Howard Carter (1874-1939) era el menor de los once hijos del pintor y paisajista Samuel Carter. Fueron sus dotes para el dibujo y la pintura, su interés por la colección egipcia de Lord Amherst y la amistad de su padre con este aristócrata su puerta de entrada para viajar a Egipto y ponerse a las órdenes de W. Flinders Petrie, uno de los grandes padres de la arqueología moderna. Ese fue el inicio de la que resultaría una de las carreras más brillantes y extraordinarias entre los egiptólogos de finales del siglo XIX y principios del XX que hicieron historia en la recuperación arqueológica de uno de los más ricos patrimonios de la humanidad. Sin estudios universitarios, sin fortuna propia ni título nobiliario, Howard Carter a menudo tuvo que enfrentarse al desprecio y a la envidia de sus coetáneos mejor posicionados aunque siempre contó con el respeto, la protección, la admiración y el cariño de los mejores arqueólogos de su tiempo.
«—¿Qué lo llevó a dedicarse a la egiptología?
—La sensación de deducir, creo. Si no me hubiera dedicado a la egiptología quizás hubiera entrado en Scotland Yard.
—¿Entonces, considera la arqueología como una especie de trabajo de detective?
—Mucho. Si no posees la capacidad para diferenciar entre objetos y razonar su significado no puedes hacer demasiado en arqueología.«
El 4 de noviembre de este año se cumple el centenario de la entrada de Howard Carter y Lord Carnarvon a la tumba de Tutankamón, un monumento funerario que debe su extraordinaria importancia a que fue una de las pocas tumbas faraónicas que en el momento de su descubrimiento seguía intacta, a salvo de saqueos. José Miguel Parra, especialista en la cultura faraónica, de la mano de la editorial Confluencias, recoge en este breve libro testimonios en primera persona de Howard Carter y de las personas que lo conocieron y trabajaron con él. A menudo discriminado porque no pertenecía a la clase social de privilegiados ni había pasado por la universidad, arqueólogos, científicos, compañeros de excavación y amigos de Carter hablan de su carácter, de sus hitos, de su vida, de sus triunfos y dificultades.
He disfrutado mucho con la lectura de Howard Carter. Una vida precisamente por el acierto de su autor al recopilar textos tan diversos alrededor de la figura del arqueólogo. A menudo, Parra ofrece testimonios poco conocidos y curiosos sobre el descubridor de la tumba de Tutankamón, pero también las propias palabras del protagonista sobre acontecimientos tan apasionantes como los que tuvieron lugar en Egipto durante la segunda mitad del siglo XIX y pricipios del XX. Destaca, por supuesto, la relación de su descubrimiento más famoso y las anécdotas y palabras de su gran amigo y mecenas, Lord Carnarvon, que muestran el cariño, el respeto y la confianza mutua que se dedicaron más allá de la muerte del aristócrata. Esta breve semblanza de su vida nos acerca a la figura del eminente arqueólogo, aunque nos deja con ganas de conocer en profundidad cuestiones que apenas se esbozan, como su trabajo en Deir el-Bahari, sus labores de protección y seguridad de las tumbas excavadas así como la instalación de luz eléctrica en el Valle de los Reyes o sus excavaciones y catalogaciones en las tumbas de Mentuhotep II, Tutmosis IV o la mismísima faraón Hatsepshut (de quien me asombra que sepamos tan poco siendo una figura histórica tan singular). Aunque Parra evita juicios de valor personales sobre la figura de Howard Carter, la inclusión de las críticas hacia su persona por su falta de formación universitaria constituyen un extraño enfoque que no tiene en cuenta un hecho primordial: Carter, por su minuciosidad, capacidad de deducción y observación e inteligencia, no solo poseía un don innato para arqueología sino que además tuvo la suerte de trabajar y aprender junto a Maspero, Petrie o Gardiner, padres de la arqueología moderna. Si eso no supera cualquier diploma universitario en su época, ya no sé nada.
Lector, perfecto para complementar una biografía de Howard Carter o como prólogo a la lectura de La tumba de Tutankamón para celebrar el centenario de su descubrimiento.
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Hola guapísima, pues me has hecho un gran descubrimiento. Me lo apunto apuntadísimo. Mira que tengo La tumba de Tutankhamon de Carter sin leer, un regalo de MH, y debería haber sido este el año propicio para ello… peeeeero… una que no se fija tanto en estas cosas.
Al final acabará cayendo seguro.
Un besazo enorme.
Pues te recomiendo que leas antes este librito de Parra, como te comentaba en la entrada del ensayo de Carter, te ayudará con una idea aproximada de lo que fue el descubrimiento y de la figura del gran arqueólogo, ya lo verás. Besotes.
Una lectura muy interesante. Tomo buena nota.
Besotes!!!
Son pocas páginas, las fotografías son estupendas y te ayuda a comprender mejor la figura de Howard Carter, de su entorno, de la época y de su gran descubrimiento, así que te lo recomiendo mucho si te apece asomarte a este capítulo de la arqueología. Besos.
Ciertamente, lo que proporciona la experiencia y el trabajar con grandes expertos en el área que sea enseña más y da más experiencia que los estudios universitarios que ya sabemos que más que darnos conocimientos nos ponen en situación de adquirirlos. Los autodidactas sin estudios son capaces de adquirir sabiduría a base de trabajo e imitación de los grandes.
Interesante todo lo relacionado con Egipto y, más específicamente, con sus descubrimientos arqueológicos.
Respecto a Hatsepsut, leí un libro cuando estudiaba historia, La faraona de Tebas, de Francis Fèvre. No sé si lo conoces, pero me resultó muy interesante.
Un beso.
Totalmente de acuerdo contigo, además, en este sentido del gran autodidacta que fue Howard Carter, no debemos perder de vista que tuvo la suerte de ir a parar a un lugar (Egipto) y a un momento histórico (primeras décadas del siglo XX) en el que los grandes de la arqueología y la egiptología revolucionaron esa ciencia (Maspero, Petrie, Gardiner, …).
Sí que conozco a Fèvre, pero no he leído su ensayo sobre Hatsephut, me lo apunto. No sé si estará un poco desfasado por el paso de los años, pero de verdad que me asombra que en nuestro siglo no se haya escrito más sobre la única mujer faraón de la historia. Besos.
Este también me lo llevo anotado.
:)
Bien! Es perfecto para leer antes del ensayo de Carter sobre el descubrimiento de la tumba porque te ofrece una aproximación a la figura del arqueólogo desde la perspectiva de las personas que lo conocieron y trataron con él. Espero que te guste. Besos.