Un criado despierta en plena noche al abogado londinense Malcom Ross para que acuda raudo a la residencia de los Trelawney pues un accidente inexplicable ha dejado desamparada a la joven señorita de la casa. Cuando Ross llega a la mansión, impelido por el amor que siente por la chica, se encuentra con un escenario desolador: Abel Trelawney, mecenas, coleccionista y padre de Margaret, ha sido salvajemente atacado en su dormitorio. La habitación parece un pequeño museo, atestada de piezas del antiguo Egipto y con un olor a momia intenso y paralizador. Aunque, en el momento del ataque, la chica confiesa que no había nadie en el dormitorio más que su padre y que la puerta estaba cerrada por dentro. Rápidamente, el sargento Daw pone en marcha un dispositivo de seguridad, con médicos, enfermeras y amigos, para que la víctima no esté sola en ningún momento, pues Trelawney ha dejado unas misteriosas órdenes a sus abogados sobre la imposibilidad de que nadie lo traslade a un hospital o mueva un solo centímetro alguna de las antigüedades que rodean su cama.
«Ese gato, capaz de arañar o de morder a nuestro maduro caballero, jamás habría podido sacarle de la cama ni arrancarle de la mano la pulsera que guarda la llave. Esas cosas quedan muy bien en los libros en que los detectives aficionados, que ya saben lo que va a pasar antes de que suceda, lo reducen todo a teorías; pero en Scotland Yard, donde no tenemos un pelo de tontos, solemos descubrir que cuando se ha cometido un crimen, o al menos se ha intentado cometer, es gente y no cosas lo que se encuentra tras él.«
Pese a que Bram Stoker ( 1847-1912) se licenció en el Trinity College con un doble grado en Física y Matemáticas, y se ganó la vida durante un tiempo como abogado, pasó a la posteridad como novelista y crítico literario. Sin embargo, el gran éxito de Drácula eclipsó el resto de su obra literaria, como es el caso de La joya de las siete estrellas, una novela que empieza con un marcado tinte de misterio policíaco, que desarrolla una trama de maldiciones, ocultismo y ciencias del Antiguo Egipto, y que termina siendo una historia esotérica y fantástica sobre momias, posesiones astrales y resurrecciones osiríacas. Personalmente, me ha gustado más toda esa primera parte del misterio de la habitación cerrada, y me ha sorprendido que Stoker no siguiera escribiendo esa novela policíaca sino que derivara hacia las criaturas fantásticas y el terror que, en mi opinión, le funcionó muchísimo mejor en Drácula.
La joya de las siete estrellas casi tiene una estructura teatral: escenarios contados, diálogos que proporcionan contexto e información al lector y participan en el desarrollo de los acontecimientos, y escenas muy plásticas. Tal vez, no sería absoluto complicado realizar una adaptación teatral de esta novela, aunque no he encontrado información sobre si Bram Stoker la concibió así en algún momento de su escritura o posterior edición. El estilo y la prosa del autor son impecables y muy característicos del autor de Drácula, y destaca la viveza del habla de sus personajes y las reflexiones del narrador protagonista, Malcolm Ross. También a resaltar la extraordinaria documentación y estudio de Stoker en la escritura de esta novela sobre la cultura funeraria del Antiguo Egipto, las técnicas de momificación y conservación, las tumbas faraónicas, el tráfico de reliquias, etc. tan exhaustiva y bien tramada en esta historia que resulta otro de los elementos de mayor disfrute de esta curiosa y terrorífica lectura. Me ha parecido de gran mérito que Stoker consiga una ambientación egipcia tan magnífica sin que sus personajes salgan de Inglaterra.
Lector, un intenso olor a momias en el Londres victoriano.
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Hola, Mónica:
Lo leí hace poco en una lectura conjunta y, en general, coincidimos todos en las opiniones: la primera parte se disfruta mucho más. Para mí se trató de una relectura y fue una pena, porque en mi recuerdo era más «perfecta». Quién sabe… a lo mejor si la releo dentro de 15 años, vuelvo a cambiar de opinión jajjaja
Un beso.
Efectivamente, yo sólo conocía a Stoker por su Drácula, pero hace poco leí una reseña de esta novela que hoy traes y me llamó mucho la atención. Me atrajo de la «puerta cerrada» un recurso siempre interesante en las novelas policíacas del siglo XIX. me seduce menos que derive hacia el terror y lo fantástico. No obstante, está apuntada y espero no tardar en leerla.
Un beso.
Buenos días, Mónica.
Leí este libro el noviembre pasado, y me gustó muchísimo. Sin embargo, comparto contigo que Drácula es una novela más perfecta que esta, así como la segunda parte de La joya de las siete estrellas es menos brillante que la primera. Sin embargo, y en mi humilde opinión, por ello no deja de ser una lectura apasionante.
Por otro lado, me ha encantado lo que comentas sobre una posible adaptación teatral. No había pensado en ello, pero es cierto que esta obra luciría bien en los escenarios.
Un abrazo, y enhorabuena por la estupenda reseña!!
Hola Mónica, cómo se me había pasado esta reseña. La leí en enero, si recuerdas, precisamente para el reto egipcio (tú y yo hemos elegido unas premisas parecidas, esta la puse en Terror y la de Agatha Chiristie en clásico y tú lo has hecho al revés, jeje…). Veo, como dice Anabel con quien la leí en lectura conjunta, que te gustó más la primera parte. Veo que es la tónica general…
Un besazo