Inglaterra salvaje, de Richard Jefferies

Tras un misterioso accidente medioambiental, la geografía de Gran Bretaña se ve afectada hasta el punto de que la mayoría de su población debe abandonar la isla o perecer con la subida de las aguas que interrumpió el comercio y provocó la hambruna. Las ciudades despobladas perecen bajo las aguas y cuando por fin se estabiliza el territorio solo han quedado atrás un puñado de desgraciados harapientos, toscos e ignorantes. El conocimiento del siglo XX se hunde en la fosa de contaminación que un día fue Londres y dos generaciones después nadie entiende de ciencia, ni de medicina, ni de historia. Todo se ha perdido en el cataclismo, los animales sobreviven asilvestrados en los bosques, apenas queda población y la que queda es una población analfabeta agrupada en montaraces salvajes, gitanos itinerantes o pequeñas poblaciones medievales en las que la comunicación y el transporte son complicados y la pirámide social está presidida por imbéciles y sostenida por esclavos. La vida apenas tiene valor y a Felix Aquila, el primogénito del barón Aquila, le desespera tanta ignorancia. No soporta que los gobernantes no se preocupen por mejorar la vida de las personas estudiando los textos antiguos o alentando el resurgir de la ingeniería, de la ciencia, de la experimentación. Asqueado de ese mundo brutal y estúpido, decide iniciar un largo viaje de exploración, de conocimiento y de oportunidad para ofrecer a otras comunidades más receptivas todo lo que sabe.

«Debo atribuir la discrepancia existente a las guerras y odios que brotaron y dividieron a la población, de tal manera que unos no escucharon lo que otros deseaban decir, y la verdad se perdió.«

Richard Jefferies (1848-1887) fue un naturalista inglés muy reconocido por sus escritos sobre la vida rural y la naturaleza, aunque también publicó historias infantiles y novelas. Pese a que fue un autor muy querido por sus lectores, está considerado como un novelista victoriano menor pues sus ensayos naturalistas son mucho mejores que sus novelas. Excepto porque en 1885 sorprendió a los lectores y a la crítica con Inglaterra salvaje, una distopía postapocalíptica ambientada en Gran Bretaña y única en su tiempo. Cuenta Javier Calvo, traductor y prologuista de la edición en castellano de Aristas Martínez de Inglaterra salvaje, que Jefferies recogió el testigo narrativo de Mary Shelley, Edgar Allan Poe o Jules Verne, pero también sirvió de inspiración para el resto de distopías británicas que habrían de ver la luz durante el cambio de siglo.

En la actualidad, los lectores estamos más que familiarizados con las distopías apocalípticas de la ficción literaria —incluso con las de vida real, me atrevería a decir—, por eso es necesario entender Inglaterra salvaje como una rara avis de su época y a Richard Jefferies, escritor victoriano, como un pionero en un género en el que sentó precedente. Contextualizada la obra, resulta sorprendente el imaginario del autor y el extraordinario realismo de sus planteamientos de ciencia ficción. Jefferies dedica los primeros cinco capítulos que constituyen la primera parte de este libro a analizar la naturaleza del mundo postapocalíptico en el que sitúa su historia: la flora, la fauna, la geografía humana, los cambios medioambientales y en el paisaje, etc. En definitiva da a luz un mundo sumido en la oscuridad del medievo temprano (incluso peor, porque han perdido incluso los textos clásicos que sí tenían en el medievo), sin tecnología ni ciencia, cuya brutalidad y falta de interés en el progreso se parece mucho a la vida de los animales salvajes que pueblan sus bosques y montañas.

En contraste con este mundo sumido en la oscuridad Jefferies construye a un protagonista inteligente e instruido, poco adaptado a su medio, pero dispuesto a alcanzar el lugar que piensa que le corresponde. Con una prosa muy descriptiva, propia de su vocación naturalista incluso cuando trata emociones, el autor narra el viaje de su anti-héroe para mostrarnos más de ese nuevo mundo que ha creado, pero también para contarnos el viaje de autodescubrimiento de un personaje descontento e infeliz al que la rabia consume sin remedio. Destaca, sin duda, el maravilloso ecosistema natural que describe Jefferies y su idea de un regreso a la Edad Media cuando se pierde todo el conocimiento del siglo XX. Resulta relajante, desde nuestra perspectiva de lectores de la inmediatez, ese ritmo pausado y sostenido de su narración y la sensación que nos crea de no estar leyendo ficción sino una especie de crónica histórica excéntrica e inquietante.

Lector, una distopía que sorprende por su inquietante belleza.

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8 respuestas a Inglaterra salvaje, de Richard Jefferies

  1. Norah Bennett dijo:

    Hola. Jeffries nos vio venir. Dentro de unos años será así, porque como todos quieren ser influenciadores y felices porque se lo merecen, nadie hará nada, las aplicaciones serán obsoletas y no podrán vivir, lo veo.
    A mí las distopías me agobian aunque siempre hay un héroe arrojando luz.
    No la veo para mí aunque me parece muy interesante. Deberían ponerla como lectura obligatoria en los institutos, aunque debe ser una aberración ahora obligar a leer.
    Besos

    • Monica dijo:

      Ay, Norah, pensaba que estaba sola en esto del pesimismo y me veo bien acompañada, jajajajaja. Das en el clavo desde tu primera frase, cuando dices que Jefferies lo vio venir, así es. Lo alucinante es que este señor vivió en el siglo XIX, imagina. Es ahora estamos muy acostumbrados a las distopías, pero la sociedad victoriana no. Aquí el héroe no arroja mucha luz porque no le dejan: él es brillante, pero como los que mandan son unos brutos idiotas, no le hacen ni caso, no le escuchan. Me ha parecido fascinante. Besos.

  2. Rosa Berros dijo:

    Está claro que la visión apocalíptica del futuro no es solo cosa de estos tiempos. Imagino que lo de que el mundo va a peor y que la juventud no tiene remedio ha sido algo propio de todos los tiempos. Parece una historia muy interesante de la que no tenía la menor idea porlo que te agradezco que la hayas traído aquí.
    Un beso.

    • Monica dijo:

      Cierto, es muy sorprendente encontrar una historia así en el siglo XIX. Cierto que teníamos fantasía y la ciencia ficción de Wells, pero una distopía tan similar a las que se escriben en el siglo XXI, no. Ya ves, no hay nada nuevo bajo el sol. Besos.

  3. Nitocris dijo:

    Hola Mónica, qué me gustan a mí las distopías eh?, pero no sé si podré hacerle un hueco a esta. Ya sabes la acumulación de libros y obras que deseamos leer. Pero bueno, apuntada la dejo.
    Un besazo

    • Monica dijo:

      Tienes razón, menuda pila y este título no es precisamente corto. Yo lo voy dejando todo para las vacaciones, me creo que tengo cinco años de vacaciones XD Besotes.

  4. Buenas tardes, Mónica:

    Lo cierto es que yo no soy amiga de distopías, ni de no velas apocalípticas. No obstante, el título que nos traes hoy me parece una curiosidad que no se debe dejar escapar. Me parece fascinante leer una novela que originó un género. Me la llevo sin dudar para mi proyecto de Viajando por la Inglaterra Victoriana. Gracias por dármelo a conocer.

    Un abrazo y feliz semana!!

    • Monica dijo:

      Pues haces bien, Undine, porque te va a parecer de lo más curiosa, ya verás. No solo porque es la primera distopía victoriana inglesa de la que tenemos noticia, sino que además está escrita por un naturalista y eso se nota mucho al principio del libro: verás cómo a partir de una reflexión sobre el medio natural ante un desastre, el autor va hilando la historia. Me ha parecido de lo más curiosa y distinta, tengo ganas de ver qué opinas tú. Besos y feliz semana.

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