Los hermanos Karamázov, de Fiódor M. Dostoievski

En la ciudad rusa impronunciable de Skotoprigonievsk, en la región de Nóvgorod, a finales del siglo XIX, vivió una vez la familia Karamázov: Fiódor, el padre, un viejo lujurioso y bufón que ha hecho cierto dinero trapicheando; Dimitri, el hermano mayor e hijo de la primera esposa, un ex-militar apasionado, mujeriego y jugador; Iván, un intelectual descreído; y Aliosha, el hermano menor, un joven de buen corazón, que jamás juzga a nadie y con inclinaciones profundamente religiosas. Debido a un asunto de faldas y de dinero, los Karamázov no tardan en estar en boca de toda la sociedad de la época como un mal ejemplo de las nuevas generaciones rusas. Bebedores, pendencieros, mentirosos, despilfarradores, quizás incluso criminales, los Karamazov no trabajan honradamente y parecen estar perdiendo, aparentemente, cualquier escala de valores, aunque ellos se empeñen en decir que «los Karamázov no somos unos canallas, sino unos filósofos.«

«Porque soy un Karamázov. Y cuando me precipito al abismo, me precipito derecho, con la cabeza abajo y los talones arriba, incluso me siento satisfecho de caer en una posición tan humillante y considero que para mí eso es la belleza.«

Fiódor Dostoievski publicó Los hermanos Karamázov en 1880, poco antes de su muerte. Como había ideado esta novela como la primera entrega de una trilogía que no tuvo ocasión de continuar, la narración sufre continuas y larguísimas interrupciones -que pueden desesperar al lector contemporáneo- para ahondar en detalles y en la vida de personajes secundarios que seguramente hubiesen tenido sentido en los libros siguientes. Por esta razón, y porque se trata de una obra de profundas reflexiones religiosas, puesto que hacia el final de su vida el autor se centró en la idea de que solo el amor cristiano podía salvar al hombre, quizás no sea Los hermanos Karamázov la mejor opción para introducirse en la lectura de Dostoievski.

Sin embargo, para los que estamos libres de espanto ruso y tenemos vocación de libreros (tengo la teoría de que para ser librero de vocación son necesarias tres condiciones: tener un gato, poseer un acusado sentido del humor para enfrentarse al absurdo humano y haber leído a los rusos), Los hermanos Karamázov nos fascina por varias razones. En mi caso, las principales han sido el magistral dominio del narrador omnisciente del señor Dostoievski, su prosa concisa y diáfana (lenguaje sencillo, ideas complejas) y la construcción de los personajes en contraposición descripción vs diálogos (atención al capítulo IX del Libro III, la escena entre Grúshenka y Katerina). Superada la impresión de los capítulos sobre anacoretas, santos y religiosos, el lector se sumerge en una historia sobre la destrucción de los valores familiares, el orgullo llevado hasta sus últimas consecuencias y el retrato de una sociedad rusa todavía estamental, con hincapié en campesinos, criados y clases más empobrecidas de la ciudad.

Desde las primeras líneas Dostoievski nos anuncia que se avecina una tragedia, el lector la intuye cada vez más cercana, la desgracia de los Karamázov se cierne inexorable como una tormenta con cada capítulo que avanza en la trama. Y es esta historia de perdición anunciada la historia de un crimen, un parricidio, pero también de la pérdida de fe en todo lo humano y lo divino y la importancia del libre albedrío pese a los dictados divinos. Quizás por eso, los críticos literarios suelen señalar a Dostoievski como uno de los precursores del existencialismo, pero en mi opinión, Los hermanos Karamázov todavía tiene mucho de un romanticismo ruso tardío (también he encontrado ecos de Pushkin en la novela).

Lector, un clásico ruso para leer en vacaciones y sin prisas pues son más de 1.000 páginas con muy poquita acción (esta es una novela de personajes y de discusiones filosóficas y morales, pero no de trama). La historia de un parricidio en Rusia a finales del siglo XIX.

He leído y comentado esta novela en una lectura conjunta con La marmota mecánica, TrotalibrosLa estantería al completo y Dsdemona

También te gustará: Los Buddenbrook; La señorita Mackenzie; Las bostonianas; Papá Goriot; El paraíso de las damas

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12 respuestas a Los hermanos Karamázov, de Fiódor M. Dostoievski

  1. Norah Bennett dijo:

    Uy madre, esta es la versión rusa de Pamuk? No estoy para abordar otro libro que a ratos es ladrillo. De rusos he leído Karenina ¿vale para cumplir los requisitos?
    Encima me deja cosas en el aire, es como con la Suite de Némirovsky.
    Esta asignatura me la dejo para otro momento.
    Besos

    • Monica dijo:

      Tolstoi es mi ruso clásico preferido, más que Pushkin o que Gógol, aunque es un poco trampa porque me ganó con «Guerra y paz» (a las historiadoras románticas nos pone cuando un escritor noveliza tan bien las campañas de Bonaparte, qué le vamos a hacer). Pero sí, si has leído Karenina yo creo que ya cumples muy dignamente el requisito. Eso sí, cuando te animes con Dostoievski (que lo harás), empieza por «Noches blancas» o «El idiota», es un consejo. Besos.

  2. Carla dijo:

    No me termina de llamar demasiado, creo que son esas 1000 páginas sin mucha acción lo que me tira para atrás. De los rusos me apetece mucho más Anna Karenina o Guerra y paz, a los que espero acercarme pronto
    Besos

    • Monica dijo:

      Es una novela extraordinaria, no solo porque Dostoievski es un virtuoso de la narración sino porque la historia del crimen es muy buena y los personajes más todavía. El problema es que tiene tantísima paja… claro, si hubiese sido trilogía (como era intención del autor) tendría más sentido todo ese salirse del camino para contarnos la vida de los personajes, pero al quedarse en un solo libro, se hace muy pesado. «Guerra y paz» es de mis preferidos :-)) Besos.

  3. Nitocris dijo:

    Tengo gato y un acusado sentido del humor (aunque no sé si para enfrentarse al absurdo humano) así que solo cumple requisito y media ¡¡qué lastima!!
    Ahora en serio, la verdad es que no quiero que me borres de tu lista de amistades blogueras porque no me gusten los rusos. Confieso que he leído Crimen y castigo (uf, menos mal un ruso sí he leido, jejeje), pero fue con quince años y por «imposición» de mi hermana que no me dejó leer por quinto verano consecutivo El señor de los anillos sino leía Crimen y castigo… y la muy cabr… (ejem) me confesó años después que ella ¡¡ni se lo había leído!! manda huevos…
    Así que los rusos y yo no nos llevamos bien, lo de las reflexiones filosóficas no van mucho conmigo, prefiero libros que me entretengan, me intriguen, me emocionen, me hagan reír, pero no tengo ganas de ponerme a filosofar leyendo…
    Un besazo

    • Monica dijo:

      Pues fíjate que hace poco comentaba con una amiga que para leer a los rusos clásicos pensamos que hay que ser joven. Es que tanta filosofía religiosa, moral y existencialista te deprime mucho cuando ya tienes cierta edad y no estás para desgarradores dramas humanos. En cambio, con 20 años aguantas lo que te echen y encima te sienta genial. Así que no te preocupes, porque si has leído «Crimen y castigo» en tu juventud, yo creo que sí que cumples los requisitos ;-) Besotes.

  4. Adol dijo:

    Hola.
    Creo que todos hemos coincidido en que le sobraban cosas a este libro, demasiadas tramas secundarias. Personalmente me cansaba tanto mareo moral y religioso y sobre todo la vida de algunos personajes que no me interesaban nada. Esperemos que la próxima lectura conjunta sea más suave y llevadera XD.

    • Monica dijo:

      Sí, en eso coincidimos los cuatro. Quizás si hubiese sido una trilogía todas esas disquisiciones hubiesen tenido más sentido para nosotros, no sé. Y es un poco lo que comentaba Jan, que en esa época, debatir sobre filosofía comprendía contemplar la religión sí o sí. Pero nos lo hemos pasado en grande compartiendo lectura, ¿verdad? Lo que me he reído con el asceta loco aquel que veía demonios y los destripaba como Ripley en Alien XD Un besote.

  5. Trotalibros dijo:

    Qué preciosa reseña te ha quedado, Mónica.
    Cómo no, tú te has fijado más en la parte técnica. En lo que sí estamos de acuerdo es que Los hermanos Karamázov es la crónica de una desgracia familiar anunciada y que la acción se ve contínuamente interrumpida por reflexiones que, si bien son interesantes, hacen que el lector se tenga que armar con toda su paciencia.
    Me ha encantado esta lectura conjunta, sin duda nos ha dado mucho que hablar!!! :)
    Besos!

    • Monica dijo:

      Me hace gracia que justo escribas «crónica de una desgracia familiar anunciada» porque a medida que íbamos leyendo pensaba a menudo en esas palabras, inspiradas por el título de «Crónica de una muerte anunciada» (aunque literariamente nada tengan que ver ambas novelas). Sí que me lo he pasado bien compartiendo lectura, y además me ha servido como un curso magistral de narrativa porque Dostoievski nos da una lección con ese magnífico narrador omnisciente que te deja boquiabierto. Ya comentamos el coup de grace de aquel diálogo de Grushenka en contraste con la descripción del personaje. Y es por esto, amigo mío, que los clásicos son clásicos ;-) Besos.

  6. MH dijo:

    Ya sabes lo que me pirran los rusos, que leo no ya desde joven, sino desde antes, con 14 o 15 años (me ha hecho mucha gracia lo que comentas por ahí arriba de que a los rusos hay que leerlos así porque me ha hecho reflexionar precisamente sobre mi trayectoria lectora con ellos y es verdad que empecé jovencísima… demasiado quizás para entender algunas cosas).

    Bueno, que me voy del tema. Dostoievsky fue un genio de las letras, hacía con ellas lo que quería, y tienes razón en que «Los hermanos Karamázov» quizás no sea la mejor opción para conocerle por lo mucho que se dispersa a veces o por la densidad narrativa (que esto lo llevan casi todos los rusos de serie, por cierto), pero quien no tiene miedo a eso o ya sabe a lo que se enfrenta cuando abre un libro como este, debe leerlo y conocer la visión que tenía un escritor como este de la vida, de los seres humanos, de sus impulsos y de la religión.

    Por cierto, ¿no te parece flipante, por no decir otra cosa, la capacidad narrativa que tenían estos autores para escribir novelas con este número de páginas de una manera constante y a lo largo de muchos años? Es que hoy en día no se hace. Nadie lo hace. Me deja maravillada.

    Bueno, me callo ya. Ah, yo quiero ser librera y jamás tendré un gato. Por dejar constancia… jajaja.

    ¡Besote!

    • Monica dijo:

      Sí, es que charlando el otro día con Ana Bolox llegamos a la conclusión de que cuando eres joven sobrellevas con más naturalidad estas lecturas tan apasionadas y desgarradoras, no sé si porque se te escapan muchas cosas o porque ahora lees a los rusos y necesitas dos semanas para recuperarte porque te ha dejado hecha polvo tanta intensidad XD
      Tienes razón en lo de los tochos rusos, en nuestro siglo pocos autores publican semejantes librazos a tal nivel de intensidad. En la lectura conjunta comentábamos que en probablemente en los círculos de Dostoievski, a finales del siglo XIX, no se podía reflexionar sobre moralidad sin contemplar la religión, y que por eso los debates siempre mencionaban el aspecto religioso en profundidad y el discurso era profundo y disertaba. En nuestro siglo, un dilema o debate moral entre personajes no requiere pasar por el discurso religioso y quizás por eso tengamos menos páginas de media, no lo sé.
      Pues no sé yo si el gremio de libreros te dejará entrar sin gato, jajajajajajaja. Besotes.

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