La egiptóloga Amelia Peabody y toda su familia vuelven a reunirse en El Cairo para iniciar otra campaña de excavación en el Valle de los Reyes. Corre el año 1903, el joven Howard Carter trabaja en la tumba de Hatsepshut y Gaston Maspero es el director del Servicio de Antigüedades. Amelia y su marido, el arqueólogo Archibald Emerson, también llamado por los egipcios Padre de las Maldiciones por su temible carácter y su facilidad para gritar palabrotas, están deseando ponerse manos a la tumba. Pero la extraordinaria fama de la pareja va a complicarles un poco las cosas: la señora Fraser, una antigua conocida, les pide ayuda para espantar al espíritu de la princesa egipcia Tasherit, y el coronel Bellingham y su odiosa hija Dolly no hacen más que estorbar con sus intrigas y sospechas sobre un posible peligro. Por si fuese poco, Amelia empieza entender que si sus hijos ya se metían en líos cuando eran pequeños, ahora, a punto de convertirse en adultos, se van a arriesgar muchísimo más. Cuando una momia rubia aparece en una tumba inexistente según los registros arqueológicos, Amelia no cejará hasta resolver el misterio por mucho que su familia se empeñe en disuadirla.
«Cuando el Amelia maniobró para acercarse a la costa, mi corazón latió aceleradamente con expectación y una sensación de regreso al hogar. Siempre sucedía lo mismo, pero siempre era diferente: la suave luz dorada en las colinas y las sombras de un malva difuso. Estaba cayendo el crepúsculo. Durante los últimos kilómetros nos deslizamos sobre aguas matizadas de carmesí y oro que reflejaban la puesta de sol. A través del río, las ruinas de los templos de Karnak y Luxor brillaban débilmente en el ocaso, y entre ellas destellaban las luces de la ciudad moderna.«
La imagen es de Mrs Hurst, de Las inquilinas de Netherfield, que me la ha prestado con su generosidad y amabilidad habituales
Elizabeth Peters es el seudónimo de la escritora estadounidense Barbara Mertz (1927 – 2013), doctorada en Egiptología por la universidad de Chicago y doctora honoris causa en Humanidades por el Hood College. El enigma del gato grande es la novena entrega de la saga de novelas de misterio protagonizadas por la egiptóloga Amelia Peabody, una inglesa indomable, inteligente y testaruda que además de trabajar en los yacimientos más fascinantes del Egipto de finales del siglo XIX y principios del XX, resuelve crímenes y enigmas con un sentido común y una valentía asombrosas. Me compré esta novela de segunda mano porque me la recomendó MH de Las inquilinas de Netherfield: ella la había leído y reseñado para su Reto Egipto en la Literatura y se lo había pasado en grande. Me ha parecido de lo más entretenida y divertida, por no mencionar el encanto de encontrar entre estas páginas personajes reales como Howard Carter y yacimientos y hallazgos arqueológicos del Egipto de la época.
El enigma del gato grande puede leerse sin ninguna dificultad pese a formar parte de una saga y no tratarse del primer título. El único problema es que en seguida te quedas prendada de Amelia y de toda su familia y te entran muchas ganas de leer los libros anteriores para saber cómo conoció a Emerson o qué aventuras vivieron los hijos —adoptivos y propios— cuando eran más jóvenes. Se trata de una novela de misterio clásico, muy bien ambientada en el Egipto de 1903 y en sus yacimientos europeos, con una estupenda documentación sobre egiptología y arqueología, divertida, con un toque romántico y muy entretenida. Los diálogos son rápidos, van al grano, caracterizan muy bien a cada uno de los personajes (apenas necesitas acotación para saber quién ha dicho qué) y brillan con cierto sentido del humor. Resulta muy simpático que una autora norteamericana haya sabido captar tan bien la esencia de una protagonista tan rematadamente británica como es Amelia Peabody y que, en esta novela, los más antipáticos y desagradables sean los estadounidenses. Elizabeth Peters es ingeniosa, mantiene bien el ritmo de la narración y ha sabido darle una vuelta de tuerca muy carismática y divertida a las novelas de misterio clásico del siglo pasado.
Lector, la saga de novelas que a Agatha Christie le hubiese encantado leer antes de irse a dormir cuando estaba de excavaciones con Max Mallowan.
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Hola Mónica, ya le comenté a MH que estaba leyendo una de las novelas de Amelia Peabody para su reto y que pensaba iba a sorprenderla, ¡ilusa de mí! jeje… creo que las que somos totalmente locas del Antiguo Egipto leemos cualquier cosa que salga sobre él. Yo tengo solo una entrega posterior a esta que se titula El halcón en la puerta, en la que los hijos y demás parientes jóvenes ya son mayores, y alguno de ellos ya se han casado… así que imagínate. Estoy con ella desde hace tiempo, pero como estoy leyendo otros tres libros al unísono todavía no la he acabado, pero me queda poco y habrá reseña del reto egipcio… Ya os contaré sobre ella.
Amelia es, a veces, un pelín repelente, jeje… taaaaan perfecta. Me encanta Ramsés
Un besazo
Uys, qué buena pinta y no me sonaba de nada. Y si se puede leer de forma independiente, mejor que mejor.
Besotes!!!
Querida Mónica.
Si MH y tú os lo habéis pasado en grande con esta novela, puedes imaginar que yo lo haré también. No sabes cómo me está gustando este reto egipcio organizado por nuestra compi, es una pena que no lo pueda finalizar, ya que me quedaré a 3 ó 4 títulos por reseñar.
Un abrazo, y gracias por tu intersante publicación!!