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La bruja novata, de Mary Norton
Carey, Charles y Peter son tres hermanos que pasan las vacaciones de verano en la campiña inglesa, en casa de la anciana tía Beatrice, mientras su madre sigue trabajando en Londres. La tía no les resulta demasiado simpática y empiezan a temerse lo peor sobre lo aburridas que van a resultar sus preciosas vacaciones hasta que conocen a la vecina, la señorita Eglantine Price. La señorita Price tiene problemas de locomoción sobre su escoba voladora y se ha caído en el jardín de la tía Beatrice, lo que la delata a ojos de los niños como una bruja. Carey, Charles y Peter juran guardar el secreto de la señorita Price a cambio del préstamo de un boliche encantado que les permite viajar en el tiempo y a cualquier lugar del mundo. El boliche embrujado anima considerablemente sus vacaciones, pero también los va a meter en peligrosos y divertidísimos problemas.
«—Ahora debéis iros —dijo enderezándose el sombrero mientras Charles se apeaba del carro para estrecharle la mano. Ella trató de sonreír—. Buena suerte, queridos, y adiós. Preservad vuestra bondad, vuestra dulzura y vuestro coraje. Funcionarán como si fueran magia —dijo sorbiéndose la nariz ruidosamente.«
Mary Norton (1903-1992) fue una novelista inglesa especializada en literatura fantástica juvenil cuyo renombre se debe, sobre todo, a The Borrowers (Los incursores) y a la adaptación cinematográfica de dos de sus cuentos, The Magic Bed-Knob y Bonfires and Broomsticks (El boliche mágico y Hogueras y escobas) bajo el título de Bedknobs & Broomsticks (La bruja novata) dirigida por Robert Stevenson en 1971 y protagonizada por la siempre estupenda Angela Lansbury y David Tomlinson (el Mr. Banks de Mary Poppins). La edición de La bruja novata que he leído (RBA Libros, 2019) incluye los dos cuentos de Mary Norton, El boliche mágico y Hogueras y escobas, ambos protagonizados por los hermanos Carey, Charles y Paul y por su singular vecina, la señorita Eglantine Price.
Estos encantadores cuentos de Mary Norton se leen casi en un suspiro y se disfrutan por su aire de aventuras clásicas, por su prosa fluida y agradable (una estupenda traducción la de Ángela Esteller García para RBA), su sentido del humor inglés, los personajes excéntricos y las situaciones disparatadas en distintos contextos históricos de la mano de un boliche mágico. Norton apenas contiene, con la formalidad aparente de sus diálogos y de la realidad inglesa de la Segunda Guerra Mundial, la imaginación desbordante de unas aventuras mágicas bajo la tutela de una bruja que todavía no entiende lo brillante que es porque sigue practicando el vuelo con escoba y los hechizos largos. Divertida, inocente y sencilla, pero a la vez tan humana como solo pueden serlo los clásicos, La bruja novata es una lectura que recomiendo para desconectar y disfrutar sin complicaciones. Y ahora me toca ver la película que, o bien la vi hace tanto tiempo que ya no recuerdo nada, o bien no la he visto en la vida.
Lector, si no se te escapa lo agradable que puede ser viajar por el mundo bien arropadito con el mullido edredón de tu cama este libro es para ti.
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Coraline, de Neil Gaiman
Coraline y sus padres se mudan a una vieja casona durante un verano lúgubre y lluvioso. Sus vecinos son un anciano que asegura tener un circo de ratones en prácticas y dos hermanas, actrices retiradas, que viven entre sus perros y sus antiguos recuerdos teatrales. Coraline es, sobre todas las cosas, una exploradora, así que cuando se siente ignorada por todos los adultos que la rodean, decide descubrir qué hay detrás de esa puerta del salón, sin saber que, cuando la cruce, caerá en las redes de una peligrosa criatura sobrenatural.
«—Y dijo que no había sido valiente quedarse allí para que le picaran las abejas —añadió Coraline—. No fue valiente porque no tenía miedo y además era lo único que podía hacer. Pero regresar después para buscar las gafas, cuando sabía que las avispas estaban allí y se encontraba aterrado… Para eso sí que es necesario tener valor (…).
—¿Y por qué es necesario tener valor? -le preguntó el gato con tono de indiferencia.
—Porque, cuando haces algo a pesar del miedo que sientes —respondió ella—, necesitas tener mucho valor.«
Coraline es una novela corta, de fantasía oscura, que Neil Gaiman empezó a escribir en 1990, pero que no fue publicada hasta 2002, cuando se convirtió en un éxito de ventas y recibió varios premios del público y de la crítica e incluso fue incluida en la lista de los mejores libros del siglo XXI elaborada por The Guardian. Mucho más oscura que Stardust, Coraline es un cuento que hechiza a los adolescentes, pero que también es muy recomendable para todos aquellos lectores que quieran asomarse a la obra de Gaiman por vez primera y no se atrevan con muchas páginas.
Coraline enraiza con los cuentos y leyendas de los hermanos Grimm, por su atmósfera sombría y la crueldad de los personajes adultos, pero sobre todo por la figura de «la otra madre» que nos lleva, inmediatamente, al cuento de terror que escribió Lucy Clifford (Londres, 1846-1929) en 1882: La nueva madre. El magnífico e inquietante relato de Clifford, que también inspiró Otra vuelta de tuerca a Henry James, es el punto de partida del personaje antagonista de Coraline, extraña, madrastra y bruja, epicentro de un mundo tenebroso y terrible que atrapa a los niños en la muerte y la desdicha. Pero la historia de Neil Gaiman incorpora otras riquezas, como las reflexiones sobre tener todo lo que se desea, sobre ser ignorado por los demás o sobre el miedo y el valor, así como un encantador guiño al gato de Cheshire, de Lewis Carroll, y sus conversaciones con Alicia/Coraline.
Lector, un clásico para disfrutar… aunque te ponga los pelos de punta.
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Tarzán de los monos, de Edgar Rice Burroughs
En 1888, John Clayton, el joven Lord Greystoke, y su esposa Alice parten desde su Inglaterra natal con destino a las inmediaciones del Congo africano, con orden de su gobierno de supervisar una colonia inglesa e informar sobre los supuestos abusos sobre la población nativa por parte de otros europeos. Víctimas de un trágico motín de los marineros que tripulan su barco, el matrimonio se encuentra abandonado a orillas de una selva únicamente habitada por animales salvajes. Es allí donde nace su bebé, John Clayton junior, aunque la esperanza de la pareja pronto se verá truncada por terribles circunstancias. En esa misma selva, la joven Kala, integrante del grupo de grandes simios liderado por Kerchak, acaba de perder a su pequeño hijo en un accidente; devastada por el dolor, no podrá resistirse a adoptar al bebé humano de los Cayton cuando la ley de la selva imponga su sentencia a los recién llegados.
«Con ternura cuidó Kala de su niño abandonado, pensando en silencio por qué no ganaba fuerza y agilidad como los monitos de otras madres. Transcurrió cerca de un año desde que la criatura llegó a sus brazos hasta que pudo andar solo. Y cuando de trepar se trataba… ¡ay, qué lerdo era!«
Edgar Rice Burroughs (1875-1950) fue un escritor norteamericano de gran éxito gracias a sus series de novelas pulp, de ciencia ficción, históricas y del Oeste. Aunque su personaje más conocido es Tarzán, este norteamericano, que sirvió en el 7º de caballería, fue buscador de oro, comerciante, vaquero y policía antes de dedicarse por entero a la escritura, y se convirtió en uno de los novelistas más leídos durante la primera mitad del siglo XX. Yo nunca había leído Tarzán de los monos, solo había visto las adaptaciones cinematográficas de 1984 (Greystoke, la leyenda de Tarzán) y de 2016 (Tarzán), así que cuando supe que Nordica Libros publicaba una nueva traducción del clásico de Burroughs me fui a la librería a comprarme un ejemplar. Fue Miss Hurst, de Las inquilinas de Netherfield, quien me advirtió que podía leer el título para la premisa de Clásico prohibido en algún momento de la historia para el Reto Todos los clásicos grandes y pequeños 2022. Pensé que la prohibición se debería a cuestiones de racismo o colonialismo o algo similar. Pues no. De nuevo fue Rosa quien me aclaró el asunto: Tarzán de los monos, de Edgar Rice Burrough, fue prohibido en algunas escuelas, institutos y bibliotecas de Estados Unidos porque mostraba a sus dos protagonistas, Tarzán y Jane Porter, cohabitando juntos en la selva sin haberse casado (os dejo aquí un artículo que lo explica mejor: The most surprising banned books). Vaya por delante, que esta edición de Tarzán de los monos contiene escenas muy sexis de Tarzán (desnudo) y Jane abrazándose, besándose y desplazándose de árbol en árbol colgados de una liana. Todo muy escandaloso. Bromas aparte, os avanzo que me sorprendió la trama romántica de la segunda mitad del libro por razones que no puedo contar por spoiler.
Tarzán de los monos, publicada por vez primera en 1914, es una novela de aventuras con superhéroe perfecto, con una primera mitad muy al estilo de aventuras clásicas como La isla del tesoro y una segunda mitad un poco más confusa y pulp, un poco sensation novel caótica de principios del siglo XX, que mezcla romance, suspense y no sé qué de superhéroes de antes de la Segunda Guerra Mundial. Aviso a los lectores que van a encontrar ideas racistas —aunque progresista, estamos hablando de la obra de un autor estadounidense de la primera década del siglo pasado—, pero también una sorprendente y estimulante crítica al colonialismo europeo en África y una reflexión muy divertida sobre el buen hombre salvaje. Y es que Tarzán de los monos, en mi opinión —aunque como historiadora sé que no debemos reinterpretar los clásicos desde nuestra perspectiva—, por encima de todo resulta tremendamente clasista, pues Burroughs nos enseña un hombre perfecto (inteligente, fuerte, alto, honorable, moral, generoso, valiente, etc.) que no debe su perfección a su raza caucásica sino a que es un aristócrata descendiente de aristócratas, y la nobleza no se pierde ni siquiera aunque te haya criado una simio gigante en las profundidades de la jungla.
Lector, conoce el origen de la leyenda aunque sea un poco raruno.
También te gustará: La isla del tesoro; La pimpinela escarlata; El castillo de Otranto
La leyenda de Sleepy Hollow, de Washington Irving
En el retirado valle de Sleepy Hollow, en el condado de Nueva York, corren muchas leyendas, pero quizás la más terrorífica sea la del Jinete sin Cabeza, el sanguinario fantasma de un mercenario alemán, de la Guerra de Independencia, que merodea algunas noches por los parajes más solitarios del lugar. El maestro de Sleepy Hollow, Ichabod Crane, es un larguirucho y estrambótico glotón enamorado de Katrina van Tassel, la guapa hija del terrateniente. Un poco presumido por su fama de erudito, Crane se las da de experto en Historia de la brujería en Nueva Inglaterra, de Cotton Mather, y disfruta contando historias de terror a sus paisanos. Hasta que una noche, reunidos los vecinos del pueblo en la fiesta de los Van Tassel, todo cambiará para el peculiar maestro y sus planes de enamorado.
«Había en Ichabod una rara mezcla de tímida astucia y crédula ingenuidad. Su apetito por lo maravilloso era tan extraordinario como su capacidad para digerirlo y las dos cosas se habían visto acrecentadas a raíz de su estancia en la región encantada. No había cuento, por burdo o monstruoso que fuera, que resultara demasiado grande para su estómago.«
Washington Irving (Nueva York, 1783 – 1859) fue un periodista, abogado, diplomático, historiador y escritor adscrito al movimiento cultural romanticista de finales del siglo XVIII y primeras décadas del XIX. Tal vez por la célebre adaptación cinematográfica de Tim Burton (una interpretación muy libre), su título más popular traducido al castellano sea, precisamente, La leyenda de Sleepy Hollow, aunque en nuestro país Irving es conocido por residir varios meses del año 1829 en el palacio de la Alhambra, en sus tiempos de embajador estadounidense, y publicar sus bellísimos Cuentos de la Alhambra.
La leyenda de Sleepy Hollow es un relato romántico (no de amor, sino perteneciente a la corriente romanticista, se entiende) que Irving escribió y publicó en 1819-1820 y que rápidamente pasó a formar parte del folklore estadounidense ya que hundía las raíces de la leyenda en la historia de los primeros colonos holandeses que se asentaron en lo que se convertiría en Nueva York. Además de la atmósfera de misterio, me gusta mucho el tono encantador y humorístico que el autor imprime a esta historia, tan bien llevada por una prosa un pelín socarrona y siempre rica y fluida. Washington Irving tiene una manera de contar divertida y cómplice, unas descripciones vívidas y un final que cuenta con el juego del lector. Aunque no se trata de un relato de terror, sí que tiene un aire gótico estupendo y una crónica simpatiquísima del condado estadounidense y de sus gentes a principios del siglo XIX.
Lector, para disfrutar de este delicioso relato, olvida la versión de Tim Burton.
También te gustará: Cuadernos secretos de Washington Irving; Humor fantasmal; Criaturas
El mordisco de la medianoche, de Anabel Samani
A la muerte de su abuela, Eleonor hereda todos sus bienes, incluida la decadente mansión de la difunta anciana. Con la única compañía de la jardinera y del matrimonio que cuidaba de su abuela, la joven se instala de forma provisional en la tétrica casona mientras decide qué hacer con su herencia. Pero cada noche, cuando el reloj marca las doce, el fantasma de la terrible anciana aparece en la biblioteca pendiente del libro que tenía entre las manos cuando murió. Eleonor, tentada por conectar con una mujer a la que no conoció y dispuesta a averiguar por qué se distanció de su madre, intenta comunicarse con el espíritu a través de la lectura. Aunque quedarse en la biblioteca después de medianoche con un fantasma malhumorado y media docena de relatos de terror puede que no sea la más sensata de las ocurrencias.
«Sobre la gruesa alfombra con motivos geométricos había un libro solitario, como si fuera un pajarillo caído del nido. Estaba boca arriba y cerrado, casi parecía colocado con intención. Me arrodillé y lo recogí con mimo; todavía me sentía extraña en esa casa donde prácticamente cada objeto podía haber formado parte de una sala de antigüedades.«
En nuestra comunidad literaria bloguera conocemos a Anabel Samani por sus estupendas reseñas, pero también porque es la autora de El ojo de la cerradura, La caja vacía, El mordisco de la medianoche y, próximamente, de una novela de fantasía ambientada en la antigua China. Yo no soy lectora de terror, pero en Halloween siempre me gusta asomarme a alguna historia de este género y como sé que Anabel escribe de maravilla ahí que me lancé la semana pasada con El mordisco de la medianoche. Avanzo que me lo he pasado en grande y que os lo recomiendo muchísimo.
El mordisco de la medianoche es una antología de seis relatos sobrenaturales prendidos del hilo conductor de la historia de Eleonor y el fantasma de su abuela. En total, siete historias que permiten al lector disfrutar de una antología de terror, misterio, suspense y mitología bien narrados y ambientados por la autora. Además de disfrutar de la buena prosa de Anabel, me lo he pasado en grande descubriendo las influencias literarias de cada cuento y dejándome llevar por la imaginación —a veces gótica— de su creadora. Mi relato preferido, muy lovecraftiano, ha sido La semilla, que podría haberse convertido en una novela (como bien nos explica la autora en las notas finales), pero reconozco que la narración y el estilo de La cabaña, muy mitológico, me ha encantado. La sombra y la pesadilla tiene un toque del maestro Stephen King, El pozo de los desesperados, de M. R. James, y El cuadro me ha gustado tantísimo que también me he quedado con ganas de novela. Sin embargo, no hay que dejarse llevar a engaño por las fabulosas influencias de El mordisco de la medianoche porque queda fuera de toda duda que posee el estilo personalísimo y el buen pulso narrativo de su autora y, por todo esto y más, os recomiendo que lo leáis.
Lector, perfecto para leer junto al fuego durante una tormenta.
También te gustará: En el bosque oscuro; El color que cayó del espacio; La nueva madre
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