El 4 de noviembre de 1922, Howard Carter hallaba los escalones que conducían a la entrada de la tumba del faraón, de la XVIII dinastía, Tutankhamón. De inmediato, corrió a telegrafiar a su amigo, compañero de aventura y mecenas, Lord Carnarvon: Finalmente he hecho descubrimiento maravilloso en Valle, una tumba magnífica con sellos intactos; recubierto hasta su llegada; felicidades. Se iniciaba así una campaña de más de diez años para excavar, vaciar, catalogar y estudiar el mayor hallazgo arqueológico del antiguo Egipto de toda la historia. Aunque los expertos habían señalado que ya no quedaban más tumbas por excavar en el Valle de los Reyes, Howard Carter jamás se había dado por vencido; tenía indicios suficientes para sospechar que el faraón Tutankhamón fue enterrado allí y al fin lo encontró, a salvo, olvidado en las profundidades, bajo las cabañas de los antiguos trabajadores. La única tumba del Egipto faraónico casi intacta, con sus capillas, su sarcófago y su momia tal y como fueron depositados en el interior de la roca, 3.300 años antes de que el doctor Carter las descubriera.
«Sentimos que estábamos en presencia de un rey muerto y le debíamos reverencia, y en nuestra imaginación podíamos ver las puertas de las sucesivas capillas abrirse una tras otra hasta que en la más profunda aparecería el mismo rey.«
Para conmemorar el centenario del descubrimiento de la tumba de Tutankhamón (1342 aC -1325 aC), Miss Hurst, que es una rendida admiradora del doctor Carter, me propuso leer el ensayo del famoso arqueólogo con la introducción del breve libro de José Miguel Parra que reseñé esta semana. Había leído La tumba de Tutankhamón de Howard Carter durante mi segundo año en la facultad de historia y lo recordaba como un ensayo muy serio aunque fascinante; sin embargo, esta segunda lectura —seguramente porque MH me ayudó a comprender mejor la biografía de Carter— ha resultado ser mucho más emocionante. Este libro es el compendio de más de diez años de trabajo arqueológico en la única tumba faraónica no profanada, pero también la historia de su descubrimiento, del talento de los hombres y mujeres que cambiaron nuestra comprensión del Egipto faraónico y de la repercusión mediática y emocional que supuso en la época. Destaca la intuición y talento de Howard Carter que, aunque escribió este libro alrededor de 1927, entre campaña y campaña en el Valle de los Reyes, y aunque investigaciones posteriores aportaron novedades sobre su hallazgo gracias a las nuevas tecnologías, sus teorías y observaciones a pie de la excavación siguen siendo válidas y correctas en la actualidad.
«La familiaridad con algo no puede disipar por completo la atmósfera de misterio ni el sentimiento de las fuerzas que yacen en la tumba, desaparecidas pero de algún modo presentes. La seguridad de que el pasado y el presente se funden está grabada en la mente del arqueólogo (…).
Luego, una vez más, nuestras potentes lámparas eléctricas iluminaron el gran sarcófago de cuarcita. Bajo el cristal que había hecho colocar sobre él podía verse el féretro de oro, que parecía aumentar su poder de atracción sobre nuestras emociones cuanto más lo mirábamos: con las sombras de los antiguos dioses no se puede intimar de un modo vulgar y corriente.«
Howard Carter, además de un gran arqueólogo, egiptólogo y detective, tiene un don para convertir un ensayo académico en una aventura apasionante. Su narración del descubrimiento de la tumba de Tutankhamón y los trabajos de excavación, rescate, conservación, análisis y estudio del tesoro y del cuerpo del faraón no solo es la enumeración de un catálogo sino que se convierte en la crónica, emocionante y legendaria, de cómo atravesó más de treinta siglos para escuchar el testimonio de un rey. Con una escritura apasionada, descriptiva y cercana, el arqueólogo consigue llegar sin problemas hasta el lector del siglo XXI para relatar la aventura de la búsqueda, la emoción del descubrimiento, el asombro de los tesoros, las dificultades de su traslado, el misterio de su maldición y la gloria de su memoria. Pero Carter también reflexiona sobre la vida y los lazos afectivos y familiares del faraón, sobre la importancia del hallazgo para el estudio de las generaciones futuras, sobre la fauna y la flora de hace más de 3.300 años o sobre la correspondencia de la manifestación física de los dioses faraónicos y el significado del ajuar funerario de Tutankhamón, entre otras muchas cuestiones.
De los veintisietes monarcas que fueron enterrados en el Valle de los Reyes, Tutankhamón debió ser el menos importante y de ajuar funerario más modesto; un joven que murió antes de cumplir veinte años, hijo de Akenatón, nieto de Amenhotep III, un rey de una dinastía decadente que no tuvo tiempo de destacarse más allá de la transición de la herejía de Atón al regreso del culto a Amón. Howard Carter nos señala que la enorme trascendencia del hallazgo de su sepultura se debe a que fue hallada intacta y esto resultó de extraordinario valor para los historiadores y arqueólogos, que pudieron reconstruir ritos funerarios, costumbres y ajuar con mayor fidelidad que en otros sepulcros saqueados. Pese a que había sufrido la intrusión de bandidos en época dinástica, todavía quedaba intacto alrededor de un 40% del tesoro, y las capillas y los sarcófagos del rey fueron encontrados con los sellos intactos. Por primera vez, los arqueólogos del siglo XX podían trabajar sobre la tumba y la momia no profanadas de un faraón. Y aunque se trataba de un enterramiento modesto, nada comparable a los tesoros y maravillas que debieron formar parte de las sepulturas de faraones de la talla de Ramsés II el Grande o Seti I, marcó un antes y un después en nuestra comprensión de la antigüedad.
Lector, ajústate el salacot y adéntrate en la aventura del descubrimiento de la tumba de Tutankhamón, junto a Howard «Indiana» Carter. Te apasionará.
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Hola guapísima, pues como te decía en tu anterior reseña sobre Egipto, esta novela me la regaló MH y ni se me había pasado por la cabeza leerla para el centenario de su descubrimiento. (Una que vive en la luna, jeje…)
Yo comencé a leerla durante la carrera, pero no porque nos la «mandaran» o pidieran, sino por mi cuenta, era de una amiga mía, pero a mitad del libro me la pidió y la tuve que devolver sin terminar. La verdad es que no recuerdo nada de su lectura. Yo tengo en casa una obra pequeñita, también del propio Howard Carter,(no recuerdo su nombre) en el que hace un relato muy breve de su descubrimiento.
Esta caerá, tarde o temprano, pero caerá.
Un besazo
Yo también la leí durante la carrera, como tú, y la disfruté muchísimo. Creo que nos la recomendaron en la asignatura de Egiptología, pero aunque sé que me gustó, me quedó un recuerdo como muy académico del ensayo… hasta que lo he vuelto a leer. No sé si ha sido porque lo he leído después del libro de Parra (que te ofrece una aproximación a la figura de Howard Carter) o por benéficas influencias de MH, pero es que lo he encontrado mucho más maravilloso que la primera vez que lo leí. Te lo recomiendo mucho. Además, lo voy a usar para el Reto Netherfield: clásico ambientado fuera de Europa ;-) Besotes.
Es curioso que a Tutankamón le ha hecho famoso el hallazgo de su tumba intacta y no las hazañas de su vida, una vida tan corta que no dio tampoco para muchas hazañas. Las veleidades de la historia son a veces muy curiosas. Tomo nota del libro, aunque no es lo que más suelo leer ahora. Si hubiera sido hace años…
Un beso.
Sí, justo esa cuestión la presenta Carter con mucha lucidez: gracias a la tumba de Tutankhamón sabemos tanto sobre el Egipto faraónico, pero porque ha sido la única tumba que ha llegado intacta hasta nosotros, no porque el pobre Tutankhamón tuviese un reinado de importancia. Este ensayo lo leí cuando estudiaba Historia y con la excusa del aniversario lo he vuelto a leer… y lo he disfrutado el doble. Si le das una oportunidad, estoy segura de que te gustará. Besos.
¿No tienes la sensación de que nos estamos quedando sin gente que haga estas cosas extraordinarias? Porque yo sí, es como si yabsr asumiera que todo está inventado y no se pudiera mejorar. Espero equivocarme. Claro, uno lee la palabra ensayo y de mano piensa, uy no, qué denso, cuánta información, demasiado serio.
Pero dices que no y está claro que a ti te ha entusiasmado esta relectura. Yo soy más de pelis con esta temática y pienso que a Tom Cruise deberían haberle puesto una multa por hacer esa peli tan mal, pero vaya, esa es otra historia.
No prometo nada pero le echaré un ojo que seguro estará en la biblio.
Besos
Pues me pasa por la cabeza justo lo que comentas cuando leo sobre los grandes exploradores de siglos pasados: claro, con google maps ya no queda misterio por cartografiar. Vivimos en un mundo menos romántico, eso está claro, pero creo seguimos teniendo gente extraordinaria que descubre cosas maravillosas, solo que ya no se ven a simple vista (microbiología, ciencias de la salud, tecnología, ciencia aeroespacial…). Y suerte que no he visto la peli de Tom Cruise, jajajaja. Besos.
Hola, Mónica:
Leí este libro hace tiempo y lo disfruté mucho. Vi «cosas maravillosas» ;-)
Un beso, Mónica.
¡Aish, qué momento histórico! El otro día vi las fotos coloreadas de la tumba con todo el ajuar y las capillas y los féretros y entendí perfectamente por qué Carter dijo eso de cosas maravillosas. Increíble! Besos.
Qué ganas de leerlo me han entrado. Se queda más que anotado y apuntado, me parece muy atrayente e interesante. No suelo meterme demasiado en este tipo de lectura, pero suelo disfrutarlas. Esta tiene toda la pinta de ser una de esas que me gustarían mucho y ¡qué bien la desgranas!, me ha llamado mucho la atención.
Un abrazo.
Ahora a ver si lo encuentro… xD Veo que no está nada fácil.
Cierto, mi edición está descatalogada y sé que Rosa compró la suya (¡con imágenes!) de segunda mano por lo mismo. Pensé que por el centenario del descubrimiento de la tumba nos sacarían nueva edición, pero no :-((