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La sociedad secreta de Jane Austen, de Rudyard Kipling

La logia masónica Fe y Trabajos nº. 5837 es un lugar de paso para muchos pájaros excéntricos y algo tocados por la guerra, pero sobre todo es refugio para soldados y ex-combatientes, para familiares que han perdido demasiado, guías espirituales, solitarios que necesitan charlar de los viejos tiempos y almas extraviadas. Reencuentro con amigos, solidaridad, un escape para no volverse loco, terapia para paliar el shock postraumático a la vuelta de un continente asolado por la Primera Guerra Mundial, la logia ofrece credo, trabajo, comida y amistad a todos sus miembros. Un día de limpieza general, los hermanos Burges y Anthony coinciden con un tal Humberstall, un artillero que voló dos veces por los aires y sobrevivió para convertirse en un peluquero algo desmemoriado… excepto por lo que respecta a una curiosa sociedad secreta de la que formó parte en las trincheras y que tenía como credo las obras supremas de una tal Jane Austen.

«Discúlpenme tos ustedes, caballeros, suelta el Macklin, pero esta es una cuestión en la que sí que estoy moderadamente al corriente. Ella sí que dejó descendencia mu legítima en forma de un hijo; y su nombre era Jenry James.«

Rudyard Kipling (1865-1936), escritor y poeta británico, dejó una amplia y excelsa bibliografía en la que destacan títulos tan célebres como El libro de la selva, Kim, Capitanes intrépidos o El hombre que pudo reinar, entre otros. Pero como bien señala Paloma Díaz Espejo, la traductora de esta preciosa edición de Funambulista, fue en sus relatos recogidos bajo el título Debits and Credits donde el autor se muestra más personal. Iniciado en la masonería a edad muy temprana y sobrepasado de dolor por la muerte de su único hijo en la Primera Guerra Mundial, Kipling escribe pequeñas ficciones sobre soldados destrozados, física y psicológicamente, que encuentran en la logia Fe y Trabajos nº. 5837 un breve paréntesis de paz y camaradería. Pese a que se trate de una ficción con cierto sentido del humor, las historias que se cuentan estos excombatientes, cómo las cuentan y por qué las cuentan, resultan, al fin, terriblemente conmovedoras.

Este libro de Editorial Funambulista recoge, bajo el título de La sociedad secreta de Jane Austen, tres de los relatos que aparecen en Debits and Credits (En aras de la hermandad, Un amigo de familia y La sociedad secreta de Jane Austen, que va precedida de un poema dedicado a la autora), inéditos hasta la fecha en castellano. Dicen los críticos literarios que la prosa de Rudyard Kipling se fue cerrando hasta volverse casi criptica a medida que el dolor por la muerte de su hijo lo sumía en la tiniebla, de lo que deducimos que La sociedad secreta de Jane Austen no ha debido resultar sencilla de traducir, por no mencionar el habla repleta de vulgarismos, giros militares y jerga masónica de sus diálogos y narración; sin embargo, el trabajo de Paloma Díaz Espejo es magnífico y la edición de Funambulista todo un regalo para los lectores, en general, y para la comunidad austenita en concreto.

Estos relatos de Rudyard Kipling, Premio Nobel de Literatura en 1907, aunque más personales, mantienen el estilo tan característico de su prosa y una estructura que se sostiene en el diálogo y en la complicidad que el autor establece con su lector, a quien trata con inteligencia. En este sentido, Kipling confía en que el lector sabrá leer entre líneas de unos testimonios que se vuelven tan reales y conmovedores, entre humor, ironía y juegos de palabras, que emocionan. Rudyard Kipling, gran admirador de la autora, solía leer las novelas de Jane Austen en voz alta para su familia, y con La sociedad secreta de Jane Austen, el primer relato de habla inglesa que se conoce en el que se menciona a Austen, contribuyó a popularizar las novelas austenitas que, hasta la fecha, solo eran apreciadas, mayoritariamente, por las clases altas. No es que Kipling pusiese de moda a Austen, pero sí que contribuyó a fomentar la lectura de sus novelas (y de otros autores clásicos británicos) entre las clases más populares al promover el envío al frente libros de bolsillo para entretener a los soldados (a menudo de origen humilde) y ayudarlos a evadirse, a través de la lectura, del horror en el que estaban sumidos. Quizás, por eso resulta importante, para disfrutar plenamente de la lectura de estos tres relatos y del poema de Kipling, leer primero el posfacio de esta edición y contextualizar al autor y su obra.

Lector, por fin en castellano uno de los relatos más conmovedores y divertidos sobre la Primera Guerra Mundial.

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La joya de las siete estrellas, de Bram Stoker

Un criado despierta en plena noche al abogado londinense Malcom Ross para que acuda raudo a la residencia de los Trelawney pues un accidente inexplicable ha dejado desamparada a la joven señorita de la casa. Cuando Ross llega a la mansión, impelido por el amor que siente por la chica, se encuentra con un escenario desolador: Abel Trelawney, mecenas, coleccionista y padre de Margaret, ha sido salvajemente atacado en su dormitorio. La habitación parece un pequeño museo, atestada de piezas del antiguo Egipto y con un olor a momia intenso y paralizador. Aunque, en el momento del ataque, la chica confiesa que no había nadie en el dormitorio más que su padre y que la puerta estaba cerrada por dentro. Rápidamente, el sargento Daw pone en marcha un dispositivo de seguridad, con médicos, enfermeras y amigos, para que la víctima no esté sola en ningún momento, pues Trelawney ha dejado unas misteriosas órdenes a sus abogados sobre la imposibilidad de que nadie lo traslade a un hospital o mueva un solo centímetro alguna de las antigüedades que rodean su cama.

«Ese gato, capaz de arañar o de morder a nuestro maduro caballero, jamás habría podido sacarle de la cama ni arrancarle de la mano la pulsera que guarda la llave. Esas cosas quedan muy bien en los libros en que los detectives aficionados, que ya saben lo que va a pasar antes de que suceda, lo reducen todo a teorías; pero en Scotland Yard, donde no tenemos un pelo de tontos, solemos descubrir que cuando se ha cometido un crimen, o al menos se ha intentado cometer, es gente y no cosas lo que se encuentra tras él.«

Pese a que Bram Stoker ( 1847-1912) se licenció en el Trinity College con un doble grado en Física y Matemáticas, y se ganó la vida durante un tiempo como abogado, pasó a la posteridad como novelista y crítico literario. Sin embargo, el gran éxito de Drácula eclipsó el resto de su obra literaria, como es el caso de La joya de las siete estrellas, una novela que empieza con un marcado tinte de misterio policíaco, que desarrolla una trama de maldiciones, ocultismo y ciencias del Antiguo Egipto, y que termina siendo una historia esotérica y fantástica sobre momias, posesiones astrales y resurrecciones osiríacas. Personalmente, me ha gustado más toda esa primera parte del misterio de la habitación cerrada, y me ha sorprendido que Stoker no siguiera escribiendo esa novela policíaca sino que derivara hacia las criaturas fantásticas y el terror que, en mi opinión, le funcionó muchísimo mejor en Drácula.

La joya de las siete estrellas casi tiene una estructura teatral: escenarios contados, diálogos que proporcionan contexto e información al lector y participan en el desarrollo de los acontecimientos, y escenas muy plásticas. Tal vez, no sería absoluto complicado realizar una adaptación teatral de esta novela, aunque no he encontrado información sobre si Bram Stoker la concibió así en algún momento de su escritura o posterior edición. El estilo y la prosa del autor son impecables y muy característicos del autor de Drácula, y destaca la viveza del habla de sus personajes y las reflexiones del narrador protagonista, Malcolm Ross. También a resaltar la extraordinaria documentación y estudio de Stoker en la escritura de esta novela sobre la cultura funeraria del Antiguo Egipto, las técnicas de momificación y conservación, las tumbas faraónicas, el tráfico de reliquias, etc. tan exhaustiva y bien tramada en esta historia que resulta otro de los elementos de mayor disfrute de esta curiosa y terrorífica lectura. Me ha parecido de gran mérito que Stoker consiga una ambientación egipcia tan magnífica sin que sus personajes salgan de Inglaterra.

Lector, un intenso olor a momias en el Londres victoriano.

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Las damas de Grace Adieu, de Susanna Clarke

Jonathan Strange y su esposa viajan a Grace Adieu para conocer a la futura prometida de su cuñado, el reverendo Woodhope. Pero Cassandra, la hermosa joven que ha embelesado al pastor, resultará ser algo inesperado y extraordinario. Tras esta deliciosa apertura de este libro de relatos relacionado con el increíble universo de Jonathan Strange y el señor Norrell, Susanna Clarke nos deleita una un retelling de Rumpelstilskin, un cuento sobre Mabb, la anécdota del duque de Wellington cuando perdió su caballo en la aldea de Muro (universo Stardust de Neil Gaiman) y varias historias maravillosas sobre príncipes duendes y su interacción con la Inglaterra humana de principios del siglo XIX.

«Pobre hombre, no puede reconciliar lo que en su interior sabe que es cierto con lo que está obligado a escribir en las revistas trimestrales. ¿Podrá contar esta extraña historia cuando vuelva a Londres? Me parece que la encontrará llena de tonterías que al señor Norrell no han de gustarle: Reyes Cuervo y magia de criaturas salvajes y mujeres. No puede usted nada contra nosotras, porque nosotras tres estamos unidas mientras que usted, caballero, a pesar de toda su ciencia, está en guerra incluso consigo mismo.«

Susanna Clarke (Nottigham, 1959) se licenció en Oxford y fue profesora de inglés en Turín y en Bilbao hasta que volvió a su Inglaterra natal y escribió y publicó Jonathan Strange y el señor Norrell (2004), una increíble novela fantástica, ambientada con gran realismo durante las guerras napoleónicas de principio del siglo XIX, cuya magia bebe del folklore anglosajón celta y artúrico, y cuyo sentido del humor nos recuerda a Charles Dickens y su socarrona crítica social a Jane Austen. Para mí, Jonathan Strange y el señor Norrell es una de las mejores novelas que leído nunca, por el estilo exquisito de la autora, por lo bien que entreteje los hilos de un universo propio pero a la vez tan enraizado en la mitología británica y por la singularidad y la belleza de su narración y su contexto histórico (esa maravillosa ficción dentro de una ficción dentro de otra ficción que Clarke nos cuenta como una delicada y hermosa superposición de distintos mundos que solo existen en sus páginas).

Aunque Susanna Clarke publicó sus historias cortas en diversas revistas y antologías antes de la salida a librerías de su célebre novela, no fue hasta 2006 que la editorial Bloomsbury publicó The Ladies of Grace Adieu and Other Stories, que Salamandra nos trajo en castellano al año siguiente y que, por desgracia para nosotros, lleva tiempo descatalogada. Se trata de ocho historias que comparten contexto histórico y universo con Jonathan Strange y el señor Norrell pero que pueden leerse de manera independiente a la novela. Mis preferidas han sido La damas de Grace Adieu, El señor Simonelli o el viudo duende, Tom Brightwind o cómo se construyó el puente mágico de Thoresby y El duque de Wellington extravía el caballo, aunque me ha costado destacar favoritos puesto que todos son geniales. Titania y Oberon, la reina Mabb, Morgana, el Rey Cuervo, duendes, hadas, las Otras Tierras… aunque a principios del siglo XIX casi todos los ingleses han olvidado que la magia existe, todavía pueden encontrarse algunos caminos que comunican ambos mundos, para peligro de los pobres humanos.

Lector, te encantará tanto como la novela, pero advertido quedas: te van a entrar unas ganas terribles de volver a leer Jonathan Strange y el señor Norrell.

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La bruja novata, de Mary Norton

Carey, Charles y Peter son tres hermanos que pasan las vacaciones de verano en la campiña inglesa, en casa de la anciana tía Beatrice, mientras su madre sigue trabajando en Londres. La tía no les resulta demasiado simpática y empiezan a temerse lo peor sobre lo aburridas que van a resultar sus preciosas vacaciones hasta que conocen a la vecina, la señorita Eglantine Price. La señorita Price tiene problemas de locomoción sobre su escoba voladora y se ha caído en el jardín de la tía Beatrice, lo que la delata a ojos de los niños como una bruja. Carey, Charles y Peter juran guardar el secreto de la señorita Price a cambio del préstamo de un boliche encantado que les permite viajar en el tiempo y a cualquier lugar del mundo. El boliche embrujado anima considerablemente sus vacaciones, pero también los va a meter en peligrosos y divertidísimos problemas.

«—Ahora debéis iros —dijo enderezándose el sombrero mientras Charles se apeaba del carro para estrecharle la mano. Ella trató de sonreír—. Buena suerte, queridos, y adiós. Preservad vuestra bondad, vuestra dulzura y vuestro coraje. Funcionarán como si fueran magia —dijo sorbiéndose la nariz ruidosamente.«

Mary Norton (1903-1992) fue una novelista inglesa especializada en literatura fantástica juvenil cuyo renombre se debe, sobre todo, a The Borrowers (Los incursores) y a la adaptación cinematográfica de dos de sus cuentos, The Magic Bed-Knob y Bonfires and Broomsticks (El boliche mágico y Hogueras y escobas) bajo el título de Bedknobs & Broomsticks (La bruja novata) dirigida por Robert Stevenson en 1971 y protagonizada por la siempre estupenda Angela Lansbury y David Tomlinson (el Mr. Banks de Mary Poppins). La edición de La bruja novata que he leído (RBA Libros, 2019) incluye los dos cuentos de Mary Norton, El boliche mágico y Hogueras y escobas, ambos protagonizados por los hermanos Carey, Charles y Paul y por su singular vecina, la señorita Eglantine Price.

Estos encantadores cuentos de Mary Norton se leen casi en un suspiro y se disfrutan por su aire de aventuras clásicas, por su prosa fluida y agradable (una estupenda traducción la de Ángela Esteller García para RBA), su sentido del humor inglés, los personajes excéntricos y las situaciones disparatadas en distintos contextos históricos de la mano de un boliche mágico. Norton apenas contiene, con la formalidad aparente de sus diálogos y de la realidad inglesa de la Segunda Guerra Mundial, la imaginación desbordante de unas aventuras mágicas bajo la tutela de una bruja que todavía no entiende lo brillante que es porque sigue practicando el vuelo con escoba y los hechizos largos. Divertida, inocente y sencilla, pero a la vez tan humana como solo pueden serlo los clásicos, La bruja novata es una lectura que recomiendo para desconectar y disfrutar sin complicaciones. Y ahora me toca ver la película que, o bien la vi hace tanto tiempo que ya no recuerdo nada, o bien no la he visto en la vida.

Lector, si no se te escapa lo agradable que puede ser viajar por el mundo bien arropadito con el mullido edredón de tu cama este libro es para ti.

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Cranford, de Elizabeth Gaskell

De vez en cuando, la joven Mary Smith vuelve al pequeño pueblo de Cranford, en la plácida campiña inglesa, para visitar a la señorita Matty Jenkyns. Pocas cosas han cambiado en la querida villa, donde apenas vive algún caballero y las señoras jamás hablan de su pobreza y todavía observan un rígido protocolo de lo más esnob a la hora de invitarse a merendar. El recuerdo de Deborah Jenkyns y su desacuerdo sobre Dickens con el capitán Brown el dolor por la ausencia de Peter, un viejo amor que nunca termina de olvidarse, las aburridísimas invitaciones de la señora Jamieson y su repelente Carlo, el maldito mayordormo Mulliner acaparador del diario o la novedosa aparición de Lady Glenmire, entre otras muchas anécdotas, componen el minúsculo universo encantador, amable y solidario de las damas de Cranford.

«En primer lugar, Cranford pertenece a las amazonas; todos los residentes de casas por encima de cierta renta son mujeres. Si un matrimonio llega al pueblo para instalarse, el caballero desaparece por alguna razón; bien porque le aterra el hecho de ser el único hombre en las veladas de Cranford, bien porque su regimiento o barco lo reclaman, o porque se pasa toda la semana dedicado al trabajo en la vecina localidad de Drumble, a tan solo veinte millas en ferrocarril. Es decir, por una razón u otra, en Cranford no hay caballeros. ¿Qué harían allí si los hubiera? El doctor tiene una ronda de treinta millas y duerme en Cranford; pero no todos los hombres pueden ser médicos.«

Esta ha sido mi segunda lectura de Cranford, de Elizabeth Gaskell, posiblemente la obra breve más famosa de la autora y, hasta la fecha, mi preferida. Aunque se editó por primera vez en un solo volumen, en 1853, con anterioridad a Norte y sur (1855), Gaskell la escribió y publicó por entregas entre los años 1851 y 1852 en la revista Household Words, dirigida por su colega Charles Dickens. Mi relectura ha sido un poco accidentada, por circunstancias personales, pero el buen recuerdo que tenía de esta encantadora e ingeniosa historia ha crecido, excepto por el detalle de que prefiero la traducción de María Faidella (Alba Editorial, 2012).

Además de disfrutar con este compendio de anécdotas, cuyo hilo conductor es la pequeña comunidad de Cranford, y apreciar el sentido del humor, la ironía de Elizabeth Gaskell y el encanto de sus personajes tan bien perfilados, esta vez me ha llamado la atención la habilidad de la autora para dejar entrever cuestiones de la realidad histórica de mediados del siglo XIX pese al tono idílico de su comunidad. En este sentido, por ejemplo, encontramos algunas consecuencias de las guerras napoleónicas de las primeras décadas del XIX, se cuelan de refilón los primeros síntomas de la Revolución Industrial pese a hallarnos en la campiña —cuestión que Gaskell trataría con más profundidad en Norte y sur— y entrevemos una quiebra bancaria y el gran problema de las damas europeas de la época: ¿cómo podían ganarse la vida si no tenían acceso a la educación y la sociedad y la moral religiosa censuraban con tanto ahínco que se ganaran el pan con el sudor de su frente? Como sucede en las mejores novelas, tras su aparente encanto y sencillez, Cranford es un sutil reflejo de su tiempo además de una obra literaria que sigue robándonos el corazón.

Lector, vuelve a Cranford siempre que lo necesites, te espera, inmutable.

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