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Pudin de Navidad, de Nancy Mitford
Paul Fotheringay está desolado por el enorme éxito que ha tenido la acogida de su nueva novela, probablemente porque la escribió como un drama y el público y la crítica la han señalado como la comedia más desternillante de los últimos años. Su amiga Amabelle, una viuda acaudalada de pasado turbio, le recomienda que escriba una biografía para recuperar su aplomo literario y, a tal fin, le ayuda a hacerse pasar por el tutor del heredero de los Bobbin para tener acceso a las cartas de una de sus antepasadas más interesantes. Durante ese mismo período navideño, Amabelle ha alquilado una granja en los Cotswolds para huir del plomazo de Michael, el joven marqués de Lewes, que insiste en pedirle matrimonio cada vez que se ven. Lo que no sabe Amabelle es que su granja y la mansión de los Bobbin, con su horda de invitados y familiares, están lo suficientemente cerca como para que las Navidades se compliquen un pelín más de lo que tenía previsto.
«—Querido —le dijo a Bobby la duquesa mientras subían a dormir después de aquel día extenuante—, ¿has visto a ese hombre encantador que duerme fuera de mi habitación? No sé qué espera tu madre que suceda, pero, al fin y al cabo, una es de carne y hueso.
—Por Dios, intenta recordar que ahora eres duquesa —la reprendió Bobby, y dio un beso de buenas noches a su tía.«
Nancy Mitford vuelve su mirada a la campiña inglesa en vísperas de la Segunda Guerra Mundial para presentarnos, con su humor socarrón y su mirada ácida, a una serie de personajes náufragos de los restos del viejo mundo decimonónico. Alrededor de una bella mercenaria y de la condesa viuda de Bobbin, que ya solo se dedica a la caza, un tropel de amigos y familiares, al cual más excéntrico, irrumpen en los Cotswolds para celebrar las navidades. Zopencos, vividores, hipócritas, aburridos y tontos de remate son los ingredientes de este divertidísimo pudin tan inglés como mitfordiano.
Qué gran acierto el de Editorial Catedral con esta edición ilustrada, en tapa dura y por estas fechas, del clásico de Nancy Mitford, Pudin de Navidad. Es una novela divertida y excéntrica que, como suele ocurrir con Nancy Mitford, entre risa y risa ofrece un retrato de una Inglaterra casi desaparecida en los años treinta del siglo pasado, la Inglaterra de la gentry y los aristócratas que no supieron cambiar al ritmo de los tiempos. Me han encantado los personajes y su tendencia a perpetuar sus valores (los Bobbin casándose bien para mantener el patrimonio y poder seguir cazando en la finca familiar, Sally y Walter viviendo de los amigos sin dar un palo al agua, Peter de escritor bohemio incomprendido, el parlamentario medio lelo, los niños pijos obsesionados con la ópera alemana,…). Mitford tiene el genio y el sentido del humor perfectos para orquestar una pequeña obra navideña en el campo que une, pero no mezcla (aquí cada oveja seguirá con su pareja, no hay permeabilidad social en la vieja Inglaterra), a una miscelánea de personajes en una comedia divertidísima y con mucho encanto.
Lector, para los lectores de Nancy Mitford.
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Pudin de Navidad
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Etiquetado Clásico, Libros excéntricos, Literatura británica, Novelas adorables
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Con suerte… en Navidad, de Mayte Esteban
En vísperas de Navidad, el jefe de Andrea le encarga ir hasta Grimiel, un pequeño pueblo castellano remoto, para hacer una oferta a una anciana por una pintura centenaria que podría ser un Murillo perdido. Como el pueblo está a tres horas de Madrid, la especialista en arte piensa que podrá ir y volver el mismo día, pero no contaba con que una tormenta de nieve, un beso inesperado, un hotel enloquecido por el sorteo de Navidad, un coche que no arranca y la actitud recalcitrante de la anciana propietaria del cuadro la retendrían en Grimiel hasta que su vida diese un vuelco extraordinario.
«—La señora Angustias no quiere ni oír hablar de vender el cuadro. (…) Me ha dicho, literal, que es una «lastimica» haberme hecho venir desde tan lejos para nada.
Gerardo gruñó al otro lado de la línea.
—¿Así? ¿Sin más? ¿No puedes convencerla?
—Bueno, es que ha pasado algo con lo que no contábamos —empezó a decir Andrea.
—¿Se ha muerto alguien?
Ahí, Gerardo el optimista, poniéndose en el peor de los escenarios. Si es que ese hombre no tenía remedio.
—No se ha muerto nadie, les ha tocado la lotería de Navidad.«
Leer una novela de Mayte Esteban siempre es volver a un lugar conocido y seguro, en el que sabes que te puedes poner cómoda porque la autora escribe de maravilla y sus historias y personajes te van a procurar un viaje de lo más agradable y entretenido. Pero leer Con suerte… en Navidad ha sido doblemente agradable porque no solo he vuelto a encontrarme con una historia de Mayte sino que he vuelto a Grimiel y a su adorable hotel rural, los lugares ficticios de La chica de las fotos, y he vuelto a encontrarme con Lucía, Rocío, Carlos, Víctor y los demás personajes de esa novela anterior.
Mayte es una autora que no necesita presentación en mi casa literaria porque tengo la suerte (en Navidad y durante el resto del año) de contarla como amiga y como autora de referencia. Ya sabéis que soy muy fan de su estilo, tan espontáneo y fresco, de sus construcciones gramaticales tan personales y alejadas de tópicos y frases hechas, de sus diálogos, de su sentido del humor y de sus personajes tan cotidianos y cercanos al lector. En Con suerte… en Navidad vamos a encontrar el estilo personal de la autora, pero también una historia divertida, simpatiquísima y amable, sobre un pueblo en peligro de extinción y la certeza de que nada está escrito, pues encontrar el amor verdadero puede ser tan complicado como que te toque la lotería, pero no por eso es imposible. Sin duda, una novela que os recomiendo mucho para estas fechas y que me parece perfecta para regalar, por su encanto, su optimismo y su prosa. Por cierto, leed la nota de la autora sobre cómo surgió la idea de esta historia y a quien se la regaló y en qué circunstancias, me ha parecido conmovedora.
Lector, para poner bajo el árbol.
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Con suerte… en Navidad
Ana la de Tejas Verdes, de Lucy Maud Montgomery
Marilla y Matthew Cuthbert, los propietarios de Tejas Verdes, en la apacible aldea de Avonlea, se están haciendo mayores y deciden contratar a un muchacho para que les ayude con las tareas de la granja. Pero cuando Matthew conduce el carro hasta la estación de tren para recoger al chico, en su lugar encuentra una niña pelirroja llamada Ana que no deja de hablar durante todo el camino de vuelta a la granja. Contrariada por el error, Marilla decide devolver a la niña al orfanato lo antes posible, pero a Ana solo le hace falta un día para enamorarse de Tejas Verdes y, a su vez, encandilar a los Cuthbert, a quienes adopta como su nueva familia. Apasionada, despistada, soñadora, inteligente y dispuesta a disfrutar a fondo de la vida, Ana encuentra en Tejas Verdes el hogar que siempre anheló.
—Marilla, ¿no es hermoso pensar que mañana es un nuevo día, todavía sin errores?
—Te puedo garantizar que cometerás bastantes —respondió Marilla—. Nunca pareces terminar, Ana.
—Sí, y bien que lo sé —admitió tristemente la niña—. Pero no sé si habrá notado una cosa buena en mí; nunca cometo dos veces el mismo error.
—No sé de qué te sirve, si siempre descubres errores nuevos.
—¿Pero no lo ve, Marilla? Debe haber un límite en los errores que puede cometer una persona, y cuando llegue al final, habré acabado con ellos. Es un pensamiento muy reconfortante.»
La edición de Edelvives, con las ilustraciones de Antonio Lorente, es magnífica.
Lucy Maud Montgomery (1874-1942) publicó por vez primera Ana la de Tejas Verdes en 1908. Aunque la escritora canadiense escribió más de quinientos relatos, un extenso poemario y veinte novelas, siempre será recordada por su personaje de Ana Shirley. Al igual que Ana, L. M. Montgomery se quedó huérfana siendo muy pequeña y creció con sus abuelos en la isla del Príncipe Eduardo, hogar de Avonlea y Tejas Verdes. Y es que uno de los grandes encantos de esta novela es la naturaleza que rodea a la protagonista, los antiguos bosques canadienses, las dunas de la isla, los prados de violetas, los campos y sus granjas y gentes. Esta es la primera vez que leo Ana la de Tejas Verdes y la he disfrutado de principio a fin, me ha parecido una historia y un personaje inolvidables y sé que algún día volveré a Avonlea. Supongo que he tardado tanto en asomarme a las páginas de este clásico por su enorme popularidad y por el temor a que las expectativas estuviesen demasiado altas, pero tengo la inmensa suerte de que mi amiga Rosa me regaló esta preciosa edición de Edelvives, con ilustraciones de Antonio Lorente y epílogo de Margaret Atwood, y ya no tuve ninguna excusa ni reparo.
La prosa de Lucy Maud Montgomery es apasionada y envolvente, luminosa, y tiene el don de crear una historia y unos personajes que transitan por el lado más humano y amable de la vida de una pequeña comunidad rural de principios del siglo pasado en la maravillosa isla del Príncipe Eduardo. Ana Shirley es un huracán que conmueve la tranquila vida Avonlea, pero también una niña que busca la aceptación y el cariño de esa misma comunidad. Además de los maravillosos personajes que crea la autora, bien perfilados, con carácter y que trasmiten una profunda emoción —que no sensiblería—, la novela se disfruta por el retrato idílico de la sociedad rural de la época, por el protagonismo del paisaje y la naturaleza y por la habilidad de Montgomery para implicar al lector en ese pequeño gran universo que es Avonlea a lo largo de cada una de las estaciones.
Lector, un clásico pelirrojo inolvidable.
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La palabra mágica de François Tidét, de Fernando Llor y Manuel Gutiérrez
A principios del siglo XX, el gran ilusionista François Tidét deslumbra París con sus espectáculos de magia. Acompañado por su fiel conejo blanco Jim, por su paloma Pam y por su hermosa ayudante Natalie, es la sensación de la ciudad de la luz hasta que, para su desgracia, una niña descubre uno de sus trucos. Rechazado por todos, objeto de burla y menosprecio, François se hunde en la desesperación más oscura sin entender que sus amigos siguen a su lado y que el peligro acecha detrás de la promesa de volver a ser grande.
«Como cada viernes por la noche, el teatro Dusthinè estaba repleto. Entre el público se encontraban los hombres y mujeres más respetados de toda París y algunos que no lo eran tanto pero que tenían el dinero suficiente para parecerlo. Allí estaban los mejores vestidos de sedas traídas de mundos lejanos, los sombreros de copa más altos de todos los tiempos y zapatos hechos en piel de animales tan difíciles de capturar que se antojaba un enorme capricho utilizar su cuero para unos simples zapatos.«
Ediciones El Transbordador
Libro ilustrado. Rústica con solapas
Fecha de publicación: 05/06/2021
ISBN: 9788412329698
Páginas: 80
Fernando Llor, autor del texto, es un laureado guionista de cómics y Manuel Gutiérrez, autor de las ilustraciones, un creador de cómics experto en lenguaje visual. Ambos unen su talento para regalarnos La palabra mágica de François Tidét, un maravilloso cuento que destaca por su desbordante imaginación y por su original puesta en escena.
Con una edición cuidada, elegante y muy original, La palabra mágica de François Tidét es una historia que enamora por su buena narración, su mensaje y su encanto de principios del siglo pasado. Me ha gustado mucho esa contraposición tan bella entre el ilusionismo con truco del protagonista y la naturalidad con la que convive junto a un conejo y a una paloma mágicos. Fernando Llor pone a disposición de una historia desbordante de imaginación una prosa con estilo propio, elegante e ingeniosa, pero sobre todo con ese tono tan maravilloso de las narraciones clásicas que suenan incluso mejor cuando se leen en voz alta. Aunque las ilustraciones de Manuel Gutiérrez le dan un toque adulto a la narración, un trasfondo ligeramente más oscuro, La palabra mágica de François Tidét también me parece perfecta para compartir incluso con los más pequeños de la casa.
Lector, una pequeña y magnífica sorpresa con un toque clásico delicioso.
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Puedes encontrar más información sobre este libro en Ediciones El Transbordador y en Librería Gigamesh.