bien que, a menudo, estos capítulos resultan sobrecogedores y, sin darte cuenta, te encuentras a su lado, boquiabierta ante los colosos de Abu Simbel o impresionada por la sacralidad de Denderah. Sin embargo, es imposible olvidar que Amelia B. Edwards, pese a su excepcionalidad, cultura e inteligencia, no deja de ser una inglesa victoriana y su mirada sobre el Egipto (y el resto del mundo) de 1873 es la que es.
Mil millas Nilo arriba es un libro que amedrenta por su maquetación y su formato poco atractivo, tupido, y su número de páginas, pero vale la pena superar ese miedo inicial y embarcarse con esta excepcional narradora en el viaje que le cambió la vida. A su regreso a Inglaterra, Amelia B. Edwards fundó el Egypt Exploration Found —que más tarde se convertiría en la Egypt Exploration Society, para la que trabajarían arqueólogos como Flinders Petrie o Howard Carter y abrazarían proyectos tan extraordinarios como la excavación del templo de Hatsepshut— y, a su muerte, donó su fortuna al University College de Londres (porque admitía a estudiantes mujeres en igualdad) para sufragar la primera cátedra de egiptología del país. Sin duda, el Antiguo Egipto marcó la vida de esta gran comunicadora, se convirtió en su pasión, y aunque su carácter apasionado a menudo le juega malas pasadas en este libro (se lanza a exponer teorías peregrinas sin el conocimiento apropiado, toma el Antiguo Testamento como si fuese una fuente histórica fidedigna y no un libro de cuentos fantásticos, se pone a excavar y retocar monumentos sin pedir permiso o consejo a los expertos como la inglesa victoriana rica que es, etc.), sin duda no desmerece la excepcionalidad de su inteligencia, de su arrojo y valentía, y de la admiración que tiñen sus palabras cuando nos muestra su Egipto.
Lector, la protagonista de la saga de misterios arqueológicos de Elizabeth Peters se llama Amelia en honor de esta excepcional señora.
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