El anciano Martin Chuzzlewit viaja por la campiña inglesa cuando cae enfermo y debe hospedarse por un tiempo en el Dragón Azul, la fonda de la encantadora señora Lupin. Desde que se discutió con su nieto, Martin junior, su carácter se ha agriado todavía más, convencido de que la codicia y el egoísmo humanos no tienen límites y que nadie de su familia siente por él verdadero afecto, pues solo le quieren por su fortuna. Repudiado por su abuelo, Martin junior va a parar como aprendiz de arquitecto a casa de Pecksniff, un miserable hipócrita que haría cualquier cosa por dinero y que ha educado a sus dos hijas a su imagen y semejanza. El joven Martin, egoísta e insensible, no es capaz de apreciar la amistad sincera de Tom Pinch, el otro aprendiz de Pecksniff, ni entender que su bondad podría enseñarle mucho… hasta que las cosas se le ponen muy difíciles y debe tomar la drástica decisión de migrar a Norteamérica para ganarse la vida en un viaje que le abrirá los ojos y le ayudará a reencontrarse con su verdadera naturaleza.
«Hay mentiras, Tom, en las que los hombres se elevan, como con alas brillantes, hacia el cielo. Hay verdades, verdades, frías, amargas e insultantes, que enuncian puntualmente los eruditos mundanos, y que atan a los hombres al suelo con cadenas de plomo. ¿Quién no preferiría que lo abanicara, llegada la última hora, la ligera pluma de una mentira como la tuya, y no las púas arrancadas del erizado puercoespín con la verdad acusadora desde el principio de los tiempos?«
La primera vez que Charles Dickens (1812 – 1870) visitó Estados Unidos, en 1842, tenía treinta años y fue recibido como una celebridad: cenas y bailes en su honor, reconocimiento de las autoridades, bustos de su persona, una horda de norteamericanos pasmados a su paso, etc. Dickens, que había viajado hasta allí emocionado por la promesa de libertad y tolerancia del Nuevo Mundo, muy pronto se desengañó del brillo aparente de su democracia. Los americanos eran vulgares, maleducados, mucho más clasistas, racistas y esnobs que la Inglaterra victoriana, pirateaban sus obras sin ningún escrúpulo, censuraban la tan cacareada libertad de opinión, tenían la asquerosa costumbre de masticar y escupir tabaco en cualquier lugar o situación y, para colmo, se creían más demócratas y libres que el resto del mundo. Esa visión norteamericana, que el autor tan bien recogió en su American Notes, fue satirizada en Vida y aventuras de Martin Chuzzlewit (1844) en cuanto volvió a casa y se puso a escribir una nueva novela por entregas. Y no hay nada tan divertido, caustico y crítico que las sátiras sociales de Charles Dickens.
Pero la crítica a los Estados Unidos de 1842 apenas son unos capítulos de Vida y Aventuras de Martin Chuzzlewit, una novela que ofrece muchísimo más que sátira: personajes dickensianos, crítica social y moral de su época y país, denuncia de la poca profesionalidad de las mujeres que ejercían de enfermeras (aunque el término es inadecuado, porque en 1844 todavía no tenemos en Inglaterra enfermeras tal y como las entendemos hoy en día), reflexiones sobre el egoísmo y la codicia de los hombres, humor, suspense e incluso romance. Y la excelente prosa dickensiana, su dominio del lenguaje, sus guiños, sus juegos semánticos, ese tono socarrón que tanto nos gusta y su maestría como narrador capaz de manejar casi cualquier recurso literario con soltura y genio. Siempre que reseño algún clásico de autores tan extraordinarios como Dickens me siento estúpida: no puedo aportar nada nuevo a todo lo que se ha dicho (más y mejor) sobre el autor y sus obras, así que lo único que me queda es dar mi opinión y no creo que sirva de mucho. Así que, simplemente, os recomiendo que leáis a Charles Dickens y aunque Vida y Aventuras de Martin Chuzzlewit no es mi novela preferida del autor, la he disfrutado enormemente y desde que la terminé echo de menos a sus personajes.
Lector, Charles Dickens.
P. D.: Si te apetece saber algo más sobre la visita de Charles Dickens a Estados Unidos, te recomiendo este artículo de la BBC News: Los encontronazos de Dickens con Estados Unidos
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Hola guapísima, pues desde que leí David Copperfield no he vuelto con Dickens, y es que, reconozco, que me abruman sus tan extensas historias… Igual algún día vuelvo, creo que me llaman Los papeles póstumos del club Pikwick. Ya veremos.
Un besazo
Creo que con Dickens hay que ir a pequeños sorbos y disfrutando por el camino, aunque el camino sea largo. A veces, lo mejor es leer solo un capítulo al día y si puedes ir comentando con otras lectoras, pues mejor que mejor. O optar por algún Dickens más corto, que también se disfruta!! Besotes.
Ni siquiera conocía esta obra del autor. Aunque no sea su mejor novela, me atrae mucho.
Besotes!!!
Pues es verdad que no es de los títulos más conocidos de Dickens, tienes toda la razón. Pero sí que me ha parecido muy Dickens, quiero decir que no es una obra rara en su bibliografía (me pareció más distinta «La tienda de antigüedades», por ejemplo). Besos.
Hola Mónica,
Muchas gracias por la recomendación. No había oído hablar de esta novela de Dickens. ¿Por qué siempre pone apellidos tan complicados? Ja, Ja…
Me han resultado muy interesantes las apreciaciones de Dickens sobre Norteamérica, su ilusión inicial y su desengaño posterior…en fin, nadie es perfecto pero me recuerda a la novela «Vida y costumbres de los americanos» de Fanny Trollope, la madre del escritor Anthony Trollope, donde plasma sus impresiones de EEUU. ¿Has leído el libro? Es de Alba Editorial y no tiene desperdicio: la señora Trollope era una mujer de,armas tomar :)
Por cierto, aunque no tiene que ver con este post, aprovecho para darte las gracias por la recomendación que hiciste hace tiempo de «Papa Piernas Largas «: lo termine de leer hace poco y me ha encantado. ¡Como he disfrutado y me he reído con los comentarios de Judy Abbott! Hacia mucho que no me reía de verdad con una novela y falta que hace así que muchiiisimas gracias por darla a conocer en Serendipia. Un abrazo muy fuerte ;)
Pues tienes razón, Dickens a veces pone apellidos a sus personajes que son un poco excéntricos, jajajaja. No he leído «Vida y costumbres de los americanos», de Fanny Trollope, así que me lo apunto y te cuento cuando me anime, ¡muchas gracias!
Ay, me alegra muchísimo que hayas disfrutado tanto de «Papa Piernas Largas», si es que es un dulce de novela. Si puedes encontrar «Mi querido enemigo», de la misma autora, creo que también te gustará. Un besote.
¡Hola, Mónica!
Bueno, qué te voy a decir… Dickens en vena 24/7, plis… jajaja.
Fin de mi mensaje. No tengo nada más interesante que aportar. Bueno sí, que este debe ser el libro en el que menos pinta el personaje que le da título. ¿Martin who? Nos pasábamos tranquilamente quince capítulos sin saber nada de él. Nada, Martin Chuzzlewit existe en esta historia para poner a parir a Usamérica, nada más.
Y ahora sí me callo.
¡Besote!
¡Jajajajaja! Cómo se echa de menos a Dickens cuando llevas meses leyéndolo, ¿verdad? Pero lo que me consuela es que en unos meses volveremos a leer otra de sus obras y siempre es una aventura en la que apetece mucho embarcarse… no como a Martin y a Mark hacia Norteámerica, jajaja.
Ay, sí, muy curioso lo del título, no sé por qué no lo cambió. En fin, genio y figura…
Mil gracias por esta travesía, darling, ¡hasta la próxima! Besos.
Bueeeno, tenía ganas de pasarme por aquí para ver qué te había parecido esta lectura y ya veo que, aunque no haya sido de tus preferidas del autor como comentas, has vuelto a disfrutar de otro Dickens tochal (como los llamo yo, jejejeje). Pues me animas, no siempre acierto con los Dickens, pero las ganas de regresar a él siempre están ahí.
Este es de esos que más miedo me daban, a ver qué tal cuando lo lea.
Sin duda, Dickens es de esos autores que merecen la pena.
Un abrazo, Mónica.
«Dickens tochal», sí!! jajajaja, sin duda. Te lo recomiendo sin dudas, cosa que no haría (ya lo sabes) con «La tienda de antigüedades». Es cierto que no es uno de mis Dickens favoritos, pero no deja de ser un Dickens muy reconocible y por eso se disfruta un montón. Lo que ocurre es que a medida que vamos leyendo sus obras, el listón está cada vez más alto ;-) Besos.
Pues no sabía nada de la relación de Dickens con América. Muy interesante.
Me explicó MH que su primer viaje a América fue una pesadilla y que volvió muy enfadado con los americanos. Luego volvió, veinte años después, y encontró el país muy cambiado y se reconcilió un poco con ellos. Pero tendrás que leer esta novela para disfrutar de la caña que les mete XD. Besos.