La novelista británica Penelope Lively, nieta, hija, madre y abuela de aficionadas a la jardinería, cree que el arte de cuidar del jardín se lleva en los genes. Y existen casi tantos tipos de jardines como de personas que los cultivan: alimenticios, ornamentales, a la moda, literarios, pictóricos, influencers… Este libro es una mirada profunda, cariñosa, carismática y multidisciplinar a los jardines, reales o imaginarios, que pertenecieron a artistas, amigos, vecinos o a la propia Penelope. Desde el concepto del jardín del Edén hasta el jardín (británico) del siglo XXI, Lively repasa con mirada curiosa los jardines colgantes de Babilonia, el herbario medieval de Culpeper, las modas victorianas con sus kitchen garden y el oportunismo de los post-jardines.
«Además de la escritura, las dos actividades que he desempeñado principalmente en mi vida han sido la lectura y la jardinería. Ambas han estado ligadas en cierto modo, ya que siempre presto atención cuando un escritor conjura un jardín, cada vez que la jardinería se convierte en un elemento de ficción. Esa presencia me hace cavilar y preguntarme: ¿es ese un jardín deliberado o solo fortuito? Y lo cierto es que su presencia es casi siempre deliberada: un jardín ideado para servir a un propósito narrativo, para crear ambiente, para amueblar a un personaje.«
Penelope Lively es una novelista y guionista británica, Dama Comendadora y nominada al Premio Booker, que saltó a la fama por sus novelas infantiles. Este es el primer libro que leo de la autora y me ha sorprendido su versatilidad, puesto que una prosa tan contenida y específica como la que muestra en Vida en el jardín debe alejarse bastante de sus registros para el público infantil. Y aunque he disfrutado de esta lectura, lo cierto es que pensaba que sería un pequeño libro de memorias sobre los jardines de la autora narrado desde un punto más personal e íntimo —al estilo de Cuatro setos, de Claire Leighton, o de Un año en los bosques, de Sue Hubbell—, pero me he encontrado con algo totalmente distinto: un enfoque multidisciplinar de los jardines reales e imaginarios.
He disfrutado especialmente de los capítulos sobre jardines imaginarios de la literatura, como el de Manderley o el de Elizabeth von Arnim (Elizabeth y su jardín alemán), lo sublime y lo bello del romanticismo, o con las anécdotas de estilo y jardín y de los jardines adaptados a las necesidades de la época o de la clase social de su propietario. El estilo de la autora es claro y preciso, un tanto desprovisto de calidez (tal vez lo he percibido así por mi expectativa engañosa, pues este libro tiene poco de personal), pero perfecto para pasar, con sentido del ritmo y voluntad de entretenimiento, de una anécdota a otra. Tiene, sin duda, ese encanto inglés (aunque desprovisto de sentido del humor) de quienes escriben desde su cottage tomando el té en una mañana lluviosa y lo recomiendo para amantes de la jardinería literaria.
Lector, tiempo, orden y jardín.
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