El consuelo de Anna Gavalda

Charles Balanda, un arquitecto de éxito con una esposa remota y una hijastra adolescente y vulnerable, sabe que su vida se ha vuelto tan gris, extraña y fría como las salas de espera de los aeropuertos que tanto frecuenta. Sumido en una tristeza inquieta, recibe un día la noticia de la muerte de Anouk, la madre de su mejor amigo. La hermosa e incomparable Anouk, que llenó de color, risas e imaginación su infancia, que le despertó los sentidos en la adolescencia y le enamoró perdidamente en la juventud. El contraste entre su presente insensible y los recuerdos apasionados, le hacen emprender un viaje de búsqueda que le depara un destino sorprendente y lleno de color.

Esta segunda novela larga de Anna Gavalda posee un ritmo algo más pausado que Juntos, nada más, sin embargo no deja de hacernos sonreír, pensar y llorar al ir pasando sus estupendas páginas. Aunque la primera mitad del libro resulta un ejercicio algo triste y la acción parece embarrancarse en la apatía del propio protagonista, la segunda mitad compensa al lector con una explosión de color y alegría que contrasta enormemente con el gris anterior. Vale la pena hacer el esfuerzo de conocer a fondo a Balanda porque su búsqueda, su esperanza y su valentía son música para el alma. Resulta enternecedor y clarividente el tratamiento que Gavalda hace de los niños y los adolescentes, y todavía más cautivador, el guiño a sus lectores cuando hace aparecer brevemente al protagonista de su anterior novela con restaurante incluido.

Lector, esta es una novela para los que creen en el amor y en la esperanza, en que vale la pena seguir buscando y no conformarse con la comodidad, a veces tan desgastada y gris, de lo cotidiano.

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