La joven Nell y su abuelo, asistidos por el leal Kit, viven modestamente en la tienda de antigüedades que regenta el anciano hasta que un misterioso revés financiero los deja en manos del más terrible y monstruoso criminal, el enano Quilp. Pese al embargo de la tienda, Frederick, el hermano de Nell, y su amigo Richard Swiveller están convencidos de que el abuelo tiene escondida una fortuna que guarda para su nieta, por lo que no cejarán en su empeño de acosarlos aunque también acaben cayendo en las codiciosas manos del enano. Sin hogar y con apenas un puñado de monedas, temerosa de las amenazas y el comportamiento de Quilp, Nell decide fugarse en plena noche con su abuelo y recorrer los amables caminos de la campiña, lejos de las grandes ciudades. Con su partida, deja desolado al joven Kit que, aunque encuentra empleo con la encantadora familia Garland, jamás la olvidará. Todo parece perdido para Nell, que acepta los reveses de la fortuna con bondad infinita, pues aunque encuentre gente amable y generosa en su camino, la desesperación viaja con ella.
«¡Ah! Si aquellos que rigen los destinos de las naciones tuvieran esto presente, si pensaran en lo difícil que es para los pobres engendrar en sus corazones ese amor al hogar del que provienen las virtudes domésticas, pese a vivir en aglomeraciones escuálidas donde se pierde la decencia social, si es que existió alguna vez; si se olvidaran por un momento de sus amplias avenidas y grandes casas y se esforzaran por mejorar las moradas miserables de los callejones donde reina la pobreza, entonces muchos tejados bajos apuntarían más rectamente al cielo que esas agujas excelsas que, burlándose de ellos por su contraste, se elevan con orgullo en medio de la culpa, el delito y la horrible enfermedad.»
Charles Dickens (1812-1870) publicó La tienda de antigüedades por entregas, durante 1840 y 1841, en su revista literaria semanal Master Humphrey’s Clock, revista en la que también publicó Barnaby Rudge. Se trata de una novela algo distinta a las anteriores obras del autor que sorprende, sobre todo, por el personaje de Nell, muy alejado de esa esperanza con la que Dickens suele apoyar al lector incluso aunque esté narrando las miserias e injusticias más terribles. Si de sus 863 páginas eliminásemos los capítulos de la peregrinación de Nell y su abuelo, La tienda de antigüedades sería una novela mucho más dickensiana; incluso con el protagonismo de Quilp, un personaje tan grotesco que torna las páginas por donde pasa en un circo de los horrores, sin Nell y el abuelo, la prosa del autor vuelve ser tan aguda, crítica, socarrona y emocionante como en sus novelas anteriores. La pena es que no podemos entrevistar a Charles Dickens y preguntarle cuál fue su propósito al crear una protagonista tan pasiva porque, como dice Mrs. Hurst, con quien he compartido esta lectura, Dickens era un maestro construyendo personajes y si creó así a Nell fue a propósito. Quizás, cargó las tintas en un personaje que, pese a la miseria y a los duros reveses de la vida, siguió comportándose con una bondad y una rectitud moral extraordinarias, sin perjudicar jamás a nadie pese a que su acuciante necesidad hubiese podido justificar, al menos, el robo de un mendrugo de pan. Puede que Dickens estuviese mostrando un ejemplo exagerado para ilustrar su crítica sobre la falta de oportunidades para un amplio sector de la población que a menudo delinquía y se embrutecía para sobrevivir.
«Esta niña (…) ha luchado heroicamente contra todas las dudas y todos los peligros, contra la pobreza y el sufrimiento, sostenida solamente por un fuerte afecto y por la conciencia de la rectitud. Sí, el mundo está lleno de esos heroísmos. Yo tengo aún que aprender que las pruebas más duras y mejor sobrellevadas son aquellas que nunca son narradas en ningún libro, pero que se padecen a diario. ¡Cómo no asombrarme ante la historia de esta niña!«
Al margen de Nell y su dichoso abuelo, he disfrutado muchísimo de La tienda de antigüedades, sobre todo de la segunda mitad de la novela cuando los personajes londinenses toman las riendas de la trama y los capítulos se suceden con una tensión y suspense creciente, hasta desembocar en un final tan emocionante que no puedes dejar de leer (en la edición de Nocturna cuentan que en 1841, los lectores estadounidenses corrían al puerto para pedir noticias a los barcos británicos sobre los últimos capítulos de La tienda de antigüedades, pues las entregas semanales se demoraban al otro lado del océano y necesitaban conocer el final). Dickens vuelve a la carga al señalar la falta de oportunidades de las personas que nacían en el seno de una familia pobre, la lacra que pesaba sobre ellas y cómo se cuestionaba su moral, la dureza de los arrabales de las ciudades industriales de su época, la pantomima en la que a menudo se convertían los juicios, la crítica al sistema judicial, a los abogados, a las prisiones, incluso a los predicadores religiosos que contribuían a mantener la injusticia del orden social establecido. La tienda de antigüedades no es mi Dickens favorito (¡cómo echaba de menos el optimismo y la esperanza, pese a todo, de Nicholas Nickleby!), pero me he quitado la espinita que hace años me quedó cuando abandoné su lectura en los primeros capítulos y me alegro mucho de haberle dado otra oportunidad porque leer a Dickens, independientemente de la historia que nos esté contando, siempre es un lujazo.
Lector, Dickens es Dickens y el maestro siempre merece la pena.
También te gustará: Nicholas Nickleby; Los papeles póstumos del Club Pickwick; Tiempos difíciles
Hola guapísima, mira que a veces me digo que tengo que seguir leyendo a Dickens, pero es que eso de que escribiera por entregas y sus obras sean taaaan extensas me da una pereza, jejeje… Y eso que David Copperfield me gustó mucho, pero tengo que coger fuerzas para leer otro Dickens… Ya veré.
Me parece que este no sé si lo disfrutaría mucho, me repatea mucho que un personaje sufra mucho y, también me repatea que sea demasiado buenos… pero en fin, no voy a decir que no…
Un besazo
Es cierto que la mayoría de sus novelas son tochos de cuidado, pero si disfrutaste «David Coperfield», estoy segura de que disfrutarás de sus demás obras. Aunque, mira, este título no te lo recomiendo, no es que sea peor, es que esos dos personajes se hacen bola. Lo bueno de Dickens es que tenemos unas cuantas novelas y muchos cuentos y podemos ir disfrutándolo poco a poco. Besotes.
Hola, Mónica.
Qué gracia me ha hecho la expresión «Nell y su dichoso abuelo» jaja a mí ambos me tuvieron bastante saturadita. No comparto todo lo que mencionas en tu impresión, pero sí coincidimos bastante en que no nos resulta el mejor Dickens leído… También sé que en su momento tuvo a los lectores muy muy expectantes y extremadamente pendientes del destino de Nell (todo un acontecimiento esto en la época). A mí, el sentimentalismo tan exagerado que encontré en esta novela me echó bastante para atrás (aun entendiendo que en esa época sería mejor recibido, claro está). Y bueno, Quilp me parece uno de los mejores villanos que he encontrado, pone los pelos de punta, pero veo que es como que no llega a romper, me daba la impresión que a Dickens se le fue un poco de las manos la trama y se torna algo errático a la hora de decidir los destinos y las consecuencias de los actos de los personajes (impresiones mías, no más que esto jeje pero me daba esa impresión: este villano al final no hace tanto, más mal le hacía el abuelo a Nell que Quilp jaja). Y bueno, hubo más cositas que a mí no me convencieron nada (que ya expliqué más detalladamente en mi reseña) pero sí que coincido también contigo en que leer a Dickens es un lujazo, aunque no todo lo suyo nos guste al mismo nivel. ¡Me ha gustado mucho leerte! Un abrazo.
Ahora mismo me paso por tu blog para leer tu reseña y así comparamos impresiones, pero estoy de acuerdo con todo lo que comentas por aquí, incluso con que la maldad de Quilp, en términos prácticos, a veces empalidece con el egoísmo del abuelo (que ya es decir). Y ahora que mencionas lo del sentimentalismo exagerado, creo que fue Oscar Wilde que le criticó justo eso a Dickens, sobre todo en lo referentes a los capítulos finales sobre Nell (tú ya me entiendes). No creo que recomiende esta novela de Dickens a quienes me preguntan por dónde empezar con el autor, desde luego, pero en el fondo, no puedo decir que no me ha gustado porque he disfrutado un montón de todos los personajes secundarios y de la trama de Londres. Voy a leerte!! Muchas gracias por comentar. Besos.
¡HOLA, HOLAAAAAAAAAAAAAAAA!
El otro día te preguntaba que cuando sacabas nuevo libro, pero por ahora, me conformo con leerte por aquí porque la magia que desprendes es la misma. Ojalá tú entrevistando a Charles Dickens en otra vida… ¿Te imaginas? No sabes cuanto me alegra que hayas disfrutado tanto de este libro.
¡SE MUUUUUUUUUUY FELIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIZ 🥰🥰✨!
Me encantaría tomarme un té con Mr. Dickens, pero me parece que estaría tan cortada que haría el idiota y al final no le preguntaría nada interesante, jajajaja. Se ha convertido en uno de los autores a los que más admiro, cada vez que abro uno de sus libros encuentro más y más detalles de la maestría de este escritor. ¡Queda tanto por aprender! Disfruto mucho de sus novelas, pero también compartiendo impresiones con otras lectoras. Un besote grande y gracias por pasarte.
Hola. No sé hasta cuándo voy a seguir diciendo que de Dickens solo he leído algunos cuentos de Navidad. He intentado alguna vez leer Grandes esperanzas porque las pelis me han gustado pero ni por esas. Le has cogido ojeriza a Nell y el abuelo, no disímiles,jaja.
El caso es que esta novela la tenía apuntada como alternativa para empezar a leer otra cosa de Dickens que no fueran los cuentos pero me parece que es un tocho importante y no sé si tendré paciencia.
Lo de las novelas por entregas tenía que ser una auténtica tortura para los lectores. Qué buena la anécdota intentando que los marinos les hagan spoiler.
Quizás lo intente algún día.
Besos
Uf, yo no empezaría por esta novela para volver a intentarlo con Dickens, quizás me animaría con «Nicholas Nickleby» (tocho muy divertido y ameno) o con «Tiempos difíciles» (más corta). Es que Nell y el abuelo… y ves que sí, que les he cogido manía, pero es que ralentizaban la trama una barbaridad y no acababa de entender qué quería contarnos Dickens con esos dos. A mí me gustaría engancharme a alguna novela por capítulos, pero no creo que nadie lo haga tan bien como Mr. Dickens. Besos.