Un hombre con atributos, de David Lodge

En la primavera de 1944, H. G. Wells sale a fumar un puro en el balcón de su casa en Hanover Terrace mientras el bombardeo alemán arrecia sobre Londres. No es un acto de valentía o un deseo de emular a Churchill, es que no quiere estropear la hermosa alfombra Aubusson de su despacho. El que fuese el escritor más famoso de Europa a principios de los años veinte, con más de cien novelas publicadas, está cansado, viejo y enfermo, sabe que le queda poco de vida. Atrás quedan sus años de cenas con colegas en el Reform Club, de aventuras amorosas, de escándalos, de intensa correspondencia con otros autores e intelectuales, de su tira y afloja con la Sociedad Fabiana por sus ideas utópicas para cambiar un mundo que ahora agoniza en los últimos coletazos de la Segunda Guerra Mundial. Todo está perdido, menos el recuerdo y el genio.

Edición de Impedimenta y traducción de Mariano Peyrou

David Lodge (Londres, 1935) es un novelista, guionista y crítico literario inglés que en Un hombre con atributos nos ofrece una biografía casi novelada y exhaustiva del escritor y pensador H. G. Wells. Teniendo en cuenta que dos de las obsesiones literarias recurrentes de Lodge son la religión y el sexo, y que el título de este libro de Impedimenta luce un doble sentido (A man of parts en su versión original), no se sorprenda el lector con la cantidad de páginas que se dedica a describir pormenorizadamente las aventuras sexuales de su protagonista. Hacia la mitad del libro, una se pregunta de dónde sacaba Wells el tiempo para escribir, tan ocupado como estaba desflorando a incontables jovencitas, dejándolas embarazadas, arruinándoles la vida, profesional y personalmente, y quejándose después de que nadie entendía su concepción del amor libre en la sociedad británica eduardiana. A ver, señor Wells, si de verdad era tan valiente como para vivir su propia utopía sexual deje de lamentarse y lloriquear cuando todos a su alrededor le critican: afronte las consecuencias de su conducta, tan bien fundamentada con su personal ideología, con integridad.

Así nos presenta David Lodge a H. G. Wells, como un hombre contradictorio: rico pero de ideas socialistas, defensor del sufragio femenino y otros derechos emancipadores de género —como la educación— pero convencido de que las mujeres no merecen la igualdad (sobre todo en la liberación sexual o en la administración del hogar, no vaya a ser…), acérrimo defensor del matrimonio pero incapaz de ser monógamo, etc. El retrato es el de un hombre egoísta y contradictorio que solo hacia el final de su vida reconoce con honestidad la suerte que ha tenido y lo inútil e hipócrita que se siente escribiendo textos propagandísticos y patrióticos como una miserable contribución al esfuerzo de guerra, pues cuando estalla la Segunda Guerra Mundial él es demasiado mayor para alistarse y sus hijos demasiado jóvenes.

Al margen de las aventuras sexuales y de los larguísimos tira y afloja con la Sociedad Fabiana (unos utópicos socialistas ejemplo del mucho ruido y pocas nueces), que se me han hecho algo pesados, me ha gustado Un hombre con atributos; no solo por la estupenda aproximación a la vida de Wells sino por el acierto de alternar distintas técnicas narrativas y de documentación histórica: diálogos, novelización, entrevistas ficticias, reseñas de las obras del autor, fragmentos de su correspondencia… El conjunto es original y muy dinámico, a menudo apasionante, y Lodge ya advierte con honradez de biógrafo sobre las licencias e interpretaciones que se permite a lo largo de todo el libro.

Personalmente, he disfrutado muchísimo con la galería de escritores que aparecen en estas páginas y las anécdotas de su amistad con H. G. Wells y las mutuas influencias de sus obras: George Orwell, T. S. Eliot, Edith Nesbit, Henry James, Arnold Bennett, Bernard Shaw, George Gissing, Joseph Conrad, G. K. Chesterton, Elizabeth von Arnim,… Lodge nos muestra un Henry James pesadísimo, encorsetado para siempre en el victorianismo, con sus cartas barrocas y laberínticas en donde le dice a Wells lo deleznable que le parece todo lo que este publica pero disfrazado con complicadísimos adjetivos supuestamente halagadores. Quizás todo se reducía a la concepción tan distinta que ambos tenían de la literatura de su época: Wells defendía la funcionalidad de la novela y Henry James priorizaba la estética.

«Habían tomado la costumbre de intercambiar ejemplares de los libros que iban publicando y elogios sobre ellos. Las alabanzas de James siempre quedaban matizadas por alguna reserva que se insinuaba solo levemente y que aparecía disfrazada de elogio. «Voy reescribiendo su libro a medida que lo leo, lo cual es el más alto homenaje que mi maldita impertinencia puede rendirle a un autor«, le escribió James tras leer, con bastante demora, La máquina del tiempo.«

Wells, que parecía siempre pendiente de la aprobación de James, incluso cuando ya era un escritor consagrado por la crítica y el público, mantuvo una relación de amor-odio con él, publicando una descarnada sátira del anciano escritor en Boon y después arrepintiéndose amargamente (otra de sus contradicciones). Anécdotas sobre la amistad del siempre encantador Arnold Bennett, cabeza de la vieja guardia junto a Wells y bastión de la resistance ante la vanguardia experimental de Virginia Woolf, D. H. Lawrence o James Joyce; los delirantes discursos fabianos de Shaw, el encanto y la hipocresía de Nesbit o de von Arnim, la simpatía del genial Chesterton… van componiendo el rompecabezas de la vida intelectual y literaria de un hombre que a veces brillaba por su ingenio, talento y clarividencia y, otras veces parecía un sátiro adolescente descerebrado.

Un hombre con atributos también repasa alguna de las obras más emblemáticas de H. G. Wells y muestra el debate y la influencia de las mismas en la sociedad británica desde finales del siglo XIX hasta su muerte, en 1946. Aunque el libro de Lodge presta más atención a sus novelas sociales, espejo de sus convicciones morales e ideológicas, también deja traslucir la importancia que tuvo el autor en el género de la ciencia ficción con obras como La máquina del tiempo, El hombre invisible, La isla del doctor Moreau o La guerra de los mundos, entre otras. Gran parte de la tecnología y de los hechos ficticios que narra en estas historias casi fueron advertencias de lo que el futuro deparaba a Europa: los bombardeos teledirigidos alemanes durante la Segunda Guerra Mundial (los V1 y V2), la importancia de la guerra desde aire, el cambio social que traería la destrucción de Europa, la domótica que sustituiría al servicio doméstico, etc. H. G. Wells quizás sea, con permiso de Jules Verne, el escritor de ciencia ficción que mejor aventuró la tecnología de su futuro inmediato. También resultó casi clarividente respecto a acontecimientos europeos como la Segunda Guerra Mundial e incluso se atrevió a profetizar que solo las naciones capaces de transformar con eficacia a sus «gentes del abismo» en músculo social productivo conseguirían liderar el mundo. Cuando le preguntaron qué nación pensaba que alcanzaría en el futuro ese estatus de potencia mundial, según sus teorías económicas y sociales, dijo que China.

«Antes o después el sistema solar se quedará sin energía y cesará la vida en la Tierra. Pero, en realidad, todavía queda mucho tiempo para eso, tanto que no vale la pena preocuparse, porque antes de llegar a ese punto los seres humanos se habrán exterminado unos a otros o se habrán marchado del planeta para colonizar algún otro lugar del universo.«

Lector, aquí tienes un relato sobre un intelectual que logró escapar de la pobreza familiar a través de la educación, obsesionado por la fontanería, el sexo, el socialismo y Henry James. Uno de los pensadores británicos más relevantes del siglo pasado visto con originalidad por David Lodge.

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10 respuestas a Un hombre con atributos, de David Lodge

  1. Buenas tardes:
    Primeramente darte la enhorabuena por tu reseña. Tu estilo directo y fresco es de agradecer.
    Segundo, coincido contigo en tu opinión con respecto a Wells, ¡es impresionante cómo hay personas capaces de ejercer ese poder tóxico sobre otras! Nunca dejaré de sorprenderme sobre este tema.
    Por otro lado, comentarte lo mucho que me gusta Lodge y recomendarte otra vez que leas, si no lo has hecho ya, su Trilogía del campus, es una genialidad.
    Un abrazo, y gracias por tus trabajos, son estupendos!!

    • Monica dijo:

      Muchísimas gracias por pasarte por aquí y por tus amables palabras, tus reseñas son increíbles así que para mí significa mucho que te guste esta ;-)
      De David Lodge solo había leído con anterioridad «La caída del museo británico» y me gustó mucho el sentido del humor del autor, aunque ya me quedó claro que sus temas recurrentes eran el sexo y la educación religiosa, así que no me extraña nada cuando al principio de la bio de Wells el autor dice que estaba destinado a escribirla XD
      Me he quedado con ganas de más anécdotas de Wells con otros escritores de su época y me ha sobrado tanta seducción de jovencitas, pero el libro es estupendo, sin duda. Un abrazo.

  2. Roberto dijo:

    Muy buena reseña Monica, un libro que por lo que trae es muy interesante para leer.
    Otro de los recomendados para tener en cuenta como tantos nuevos que he visto por aquí y no conocía.
    De este mimso autor he leído el libro llamado La vida en sordina, muy bonito y recomenbale para todos los lector@s del blog si es que no lo leyeron.
    Muchos saludos y cariños!.

    • Monica dijo:

      Pues me apunto «La vida en sordina» porque Lodge me gusta, tiene muy buena prosa y un sentido del humor contagioso, y si tú dices que es bonito, allá que voy. Esta bio de H. G. Wells está genial: Lodge utiliza técnicas de novelización, reconstrucción histórica y entrevistas para ofrecernos una visión pormenorizada de la vida, la obra y la época del escritor. Saludos!!

  3. Norah Bennett dijo:

    Pues vaya panorama. A ver, todo lo que tenga que ver con la vida de escritores ya por defecto me interesa. Pero lo cierto es que las aventuras sexuales me dan bastante igual y en especial cuando el protagonista m cae bastante mal porque visto lo.visto ya te digo que me va a caer gordo. No me cabe duda de que es un libro interesante sobre un autor del que no he leído nada pero me da que va a ser demasiado denso.
    Besos

    • Monica dijo:

      Pues no me extrañaría que te cayese gordo, aunque en seguida reconoces el buen hacer de Lodge, que no nos ofrece una vida idealizada o mitificada de Wells sino una novelización de su vida bastante acertada, por lo que parece por las fuentes. Wells era un tipo muy contradictorio, pero ¿quién no lo es? Eso sí, se hace algo pesado tanta seducción de jovencitas y tanto dejar embarazadas a sus amantes; que se nota que a Lodge le gusta diseccionar la vida sexual de siglos pasados, pero que visto un caso, visto todos, porque Wells siempre acababa repitiendo el mismo comportamiento. De todas formas, genial por la novelización estupenda y por las entrevistas, y te van a encantar los encuentros con otros escritores de su época. Besos.

  4. Nitocris dijo:

    Hola guapa, en esta ocasión no me lo llevo. Las biografías, hace mucho que no leo de este género, me gusta leerla de personajes que me llamen la atención (recuerdo haber leído de adolescente la de Napoleón, ay madre, jeje, y la autobiografía de la genial Agatha Christie) y lamentablemente a Wells no lo he leído mucho así que esta la dejo pasar.
    Un besazo

    • Monica dijo:

      Es una bio escrita en forma de novela, de crónicas de sociedad y de entrevistas, por lo que se hace muy amena y curiosa. Además Lodge tiene buena pluma y un sentido del humor contagioso. Pero si lo tuyo no son las bios y Wells te deja indiferente… a otra cosa, mariposa :-))) Besotes.

  5. Ramon dijo:

    Hola Monica, me encantó tu blog, es la primera vez que escribo y debo decirte que es de los más completos que existen de la literatura. Además de enterarme de libros que no conocía, también veo que tienes los tuyos así que tendré que leerlos.
    Un beso y un abrazo.

    • Monica dijo:

      Hola, Ramon, bienvenido. Me alegra mucho que te pases por aquí a curiosear libros, siempre he pensado que uno de los grandes placeres de leer es compartir lecturas con otros lectores, ¿verdad? Gracias por tus amables palabras, si te animas a comentar, ya sabes… Un abrazo.

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