Ruth Santana malvive en Barcelona, con dos trabajos y sin apenas nada que llevarse a la boca, desde que una entidad bancaria la echó de su casa pero no le condonó la deuda de la hipoteca. Una noche, presa de la desesperación, convencida de que ya no tiene nada que perder, de que morirá despacio por inanición, tropieza con Hugo Correa, un misterioso y turbio personaje que le ofrece otra salida. Ruth, que pensaba que no podía caer más bajo, que siempre se había tenido por la niña que tenía remordimientos por quedarse con las vueltas del pan, se sorprende a sí misma planteándose un camino poco ortodoxo. Al fin y al cabo, quizás no se haya rendido del todo, quizás todavía tenga esperanza. Por las calles más oscuras de Barcelona, una extraña tripulación pirata acaba de enrolar a su último miembro antes de zarpar rumbo a la caza del tesoro.
«Si te mata la mar, te mató, es algo rápido, como un cartucho de dinamita explotándote en las manos. Ya está. Todas las heridas curan o matan, aunque sigan doliendo de vez en cuando. Pero en la calle estás solo rodeado de un montón de gente que te desprecia; de otra que está en la misma situación que tú y que, sin tener nada personal contra ti, querría que desparecieras del mapa.»
Roca Editorial
ISBN: 9788416867141
Colección: thriller y suspense
Páginas: 304
Fecha de publicación: septiembre de 2017
No siempre me convencen las novelas ambientadas en mi ciudad y casi nunca cuando es escenario de crímenes, injusticias y tormentos varios. Me gusta reconocer calles y jardines, lugares y pequeños pasajes, barrios y bares, pero como la novela negra no es un género que me seduzca demasiado, no acabo de disfrutar de una Barcelona oscurísima (echad la culpa a mis manías feelgood). Y, sin embargo, me ha encantado Vienen mal dadas, de Laura Gomara. Hasta su estupendo título. Seguramente porque, en última instancia, y pese a su vívido retrato de las miserias financieras que azotan fuerte en nuestro siglo, su protagonista se ha aferrado a la esperanza y no ha caído en la negrura total a la hora de caminar por las calles e inmuebles barceloneses.
Vienen mal dadas no es del todo una novela negra o, al menos, no es tan oscura como para que encaje a la perfección en el género. Quizás por su retrato realista de la situación de Ruth —candente para el lector, que seguro que lo ha vivido de cerca o en propia piel—, quizás por el romanticismo de la figura misteriosa de Hugo Correa, o por la mirada triste (pero no desesperada ni morbosa) sobre la ciudad nocturna, me resisto a enmarcala en el noir literario. Me gusta porque, pese a su aire noir, pese a las referencias delictivas, casi roza la novela de aventuras clásicas: las referencias a La isla del tesoro de Robert Louis Stevenson, al espíritu de compañerismo y la lealtad entre ladrones (Robin Hood y sus compinches en el bosque de Sherwood, bien podrían haber elegido una casa okupa de Sant Antoni si viviesen en nuestros días, ¿y no hubiesen robado bancos que no aceptan la dación en pago?), al barco pirata y su tripulación, al tesoro escondido, al capitán (por algo Hugo Correa es marino)… Laura Gomara ha sabido dar a Vienen mal dadas ese punto de aventuras clásicas y héroes (o anti-héroes) que se crecen ante la adversidad que tanto me ha gustado y que tan bien ha sabido conjugar con el realismo de su historia. Porque en esta novela todo es posible, probable, real; la situación de pobreza de sus personajes no es novelesca sino realista: pequeños delitos que arruinaron vidas (como en el caso de Bosco), malas decisiones, hipotecas asfixiantes, mecánicos sin trabajo, sociópatas olvidados por la asistencia sanitaria del sistema… Ninguno de ellos está en la calle por una circunstancia fantasiosa o novelesca, por desgracia están ahí por algo que podría pasarnos a cualquiera de nosotros, simples lectores mortales.
El baile entre Ruth y el Gallego está muy bien medido, los personajes secundarios, equilibrados, y la investigación policial, junto con la historia de venganza que persigue al protagonista, aderezan la trama en su justa medida. El resultado es una novela fascinante, por su realismo y su sensibilidad, muy entretenida, de excelentes personajes, y con el punto perfecto de suspense. Además, me ha parecido un plus que la autora haya optado por ese tono de nostalgia de las novelas de aventuras clásicas y por no abandonar del todo la esperanza… pese a vienen mal dadas, sí señora.
Lector, te gustará porque se sale de los tópicos pese a sus referencias clásicas.
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