En marzo de 1952, un enorme meteoro se estrella cerca de la costa este de Estados Unidos convirtiendo el estado de Washington en un enorme cráter calcinado. Elma York, doctorada en Física y en Matemáticas, y piloto de la Segunda Guerra Mundial, y su marido Nathaniel, ingeniero aeroespacial, consiguen sobrevivir al impacto y aterrizar de emergencia en una de las bases cercanas a Kansas. El impacto del meteoro, superior al de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki juntas, desencadena una serie maremotos, terremotos e incendios en ambos hemisferios, pero Elma no puede evitar ir más allá: la cantidad de polvo lanzado a la atmósfera por el impacto y su incidencia en el océano han desencadenado una serie de brutales cambios climáticos muy semejantes a los que provocaron la extinción de los dinosaurios milenios atrás. Con la amenaza de un planeta Tierra inhabitable a corto plazo, Elma y Nathaniel ingresan en un equipo internacional aeroespacial destinado a crear colonias humanas en el espacio. Pero en 1952 el ser humano todavía no ha pisado la luna, no existen los ordenadores analógicos y las mujeres no pueden ser astronautas.
«En los años cincuenta, un hombre con un título superior en Matemáticas era un ingeniero. Una mujer era solo una calculadora. La discrepancia salarial entre los dos puestos de trabajo era enorme, a pesar de que las mujeres eran quienes diseñaban los algoritmos que impulsaron gran parte de la industria aeroespacial. Del mismo modo, los trabajadores blancos cobraban más que los negros. Ojalá estas batallas históricas no se librasen todavía, pero ninguna de las dos estadísticas ha cambiado.«

Mary Robinette Kowal es una autora norteamericana de ciencia ficción y fantasía que ha sido galardonada con los premios Nébula, Locus y Hugo con su saga La astronauta. En Hacia las estrellas nos presenta una distopía tan cercana a la historia real de la carrera espacial de los años cincuenta y sesenta para llegar a la Luna que apenas tenemos la sensación de estar leyendo ciencia ficción. Kowal centra el peso de su novela en la denuncia del cambio climático y la segregación racial y de género. Su protagonista Elma York tiene dos doctorados, es piloto de combate, calcula de memoria ecuaciones y algoritmos orbitales que ella misma ha creado, pero nadie la llama doctora York ni la cree capaz de ir al espacio: Elma es la señora de Nathaniel York, una dama que queda bonita en las fotos de la prensa. Además, Elma es judía, apenas ha escapado al horror de la Segunda Guerra Mundial y le presentan la posibilidad de trabajar con Wernher von Braun, ¿por qué iba a sentirse incómoda?
Hacia las estrellas me ha parecido una lectura muy entretenida y emocionante, aunque reconozco que me ha gustado mucho más la novelización histórica de la época cuando se mantenía realista (la carrera aeroespacial, la tensión de la guerra fría, el entrenamiento de los astronautas, etc.) y lo bien que la autora sabe escenificar el machismo y el racismo salvajes que imperaban en la joven potencia mundial que había resultado vencedora de la guerra contra los nazis. La narración de Mary Robinette Kowal es fluida y sin florituras, muy directa, y sus diálogos resultan muy naturales. Refleja bien la discriminación de género y la racial y utiliza este conflicto social histórico como motor principal de una trama que mantiene el interés, el suspense y la emoción pese a que los personajes son un poco hieráticos. Quizás me ha quedado un poco floja la trama del impacto del meteoro y sus consecuencias planetarias, hasta que me he dado cuenta de que en breve la autora publicará una continuación de esta novela. De todas formas, para los alérgicos a las bilogías, aviso que Hacia las estrellas es autoconclusiva y puede leerse de manera independiente. Lo peor: las escenas de sexo con metáforas sobre el lanzamiento de cohetes espaciales.
Lector, ojalá llegue un día en que leamos esta novela y sea la discriminación de género y racial la que nos parezca la mayor fantasía.
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Hola. Me habías ganado para la causa por la recreación histórica y porque me encantan las historias de mujeres y hombres de ciencia. Me estaba recordando un poco la situación a la peli Figuras ocultas (¿era ese el título?), la de las mujeres matemáticas de la NASA. El caso es que lo de la colonización me hacía menos gracia pero aun así. Lo que pasa que has mencionado lo de la continuación y me he huido cual cobarde.
Besos
¡Sí! Has dado en el clavo, es justo como la peli de «Figuras ocultas»: la misma época, la misma situación, la carrera para llegar a la luna… Era alucinante que las mujeres con doctorados fuesen llamadas «señora de tal» o «señorita» o «calculadora» en lugar de doctoras, y a la cantidad de vejaciones que se las sometía solo por ser mujeres. La parte de ficción me ha parecido más floja y no tengas miedo de la continuación porque la puedes leer sin continuación, palabrita. Besos.
Pues ojalá llegue ese día… Aunque con la novela no me animo, que no termina de llamarme.
Besotes!!!
A mí me ha dejado con ganas de leer algún título de no ficción sobre las circunstancias de las primeras mujeres en la NASA, me ha parecido tan bestia que me parece de otro siglo (pero no del siglo pasado sino de la época medieval). Besos.
Este no me llama Mónica, creo que me gustaría justo lo que a ti, la parte más cercana al realismo, pero la otra me alejaría un poco más.
Besos
Sí, justo me ha pasado eso, aunque Kowal escribe muy bien. Como le decía a Margari, voy a buscar algún libro de no ficción sobre el tema, ya te contaré. Besos.
Hola guapa, pues no sé si me llama la atención. Me gustan las distopias, pero que se parezca tanto, tanto a la realidad no sé si me llama…
Un besazo
Es que justo la trama del meteorito que provocará la extinción de la humanidad queda muy en segundo plano y es lo que menos me ha gustado. Supongo que será la trama que coja fuerza en el segundo libro, porque ya habrán pasado unos años y la vida en el planeta estará amenazada. Ya os contaré si me animo a seguir la saga. Besos.
Aunque al principio lo del meteorito me ha llamado la atención, entre que sus consecuencias quedan un poco de lado y que vislumbro un romance por ahí, creo que voy a pasar. Además, la ciencia no es lo mío.