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El bazar de la cebra con lunares, de Raphaëlle Giordano
Basile Vega, un inventor optimista y siempre rebosante de ideas, pone en marcha una pequeña tienda conceptual en la pequeña ciudad de Mount-Venus. Su intención es abrir la mente de sus clientes, ayudarles a estimular el lado derecho del cerebro, el que se encarga de la emoción, la intuición y la creatividad y, de paso, contrarrestar el gran mal de nuestro tiempo: el tener, el consumismo extremo. Al poco de abrir su tienda, El Bazar de la Cebra con Lunares, conoce a Arthur, un adolescente perseguido por el fracaso escolar y con un don excepcional para el arte pictórico. Aunque Basile todavía no lo sabe, en cuanto le tiende una mano al joven, se estará salvando a sí mismo de los fantasmas del pasado porque si Arthur tiene miedo a ser abandonado, él tiene el mismo miedo de echar raíces. El problema es que la facción más conservadora de Mount-Venus no está dispuesta a tolerar comercios que estimulen la creatividad y el pensamiento crítico de la población; ¿desde cuándo el pueblo piensa por sí mismo? Es peligroso.
«Giulia no estaba a la altura de lo que se supone que hay que hacer para encajar en los criterios actuales que cumplen las personas felices y equilibradas. ¿Cómo reconocer en voz alta, por ejemplo, que nunca había conseguido hacer yoga porque era incapaz de permanecer quieta? ¿O confesar que no le gustaba ni la quinoa ni el bulgur y que los encontraba insípidos, pese a sus virtudes para la salud?«
Grijalbo Ediciones
304 páginas
Fecha de publicación: 2 de junio de 2022
ISBN: 9788425360961
Raphaëlle Giordano es una escritora y pintora parisina especialista en creatividad y en gestión del estrés a través del cambio de pensamiento. Es autora de Tu segunda vida empieza cuando descubres que solo tienes una, El día en que los leones comerán ensalada verde, Cupido tiene las alas de cartón y El bazar de la cebra con lunares, todas ellas historias originales e ingeniosas que ofrecen, a través de una trama agradable y personajes singulares, una perspectiva distinta e innovadora sobre algún aspecto importante de nuestras vidas ajetreadas de ciudadanos del siglo XXI.
El bazar de la cebra con lunares es una historia sobre vencer los miedos y sobre cambiar de rumbo cuando nuestra vida no nos aporta satisfacción ni felicidad. Con una prosa sencilla y un ritmo gramatical de frases concisas y contundentes, Giordano nos plantea con claridad abrumadora la necesidad de cambiar de paradigma cuando el dolor, el estrés, la pena o la soledad nos come. No se trata de una novela de autoayuda sino de un ejemplo optimista y muy ingenioso de la necesidad de estimular nuestro pensamiento más creativo, emotivo e intuitivo, como bien señala Basile Vega. Los capítulos son cortos y van al grano, no sobra ni una sola página, el planteamiento es muy realista y el estilo de la autora es agradable y luminoso. Aunque es una historia en la que las emociones tienen protagonismo, la autora huye de expresiones sentimentaloides o cursis (nada de clichés motivacionales) y ofrece al lector, en un estilo fresco y muy personal, un cúmulo de ideas curiosas que invitan a seguir trabajando en ellas.
Me ha gustado muchísimo la relación de Giulia y Arthur, madre e hijo adolescente, por su realismo cotidiano. La autora se pone en la piel de una madre divorciada atrapada en un trabajo estresante en el que se desaprovechan sus talentos, pero también, en la de un hijo atrapado entre la rabia de su fracaso escolar, las ganas de expresarse y la tristeza de sentir que decepciona a su madre. Su relación, además de realista, resulta conmovedora y muy emotiva, y evoluciona y se resuelve de manera coherente y sin finales de cuentos de hadas. Todos los protagonistas están muy bien construidos y siguen una evolución interesante y bien sustentada, como el personaje de Basile, detonante de los cambios que van a suceder a los habitantes de Mount-Venus y superdotado de manual, o Louise Morteuil, con ese discurso tan inflexible que conocemos bien porque lo escuchamos a diario en el altavoz de algunos políticos.
Lector, una ficción de aplicaciones realistas, encantadora, original e inspiradora.
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El infierno y Texas, de Xavier B. Fernández
El huérfano Ismael es el único adolescente que queda en Transilvania, un pueblo de Texas que agoniza bajo el yugo del Comodoro y sus esbirros. El chico se encarga de las caballerizas, pero los viajeros no suelen detenerse demasiado en ese rincón de la nada, sobre todo cuando anochece y todos los habitantes se encierran bajo llave en sus casas. Hasta que un día aparece un misterioso pistolero en busca de venganza. En Transilvania todo el mundo tiene miedo y solo Ismael se pondrá del lado del recién llegado para acabar de una vez por todas con el terror que tiempo atrás trajo el Comodoro a sus tierras.
«—Hágame caso, señor. Monte en su caballo y márchese del pueblo antes de que anochezca.
—¿Por qué? ¿Qué pasa cuando anochece?
—Cosas malas, señor. Muy malas.
Miré a la puerta y al otro lado solo vi oscuridad. Ya había anochecido.
—Márchese, señor. Deprisa.
Pero ya era demasiado tarde. Se oyó el relincho de un caballo aterrorizado. El forastero dobló hacia atrás el faldón de su chaqueta de ante con flecos revelando que, en efecto, portaba un revólver al cinto. Un Colt Navy de cañón muy largo, como los del ejército. No desenfundó, pero posó la mano sobre la empuñadura, con el pulgar en el martillo.«
Cuenta en la introducción Xavier B. Fernández (Barcelona, 1960), periodista, guionista y novelista, que escribió El infierno y Texas durante los meses del confinamiento de 2020. Necesitaba evadirse durante unas horas de la situación que estábamos viviendo y del alud de consecuencias que reportaría y pensó en escribir una historia por entregas con la nostalgia de la fecha de entrega de los periodistas. Publicaba un capítulo cada dos días en su blog (un día para escribir y otro para corregir) cumpliendo con las reglas básicas de las historias por entregas: capítulos cortos en los que siempre ocurría algo y un final que dejase a los lectores con ganas de saber cómo iba a continuar (el suspense del cliffhanger). Y así nació El infierno en Texas, una novela corta divertidísima que rinde un bonito y original homenaje a los westerns de Marcial Lafuente Estefanía… aunque salpimentada con vampiros.
De Xavier B. Fernández, me gustó mucho Los archivos de van Helsing, por eso cuando vi que Ediciones El Transbordador publicaba otra novela suya me saltó a las manos. «Es pulp. A mí me ha gustado, pero tiene sangre y vampiros«, me advirtió Antonio Torrubia que sabe bien que soy una floja. Pero es que recuerdo a mi abuelo paterno en su sillón de orejas leyendo las novelas de Estefanía y además una de mis series preferidas de todos los tiempos es Buffy, cazavampiros, por lo que El infierno y Texas se venía conmigo a casa sí o sí. Y me lo he pasado en grande. Esta novela corta es puro divertimento, es nostalgia y es aventura fantástica, me encanta que esté salpicada de referencias literarias (Melville, Stoker, Lovecraft, Edward Bulwer-Lytton y su noche oscura y tormentosa…) y además siempre es un placer reencontrarse con esa prosa periodística de la vieja escuela que tan bien maneja Xavier B. Fernández. Aunque no seáis habituales del pulp, ni de las novelas de vampiros, os recomiendo mucho El infierno en Texas porque de verdad que se nota que su autor se lo pasó en grande escribiéndola y justo eso es lo que trasmite.
Lector, ojalá haber tenido a mano esta novela durante los peores momentos de la pandemia.
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Pasa por Librería Gigamesh o por su página web para hacerte con un ejemplar.
Dioses, monstruos y el melocotones de la suerte, de Kelly Robson
Cuando la tecnología permite a los humanos asomarse a la superficie del planeta, los bancos mundiales se hacen cargo de la recuperación de los ríos y los cultivos para volver a ocupar los antiguos hábitats que una vez, hace cientos de años, fueron sus hogares. Minh, Kiki y Hamid son tres técnicos especializados en recuperación de medio ambiente y diversidad biológica que reciben una oferta muy tentadora de una gran corporación especializada en los viajes temporales: viajar hasta la Mesopotamia de 2024 aC para estudiar el ecosistema entre los ríos Tigris y Éufrates. Pero cuando el historiador táctico que acompaña al grupo de científicos interviene en la línea temporal mesopotámica, el enfrentamiento con la sacerdotisa Susa y el rey Shulgi de Ur reportará unas consecuencias inesperadas.
«Shulgi sopesó el mangual que tenía en una mano y la espada de la otra. Conocía su deber mejor que nadie salvo los dioses. Los reyes habían sido hechos para matar monstruos.«
Reconozco que fue el título y ese diseño de melocotones rosas sobre fondo azul celeste lo que me llevó a coger este libro de las estanterías de librería Gigamesh y hojearlo. Cuando leí lo de viajar en el tiempo a la Mesopotamia de 2024 aC, supe que se vendría conmigo a casa. Pero fue mi amiga Laura quien me señaló el nombre de la escritora, porque obnubilada por los viajes temporales no me había dado cuenta de que Kelly Robson es la autora de Las aguas de Versalles, un libro corto que nos había gustado mucho a las dos y que no me cansaré de recomendaros. Aunque Dioses, monstruos y el melocotones de la suerte no tiene nada que ver con Las aguas de Versalles, ha sido una lectura de lo más entretenida y original que me ha acompañado durante un par de tardes de lluvia.
Kelly Robson tiene el don de plantarle al lector un mundo nuevo en un solo párrafo. Sin recurrir a larguísimas descripciones ni explicaciones, sitúa la trama en un futuro hipotético postapocalíptico y nos ofrece un viaje en el tiempo a la Mesopotamia del segundo milenio antes de nuestra era. Quizás por influencia de su trabajo de consultora como futurista creativa para UNICEF o la Fundación Suncor Energy, la autora aborda su worldbuilding con una etimología que resultará muy familiar a quienes trabajan en el sector de la consultoría, muy eficaz para mostrar el nuevo orden planetario de su invención. Reconozco que me ha gustado más Las aguas de Versalles que esta otra novela corta, pero seguramente porque yo quería más de la Mesopotamia histórica y menos de los consultores postapocalípticos (manías de historiadora). Si os apetece una distopía original, bien tramada, ágil y sorprendente, os la recomiendo mucho.
Lector, muy fan de Kelly Robson.
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El demonio de Próspero, de K. J. Parker
Un exorcista se despierta ensangrentado junto al cadáver de una mujer. No es la primera vez que Ellos se la juegan y siempre es preludio de que algo terrible se avecina. Pero el único acontecimiento destacable de su jurisdicción, desde las montañas Charyabda hasta el mar Amigable, es el próximo nacimiento del heredero de los príncipes Sigiswald, de Essen, y Hildigunn, de Risenem. Dispuesto a terminar con la amenaza, el exorcista se dirige al castillo, consciente de que el obstáculo más terrible a derribar será el tutor del futuro dirigente, el sabio Próspero de Schanz, una especie de Leonardo da Vinci de su época con una misión no del todo altruista.
«En una extracción chapucera, el demonio siente lo siente el huésped multiplicado por diez. Pero Ellos no mueren y nosotros sí. Equilibrio.«
K. J. Parker es el seudónimo de Tom Holt, un escritor inglés de ciencia ficción y fantástica con una sólida trayectoria literaria, pero poco traducido al castellano. El demonio de Próspero es una novela corta, publicada por Red Key Books, que da inicio a la saga de aventuras de un ingenioso e implacable exorcista que intenta desbaratar el plan maestro de los demonios y que tiene su continuación en The inside man. Yo estoy deseando leerla.
El demonio de Próspero me ha gustado por su estupenda prosa -atención a la impecable traducción de María Pilar San Román-, el juego de diálogos simultáneos del protagonista con sus interlocutores humanos y sobrenaturales, el mundo fantástico en el que el autor ambienta la historia y su ingenioso sentido del humor. Llegué a este libro por recomendación de Antonio Torrubia, pero no estaba segura de qué me iba a encontrar; por culpa de ese Próspero, que asociaba al personaje de La tempestad, y por el diseño de cubierta, se me antojaba que sería una lectura shakesperiana y, en cierto modo, sí lo es: posee una oscuridad isabelina, una lucha entre almas corruptas, que recuerda a alguna de las obras más tenebrosas del bardo. En menos de cien páginas, K. J. Parker nos presenta un mundo, un protagonista, una trama, una obra de ingeniería imposible y una resolución del caso tan fascinantes que es inevitable quedarse con ganas de más cuando se llega al final de la novela. En ese sentido, me he acordado de Las aguas de Versalles de Kelly Robson, otra historia que demuestra la maestría de volver muy grande lo pequeño.
Lector, querrás más.
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