En la campiña inglesa más lúgubre de finales del siglo XIX, Lord Canteville vende su castillo a la familia Otis con una sola advertencia: el castillo está encantado por el temible fantasma del sanguinario sir Simon Canterville, antepasado del honesto Lord. Pero los Otis son una familia moderna, republicana y, sobre todo, práctica, a la que los fantasmas le importan un pimiento. Utilizan el mejor detergente para borrar la legendaria mancha de sangre encantada, un tónico para la indigestión, aceite para engrasar las cadenas del fantasma y que no haga ruido por las noches, y una tolerancia sin límites a las excentricidades de los ingleses aunque estos sean almas en pena. La situación no pinta demasiado bien para el pobre sir Simon pues los gemelos acaban de declararle la guerra y ninguno de sus espeluznantes trucos parece alterar lo más mínimo la vida de los nuevos ocupantes vivos de su morada.
«—¡Qué clima tan monstruoso! —dijo el ministro americano manteniendo la calma, mientras encendía un largo cigarro—. Me imagino que el viejo país está tan superpoblado que no tienen tiempo decente para todos. Yo siempre he tenido la opinión de que la emigración era el único remedio para Inglaterra.
—Mi querido Hiram —exclamó mistress Otis—, ¿qué podemos hacer con una mujer que se desmaya?
—Descontárselo del sueldo, como las cosas que rompa —respondió el ministro—; no volverá a desmayarse, después de eso.«
Oscar Wilde (Dublín, 1854 – París, 1900) fue un afamado poeta, dramaturgo y novelista de finales del siglo XIX, que destacó por su ingenioso talento y su defensa del esteticismo (el arte por el arte). El fantasma de Canterville, junto con El retrato de Dorian Grey, es una de sus historias más conocidas y, sin duda, de las más divertidas. Ha sido adaptado en múltiples ocasiones al cine, a la televisión (quizás la versión más popular sea la del director Sydney Macartney, de 1996), como película de animación y al teatro (hace un par de años fui a ver la genial adaptación de Joan Pera en el teatro Condal de Barcelona). Sin embargo, siempre es un placer volver a leer la versión original de Wilde.
Oscar Wilde publicó por primera vez El fantasma de Canterville en 1887, en dos números consecutivos de la revista literaria británica The Court and Society Review. Se trata de una historia divertida y sobrenatural que el propio autor tachó de romance hilo-idealista por la filosofía de integrar el plano espiritual en el real con total naturalidad y aceptación. Sin embargo, como sucede en las obras de Wilde, esa apariencia de cuento gótico humorístico envuelve una crítica social y económica a los nuevos valores que ya anunciaba el cambio de siglo y que el autor encarna en la familia norteamericana de los Otis. Contrapone el pragmatismo, el consumismo (atención a la propaganda comercial que parece constituir el credo de los Otis), el republicanismo y la falta de creencias de los americanos al mundo tradicional, religioso, moral, honorable y romanticista de los Canterville, que representan a la Inglaterra rural victoriana. Si bien el choque de ambas culturas es jocoso y Wilde a menudo lo lleva a la caricatura, la segunda parte de la historia cae en un tono algo más melancólico y gótico, entrando en escena la cuestión de la maldición y el misterio de la muerte de sir Simon.
Lector, la popularidad y el encanto de las adaptaciones a veces nos esconde el brillo y la profundidad del original.
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Leí esta novela siendo adolescente y me gustó mucho, aunque creo que no le saqué todo el juego que tiene. Esa crítica y esa comparación entre los viejos valores encarnados por el Reino Unido y los nuevos representados por Estados Unidos se me escapó en gran parte. Debería releerlo.
Un beso.
Pues es lo que me ha pasado un poco con mis alumnos de 2º de la ESO, que me confesaron que no acacaban de conectar con el humor de Oscar Wilde y que si no fuese porque yo les había hablado de ese enfrentamiento burlesco entre las dos culturas, no lo habrían entendido. Seguro que lo disfrutas más ahora que eres adulta. Besos.
Hola guapísima, creo que esta obra la leí hará unos veinte años… Voy a tener que volver a releerla porque recuerdo que me gustó…
Un besazo
Pues justo es lo que me decía Rosa, en el comentario de arriba. Es que Wilde es tentador y genial y solemos leerlo pronto (además lo del fantasma nos encanta), pero creo que le sacamos más partido cuando lo leemos de adultas, al menos, a mí me ha pasado. Ya me contarás si a ti te pasa lo mismo. Besos.
Lo leí hace ya un montón de tiempo y me gustó mucho. Ahora me dejas con ganas de releerla.
Besotes!!!
Es que es una obrita genial, muy divertida, aunque hay que andar atenta para que no se nos pase ninguna de las pullitas de Wilde a los americanos de su época, jajajaja. Como es corto, seguro que cualquier día te animas a releerlo. Besos.
Hola, Mónica:
Leí la obra hace ya tiempo y me gustó mucho. Estoy segura que lo volveré a leer :-)
Un beso y feliz semana.
Ay, es muy divertido, aunque es cierto que no todos los lectores hacen buenas migas con el sentido del humor de Oscar Wilde (con mis adolescentes del club de lectura no tuve todo el éxito que esperaba). Voy a ver si le hinco el diente a «El crimen de Lord Arthur Saville», ya os cuento. Besos.
Yo otra vez. De pequeña me hicieron leer De profesión, fantasma, de Barco de vapor
Yo estaba toda ilusionada con el fantasma y el castillo y vaya chasco, menuda decepción cuando empezaron con las situaciones ridículas que pretendían hacer gracia. Igual me viene de ahí mi aversión a que se mezcla el género gótico, que es de mis favoritos del mundo, con el humor, que me llevo de regular a mal con él. Y aunque aproveche para cortarle un traje a la sociedad y ponerla en la palestra, no me encaja.
Más besos
¡Jajajaja! La historia de Wilde es más una sátira que se centra en la contraposición del mundo tradicional inglés (los valores victorianos) y el pragmatismo norteamericano de la época (consumismo, capitalismo salvaje, modernidad, etc.). El pobre fantasma es apenas una excusa para los dimes y diretes de los personajes en la primera parte, pero es cierto que la segunda parte de la obra se vuelve más gótica y romanticista. A mí me encanta en todas sus partes ;-)) Besos.
Lo leí el año pasado y me encantó, no me esperaba en absoluto lo que encontré, así que fue todo un disfrute… Sé que es de esas obras a la que volveré en algún momento y además, se lee en nada. Muy buena, con esa crítica y comparativa entre americanos/ingleses.
Un abrazo.
¿Verdad? Es que, a menudo, las adaptaciones han deformado un tanto el espíritu de esta obra tan satírica y se fijan más en el humor, en lo sobrenatural y en la historia de amor (muy de refilón). Por eso conviene asomarnos al original. Me alegra mucho de que te haya gustado tanto. Besos.
Me gustó mucho cuando lo leí, tanto el principal como los demás. Me ha sorprendido leer que se lo pusiste a tus alumnos de segundo de la ESO. Yo les he leído a los alumnos de primero «El ruiseñor y la rosa» y me han dicho que el lenguaje era complejo y que se iba por las ramas. Oh, y que era demasiado dramático. Por eso lo he cambiado como lectura de segundo.