Un retrato de época, de Gwen Raverat

Gwen es la hija mayor de George Darwin, tercer hijo del naturalista Charles Darwin, y de Maud Du Puy, una decidida dama americana que viajó a Cambridge de vacaciones y terminó quedándose para formar una familia en esa «utopía feliz» que siempre le pareció la ciudad inglesa. Junto a sus hermanos y primos, Gwen crece feliz esquivando las ideas revolucionarias sobre salud y educación infantiles de su madre, y bajo la mirada benevolente de su padre y sus tíos y tías Darwin. La autora abre el primer capítulo comentando las cartas de su madre cuando llega a Cambridge en 1883: su visión de los ingleses, sus primeros pretendientes de una ciudad que en la época giraba en torno al mundo académico de su Universidad, cómo conoce a George Darwin y lo prefiere a un profesor de excelente barba pero paticorto… Con mucho humor y encanto, Gwen rememora su infancia y su excéntrico entorno familiar en la Inglaterra de la última década del victorianismo tardío y el período eduardiano.

«Cada vez que releo Emma me doy cuenta de que tenemos que ser parientes de los Knightley de Donwell Abbey. Tanto el encantador Mr. John Knightley, como Mr. Knightley me parecen familiares, como primos. Nadie que no tuviera sangre Darwin o Wedgewood podría enfadarse tanto como John Knightley por el mero hecho de tener que cenar en casa de los Weston (…). Está claro que tenemos algo de los Woodhouse de Hartfield en la sangre, sobre todo de Mr. Woodhouse. Cuando un Darwin me decía de niña «¿Estás mal de la garganta, chiquita?», lo hacía como con regocijo, y me avergonzaba. Era el mismo tono de voz con el que Mr. Woodhouse se refería a la «pobre Miss Taylor». Pero tuvo un efecto positivo: nos curó de disfrutar de estar enfermos. Siempre que pude me negué a tener mal la garganta.«

Gwen Raverat (1885-1957) fue dibujante y escritora. Perteneció, junto a su esposo el pintor Jacques Raverat, al círculo de neo-paganos liderado por Rupert Brooke y, más tarde, a la generación de intelectuales de Bloomsbury Group entre cuyos miembros se encontraban también Virginia Woolf o John Maynard Keynes. Publicó por primera vez Un retrato de época en 1952, que enseguida se convirtió en un aclamado bestseller y, desde entonces, no ha dejado de reimprimirse en Gran Bretaña. Descubrí esta maravilla literaria en casa de Las inquilinas de Netherfield, la compré de segunda mano por ocho euros —la edición es de Siglo XXI, pero está descatalogada— y me lo he pasado en grande leyendo estas memorias de infancia de la nieta de Charles Darwin.

Las grandes bazas de este simpático libro son el genial sentido del humor de la autora, sus ilustraciones y sus protagonistas, la familia Darwin. Mis capítulos favoritos son el primero, con las increíbles cartas de la madre de Gwen y los comentarios de la autora sobre sus progenitores, y todos los dedicados a la tía Etty (la mejor lectora en voz alta de la familia, capaz de irse reinventando la historia a medida que la leía si no le gustaba la original o la encontraba poco apropiada para los niños) y al resto de tíos Darwin, pero también las disquisiciones sobre el decoro de la época, la moda, los juegos infantiles, las damas… , en fin, todos. Un retrato de época son las memorias felices de la infancia de Gwen Raverat, pero también una reflexión muy divertida sobre lo significaba ser una Darwin a principios del siglo XX.

Escrita tras la devastación europea de la Segunda Guerra Mundial, Gwen Raverat se refugia en una época más inocente y feliz, en la que ninguno de sus familiares y amigos había muerto en el frente y lo más peligroso que podía pasarles era caerse al río en el transcurso de un picnic junto al Cam o llevar botas y polainas de lana para salir a jugar al jardín en pleno julio. En este sentido, el tono nostálgico y de pasado feliz de las memorias juveniles recuerda al de Flora Thompson en La trilogía de Candleford, aunque en el caso de Raverat con familia científica famosa incluida y un acérrimo ateísmo heredado fundado en la incomprensión de la superchería cristiana.

Quizás porque el método de educación de los Darwin consistía en tratar a los niños como seres humanos, porque hacían cola en las librerías para comprar lo último de Tennyson, porque correteaban felices por la casa del abuelo en Down y dejaban flores en la mesa de hierro verde donde se escribió El origen de las especies, por la tía Cara que cuando regresó a Estados Unidos mandó destruir a su caballo, a su perro, a su gato y a su jardinero (lo indultó en última instancia por el aprecio que le tenía), por la temible tía Etty, por el tío Lenny, demasiado honrado para hacer carrera en política, por la liga anti-Darwins, por… por todo eso, y mucho más, os recomiendo estas ingeniosas, divertidas y entrañables memorias de infancia ambientadas en el Cambridge de finales del siglo XIX y principios del XX.

También te gustará: La trilogía de Candleford; Volando solo; La evolución de Calpurnia Tate

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Un retrato de época

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9 respuestas a Un retrato de época, de Gwen Raverat

  1. Marisa Lectora dijo:

    Comprado! Ahora solo necesito un huequito para leerlo jajaja
    Gracias por descubrirnos estas joyitas!

    • Monica dijo:

      Pues lo encontré en Las inquilinas de Netherfield, uno de mis blogs de referencia desde hace años. Mrs. Hurst y yo tenemos gustos lectores muy parecidos y fangirleamos con libritos de este tipo. Creo que a ti también te gustará mucho ;-) Besos.

  2. Nitocris dijo:

    Pues como bien dices lo vi en el blog de Las Inquilinas y me llamó la atención, lo tendré en cuenta para futuras lecturas.
    un besazo

    • Monica dijo:

      El mes pasado leí la Trilogía de Candleford y leyendo «Un retrato de época» me acordaba de algunos detalles, solo que Gwen habla siempre de Cambridge. Es una maravilla, no entiendo qué hace descatalogado. Besos.

  3. Bela dijo:

    ¡Hola Mónica!
    La verdad es que lo del sentido del humor en los autores me encanta, soy muy irónica y adoro leer reflexiones de personajes con las que identificarme. Y bueno, las novelas que recuerdan momentos de la infancia, o periodos de la niñez en general me encantan, como en Un arbol crece en Brooklyn.
    Pues nada, que muchas gracias por tu recomendación. Anotado queda :)

    • Monica dijo:

      Pues entonces este te va a encantar, es una delicia. El humor de Gwen Raverat es encantador, sus ilustraciones con pie divertidísimas, y además tienes toda la curiosidad de conocer a la familia Darwin, que es genial. Ya me contarás si te animas. Besos.

  4. Norah Bennett dijo:

    Me gustan los cuentos felices. Que de lo otro tenemos más que de sobra. No sé si este libro sería para mí. Aunque me ahorre los detalles científicos de la familia, cosa que agradezco y se centre en el relato costumbrista. Es muy difícil escribir este tipo de novelas en el que apenas hay conflicto, yo me acabo cansando de tanto té con pastas. Igual si lo encuentro…

    • Monica dijo:

      Sí, es un compendio de anécdotas de su niñez en Cambridge y de retratos de todos los hermanos Darwin. Pero es que la autora tiene tanta gracia, tanto sentido del humor, y sus dibujos son tan geniales que te lo pasas en grande. Yo creo que sí te gustaría y seguro que si buscas de segunda mano lo encuentras buen precio (está descatalogado). Besos.

  5. MH dijo:

    Taitantos días después me paso por aquí para dejar constancia de que te he leído, de que me hace muchísima ilusión que te haya gustado tanto, que probablemente nuestras dos reseñas sean las únicas que el libro tenga en mucho tiempo, y que somos unas locáticas british a las que nos ponen costumbrismo inglés con humor y unas cuantas décadas atrás, y somos más felices que unas perdices porque el mundo nos ha hecho así.

    ¡Lectoras peculiares unidas jamás serán vencidas!

    ¡Besote!

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