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Los pequeños hombres libres, de Terry Pratchett

Tiffany Dolorido vive feliz en la granja de su familia, enamorada de las colinas y el horizonte, de sus praderas y rocas. Se le da bien hacer queso, aprender palabras complicadas, los segundos pensamientos y la primera vista; aunque, como ha nacido en tierra de caliza, la señorita Lento da por sentado que no ha heredado el don de la brujería, por mucho que sea la nieta de Sarah Encaneciente. Una plácida mañana, junto al arroyo, Tiffany aporrea con una sartén de hierro a una extraña criatura que quiere comerse a su hermano pequeño y ese es el inicio de su gran aventura con los Nac Mac Feegle, los pequeños hombres libres. Arpía, bruja, kelda y nieta de la abuela Dolorido, Tiffany necesitará de todo su valor para plantar cara a los monstruos que han empezado a colarse en su mundo.

«Lo que tiene la brujería es que no se parece en nada a la escuela. Aquí primero apruebas el examen y después te pasas unos años averiguando cómo lo aprobaste. En eso se parece un poco a la vida.«

Los pequeños hombres libres es la primera novela de Mundodisco que tiene como protagonista a Tiffany Dolorido y se considera de corte más juvenil por su menor extensión y por el viaje de aprendizaje vital que conllevan los títulos de esta saga (Un sombrero de cielo, La corona de hielo, Me vestiré de medianoche y La corona del pastor). Soy una rendida fan de Terry Pratchett, pero reconozco que solo he picoteado en Mundodisco leyendo algún título de las brujas (atención porque en las novelas de Tiffany Dolorido salen como secundarias Yaya Ceravieja y Tata Ogg) y algún otro de Mort, y tengo en casa ¡Guardias! ¡Guardias! esperando turno. Cuando septiembre y octubre se convirtieron en una locura y me comía la ansiedad, mi amiga Laura Gomara, que es muy sabia, me recomendó desconectar con Terry Pratchett y, en concreto, conocer a los Nac Mac Feegle, unos pictsies de armas tomar cuyo único punto débil son los abogados. ¡Lo que me he reído con este libro!

Tan divertida e ingeniosa como suelen ser las novelas de Terry Pratchett, Los pequeños hombres libres es una historia de descubrimiento y de aprendizaje, pero también de aventuras, magia y sueños. Son muchos los puntos fuertes de esta novela, pero me quedo con la carismática protagonista, Tiffany, y sus excelentes diálogos internos, y con los alocados Nac Mac Feegle, una plaga de hombrecillos de color azul que son una mezcla cultural de pictos, celtas, escoceses y duendecillos guerreros temerosos de los abogados. Si conocéis la prosa de Terry Pratchett no hace falta mucho más para convenceros de que os asoméis a estas páginas porque os lo vais a pasar en grande. Y quienes no conozcáis al querido autor británico, no sé a qué estáis esperando.

Lector, para disfrutar, ¡pardiez!

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El exorcismo de mi mejor amiga, de Grady Hendrix

Abby y Gretchen son las mejores amigas desde la infancia. Cantan a coro letras inventadas con la música de Phil Collins de camino hacia el instituto en el destartalado coche de Abby, hacen listas interminables de cosas que odian y aman, se van juntas de vacaciones, comparten el secreto de E. T. y la lata de Coca-Cola de Tommy Cox, ven pasar juntas el cometa Halley y se prometen a menudo que siempre serán las mejores amigas TASL (todo amor sin lesbianismo). Hasta que una noche del verano de 1988, Gretchen sufre un extraño percance en el bosque y vuelve cambiada. Desesperada porque ningún adulto parece preocupado por los inquietantes accidentes que suceden alrededor de su amiga, Abby decide que será ella quien la salvará pese a que eso signifique arriesgar su propia vida para recuperar a Gretchen.

«El sonido de los gritos en el césped. Los búhos. El hedor en la habitación de Margaret, Max, el perrito bueno. Aquello tan terrible de Glee. Pero por encima de todo recuerda lo que le sucedió a Gretchen y cómo todo se fue a la mierda en 1988, el año en el que el diablo poseyó a su mejor amiga.«

Cuando Minotauro sacó a librerías, en octubre de 2021, Guía del club de lectura para matar vampiros, Grady Hendrix solo tenía otro título traducido al castellano, Horrorstör. Afortunadamente, la editorial ha sorprendido a los lectores de Hendrix publicando durante lo que va de año algunos de los anteriores títulos del autor que solo podían encontrarse en inglés, como El exorcismo de mi mejor amiga (2016) y Grupo de apoyo para final girls (2021). Ahora que los he leído todos no sabría señalar mi preferido, pero sí que me atrevo a contar por qué este autor me gusta tanto pese a que no soy una lectora de literatura de terror.

En El exorcismo de mi mejor amiga, Hendrix nos trae una historia de nostalgia de finales de los años ochenta de la mano de un par de amigas adolescentes capaces de enfrentarse incluso a un demonio armadas tan solo con la fuerza de esa amistad. La música de Madonna, Phil Collins, Whitney Houston o Bon Jovi, El pájaro espino, cardados y bailes de primavera ponen la ambientación en esta novela de terror que, aunque tiene escenas que erizan los pelos, destaca por su punto friki marca de Grady Hendrix. Y es que si algo caracteriza a este autor es esa capacidad tan precisa que tiene para entender las perversiones espantosas que subyacen en la sociedad y cultura occidentales y ponerlas en evidencia en forma de historias de terror. Porque lo que da más miedo en las novelas de Hendrix no es el monstruo sino lo que deja al descubierto su precisa e inteligente crítica. Si en Guía del club de lectura para matar vampiros se trataba de la vida opresiva de las esposas y madres de clase media del sur estadounidense y del racismo disfrazado de pobreza, en Grupo de apoyo para final girls, del mensaje subyacente en el gusto por las películas slasher, en El exorcismo de mi mejor amiga es el egoísmo de un sistema educativo y parental solo preocupado por las apariencias, y el poder del dinero y su capacidad para restar credibilidad a quienes no lo tienen de una manera tan sutil como escalofriante. Por supuesto que el lector va a encontrar una novela de terror con elementos sobrenaturales, pero también una historia sobre la amistad, el frikismo de finales de los ochenta y un escalofriante atisbo, muy realista, sobre la maldad humana y social.

Lector, perfecto si te gustan los autores de carácter y no te asusta lo friki.

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El enebro, Barbara Comyns

Corren los años ochenta en Inglaterra y Bella Winters acaba de mudarse a Richmond con su hija Marline para hacerse cargo de una pequeña tienda de antigüedades. En los últimos años, ha conseguido alejarse del odio de su madre, del egoísmo de su exnovio tacaño y miserable e incluso del complejo por la cicatriz que le dejó en la cara un accidente de coche. Por primera vez en mucho tiempo, sabe que es feliz cuidando de su encantadora hija, comprando y vendiendo antigüedades y viviendo en las bonitas habitaciones del piso de arriba de la tienda. Incluso hace nuevas amigas, como Mary Meadows o la señorita Murray. Aunque por encima de todo están Bernard y Gertrude, un matrimonio anglogermano que vive en una curiosa mansión con parque propio. Bella jamás olvidará la primera vez que vio a la hermosa Gertrude en su jardín, con su pelo negro como la noche, su piel blanca como la nieve y sus labios rojos como la sangre… como la sangre que brotaba de una herida en sus delicadas manos, las mismas que poco después comerían a puñados los frutos del enebro de su jardín a la espera del nacimiento de su primer hijo.

«El primer lunes de mayo, Gertrude llamó para decirme que cerrase la «dichosa tiendecita» y fuera a pasar el día con ella para cuidar del jardín.
—Llevas dos fines de semana sin venir y no te imaginas cómo se está poniendo. Las flores se están apoderando de todo; todas las raíces, bulbos y semillas que he plantado han agarrado, esto parece una jungla.«

Barbara Comyns (1907-1992) escribió El enebro cuando tenía algo más de setenta años y fue publicado por vez primera en 1985. Se trata de una obra de madurez que versiona el terrible y macabro cuento de los hermanos Grimm en el Richmond del siglo pasado con la frescura de una autora que llevaba años fuera de su país de nacimiento y el encanto de su estilo inquietante y ameno, precursor del realismo mágico. Comyns suaviza la morbosidad y el gore del cuento original recreando a una protagonista tan real que parece de carne y hueso atrapada en una pesadilla creciente. El lector, aliviado por la vida feliz que la pobre Bella ha conseguido en su tienda de antigüedades, empieza a temerse lo peor cuando la protagonista renuncia a ese oasis de paz y una atmósfera de que algo terrible va a suceder, con urracas sobrevolando el enebro incluidas, se apodera de las páginas finales como un oscuro presentimiento tenebroso y terrible.

El enebro está más cerca de Los que cambiaron y los que murieron (1954) que de La hija del veterinario (1959), tanto por la inquietud casi surrealista y onírica que planea por sus capítulos como por la magnífica prosa y el estilazo de Barbara Comyns. De frases cortas y contundentes, léxico sencillo y adjetivación precisa, la narración de Comyns tiene ritmo propio, fluido, y una incesante sensación de que algo espantoso está a punto de suceder. La construcción de los personajes es extraordinaria, sobre todo la de Bella Winters, con sus luces, sus sombras, sus anhelos y su frágil felicidad, que contrasta por su sólida realidad y mala suerte con el personaje casi mágico, idealizado como las madres en los cuentos de los Grimm, de Gertrude Forbes. Comyns, que estudió arte en Londres y trabajó un tiempo como ilustradora para un estudio de animación, utiliza con intención y acierto colores, texturas e imágenes no solo para contraponer a los dos personajes sino para recrear cada escenario (la tienda y la casa de los Forbes, el jardín y el parque) con toda intencionalidad. Sin duda, uno de los títulos de la autora que más he disfrutado y que recomiendo encarecidamente a los admiradores de la prosa y peculiar estilo de Barbara Comyns.

Lector, cuidado con morder la manzana.

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La gaceta del misterio, de C. K. McDonnell

Hannah Willis ha dejado a su infiel y multimillonario marido y ha puesto tierra de por medio sin mirar atrás. Como se casó tras acabar los estudios, no tiene ninguna experiencia laboral ni comprende demasiado bien el mundo real, pero está dispuesta a salir adelante sin ayuda. Desesperada, decide aceptar un empleo como editora en La Gaceta del Misterio, un pequeño periódico de Mánchester que publica noticias sobre manifestaciones sobrenaturales de todo tipo. El jefe es un periodista caído en desgracia que duerme en su despacho y hace tiempo que olvidó lo que era una ducha, y sus compañeros son una excéntrica pandilla compuesta por un escocés de misterioso pasado, un fanático de las conspiraciones y los ovnis, una adolescente multitarea sin hogar, una encantadora gerente de oficina y un chalado nudista encargado de la imprenta. Un poco superada por las circunstancias, Hannah intenta adaptarse a su nuevo trabajo, hasta que un misterioso asesinato relacionado con un extraño monstruo la implica, junto a toda la plantilla de La Gaceta del Misterio, en la investigación más loca de su vida.

«—Tu currículum quizás no contenga absolutamente nada, pero, de los treinta y ocho aspirantes, el tuyo era uno de los dos que contenía menos de tres faltas de ortografía. Este periódico puede que sea un montón de excrementos, pero mientras yo esté aquí será un montón de excrementos correctamente escrito.
—Pero…
—A propósito, el otro aspirante con menos de tres errores escribió su currículum con su propia sangre.
—Me sorprende que no le dieras el trabajo a él.
—Lo intenté, pero nos rechazó. Aceptó un trabajo en Subway al parecer. Así que, ¿qué dices?«

C. K. McDonnell es un guionista y novelista irlandés con varios premios y nominaciones a los BAFTA que en la actualidad vive en Mánchester. Ha publicado tres sagas de ficción, pero hasta la fecha solo The Stranger Times, de la que La Gaceta del Misterio es su primer título, ha sido traducida al castellano. Ojalá Wonderbooks siga con el siguiente título de la saga (This Charming Man) porque hacía tiempo, seguramente desde que descubrí a Jasper Fforde, que no me lo pasaba tan bien con una novela de fantasía tan excéntrica, peculiar y divertida como La Gaceta del Misterio.

Con un estilo propio, una prosa estupenda, unos diálogos de ritmo endiablado y un sentido del humor de lo más extraordinario, La Gaceta del Misterio es el libro de investigación sobrenatural más original y divertido que he leído en mucho tiempo. Sus puntos fuertes son sus estrambóticos personajes, sus escenas rocambolescas bajo el mal tiempo de Manchester y una trama que, sin dárselas de original, mantiene el suspense de principio a fin y puede presumir de un ritmo sostenido que va in crescendo. Aunque tiene un final cerrado en el que se soluciona el caso que ocupa a sus protagonistas, estos son tan interesantes y tienen un pasado tan complicado (y apuntan a un futuro tan incierto) que el lector se queda con ganas de saber más de ellos, de seguir con la saga. Es la primera vez que leo a C. K. McDonnell y me ha sorprendido por su originalidad, su ritmo y su capacidad para recrear diálogos y situaciones de lo más hilarantes y extrañas, aunque por lo que de verdad te gana esta tragicomedia negra sobrenatural es porque, debajo de toda esa locura paranormal y ese pasado atormentado de sus personajes, trata sobre emociones tan cotidianas como la desesperanza, la incertidumbre y la injusticia con las que a menudo nos cruzamos.

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Encontré este libro gracias a la amabilidad y al buen hacer de Alba y Antonio, libreros de Gigamesh.

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Inglaterra salvaje, de Richard Jefferies

Tras un misterioso accidente medioambiental, la geografía de Gran Bretaña se ve afectada hasta el punto de que la mayoría de su población debe abandonar la isla o perecer con la subida de las aguas que interrumpió el comercio y provocó la hambruna. Las ciudades despobladas perecen bajo las aguas y cuando por fin se estabiliza el territorio solo han quedado atrás un puñado de desgraciados harapientos, toscos e ignorantes. El conocimiento del siglo XX se hunde en la fosa de contaminación que un día fue Londres y dos generaciones después nadie entiende de ciencia, ni de medicina, ni de historia. Todo se ha perdido en el cataclismo, los animales sobreviven asilvestrados en los bosques, apenas queda población y la que queda es una población analfabeta agrupada en montaraces salvajes, gitanos itinerantes o pequeñas poblaciones medievales en las que la comunicación y el transporte son complicados y la pirámide social está presidida por imbéciles y sostenida por esclavos. La vida apenas tiene valor y a Felix Aquila, el primogénito del barón Aquila, le desespera tanta ignorancia. No soporta que los gobernantes no se preocupen por mejorar la vida de las personas estudiando los textos antiguos o alentando el resurgir de la ingeniería, de la ciencia, de la experimentación. Asqueado de ese mundo brutal y estúpido, decide iniciar un largo viaje de exploración, de conocimiento y de oportunidad para ofrecer a otras comunidades más receptivas todo lo que sabe.

«Debo atribuir la discrepancia existente a las guerras y odios que brotaron y dividieron a la población, de tal manera que unos no escucharon lo que otros deseaban decir, y la verdad se perdió.«

Richard Jefferies (1848-1887) fue un naturalista inglés muy reconocido por sus escritos sobre la vida rural y la naturaleza, aunque también publicó historias infantiles y novelas. Pese a que fue un autor muy querido por sus lectores, está considerado como un novelista victoriano menor pues sus ensayos naturalistas son mucho mejores que sus novelas. Excepto porque en 1885 sorprendió a los lectores y a la crítica con Inglaterra salvaje, una distopía postapocalíptica ambientada en Gran Bretaña y única en su tiempo. Cuenta Javier Calvo, traductor y prologuista de la edición en castellano de Aristas Martínez de Inglaterra salvaje, que Jefferies recogió el testigo narrativo de Mary Shelley, Edgar Allan Poe o Jules Verne, pero también sirvió de inspiración para el resto de distopías británicas que habrían de ver la luz durante el cambio de siglo.

En la actualidad, los lectores estamos más que familiarizados con las distopías apocalípticas de la ficción literaria —incluso con las de vida real, me atrevería a decir—, por eso es necesario entender Inglaterra salvaje como una rara avis de su época y a Richard Jefferies, escritor victoriano, como un pionero en un género en el que sentó precedente. Contextualizada la obra, resulta sorprendente el imaginario del autor y el extraordinario realismo de sus planteamientos de ciencia ficción. Jefferies dedica los primeros cinco capítulos que constituyen la primera parte de este libro a analizar la naturaleza del mundo postapocalíptico en el que sitúa su historia: la flora, la fauna, la geografía humana, los cambios medioambientales y en el paisaje, etc. En definitiva da a luz un mundo sumido en la oscuridad del medievo temprano (incluso peor, porque han perdido incluso los textos clásicos que sí tenían en el medievo), sin tecnología ni ciencia, cuya brutalidad y falta de interés en el progreso se parece mucho a la vida de los animales salvajes que pueblan sus bosques y montañas.

En contraste con este mundo sumido en la oscuridad Jefferies construye a un protagonista inteligente e instruido, poco adaptado a su medio, pero dispuesto a alcanzar el lugar que piensa que le corresponde. Con una prosa muy descriptiva, propia de su vocación naturalista incluso cuando trata emociones, el autor narra el viaje de su anti-héroe para mostrarnos más de ese nuevo mundo que ha creado, pero también para contarnos el viaje de autodescubrimiento de un personaje descontento e infeliz al que la rabia consume sin remedio. Destaca, sin duda, el maravilloso ecosistema natural que describe Jefferies y su idea de un regreso a la Edad Media cuando se pierde todo el conocimiento del siglo XX. Resulta relajante, desde nuestra perspectiva de lectores de la inmediatez, ese ritmo pausado y sostenido de su narración y la sensación que nos crea de no estar leyendo ficción sino una especie de crónica histórica excéntrica e inquietante.

Lector, una distopía que sorprende por su inquietante belleza.

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